Polos iguales.

Chico nuevo... ¿otra vez?

   Si le respondo me da, si no le respondo; también, le dije la verdad y solo provocó que él me dé una fuerte bofetada que resonó por toda la casa... a veces me pregunto si él me considera su hija —o por lo menos un ser humano—

   Y allí me quede, en el piso; como una basura ¿es feliz haciéndome esto?, ¿no se cansa? No es mi culpa... eso ya debería quedar en el olvido, lo que paso, paso ¿Por qué seguir aferrándose al pasado? ¿Por qué desquitarse conmigo? Me pregunto; ¿Cuándo mi padre lo podrá olvidar?, ¿Cuándo me dejara en paz?

   Me levanto del suelo sucio. Lo miro fijamente, de hecho no esta tan sucio, lo limpie ayer. Estoy pensando seriamente en el hecho de ser solo "buena limpiando". Suspire, ya sé de qué viviré cuando me vaya de aquí, he considerado millones de veces huir de casa, puedo sobrevivir limpiando casas o cocinando; aunque no soy tan buena cocinando. Negué, mi imaginación se fue volando, se perfectamente que no puedo irme.

   Hice mis quehaceres con una sonrisa; como tiene que ser. El papel de la víctima no me queda para nada bien. Mi sonrisa se ensancho, prefiero ser la mala del cuento, aunque de hecho no lo soy; o eso creo, por lo menos lo soy para mi padre. No se me quita de la mente que es un exagerado, ya son siete malditos años y aun me trata como una basura, mi padre es un poco—muy—infantil. Subo a mi cuarto y me tiro en la cama.

   Me sobresalto al escuchar ruidos provenientes de la parte de abajo, casi me quedo dormida. Bostece. Miro el reloj de mi cuarto extrañada, es demasiado temprano; no creo que sea mi padre... ¿o sí?... ¿y si no es él?, ¿cerré la puerta principal? El mismo recuerdo de la mañana se pone en manifiesto en mi cabeza, erizándome la piel. Bajo lo más sigilosamente posible, no veo a mi padre por ningún lado.

— ¿Papá? —tartamudee.

   Al no recibir respuesta mis nervios aumentan, sé que mi padre no me hubiera respondido si fuera él, pero por lo menos se asomaría o algo al escuchar que lo estoy llamando. Echo un vistazo en la cocina desde la sala, no hay nadie allí, arriba tampoco; hubiera escuchado la escalera sonar. Corrí hacia la cocina lo más rápido que pude y cogí un sartén—fue lo primero que vi servible—. Sin pensarlo dos veces subí a mi cuarto y cerré la puerta del mismo con seguro.

   Ya de noche, me hallo haciendo la cena. Cuando el reloj marcó las seis y media tuve que bajar, estaba asustada pero lo hice, supongo que los ruidos eran inexistentes. Carcajee pase toda la tarde encerrada en mi cuarto por nada.

   En vez de venir a que me golpearan debí haber ido a la tienda, casi se vacía la despensa. Es raro; se acabó rápido, normalmente dura mas, ya que soy la única que come aquí no se gasta mucho, mi padre de vez en cuando se hace cereal o algo por el estilo ¿se estará alimentando bien?... ¿Por qué me preocupo por él?, ¿raro no?; él me odia y yo me preocupo por él. Escucho nuevamente la puerta sonar; cosa que ignoro ¡Dios! Si sigo así terminare loca.

— ¡Llegue!—grita mi padre, en su tono logre descifrar que viene de beber, aunque sinceramente ya lo sabía.

   El maldito alcohol; ya es un olor familiar para mi...desgraciadamente nunca me acostumbro, ¿Por qué no llegó más tarde?, ¿Por qué no fue una ilusión auditiva como al medio día?

—Papá, apestas a alcohol—me tapo la nariz con mi mano, dando un paso hacia atrás; aumentando la distancia entre nosotros.

—Eso no es problema tuyo— me apunta con el dedo.

   Bajo la mirada. ¿Vieron que no soy yo?, me trata como si fuese basura.

— ¿Sabes que se aproxima?—pregunta risueño.

   Los músculos de todo mi cuerpo se tensan, ¿hasta cuando me va a atormentar con eso? Está claro que si lo sé ¡y como no saberlo!, me lo ha recordado por siete malditos años.

   Se aproximó hacia mí a paso lento y calmado, tambaleándose de vez en cuando. Yo retrocedo hasta chocar con el mesón; quedando entre la espada y la pared. Literal. En cuestión de segundos sentí mi costado arder y una ráfaga de dolor rápidamente se apoderó de mi; ya se estaba tardando. Me toma del mentón y me preparo psicológicamente para ser insultada.

— ¡Respóndeme cuando te hablo, maldita puta!—Exclamó— En dos días se cumplen siete años...espero estés contenta — finalizó con un golpe directo al rostro. Duele.

   Me miró unos segundos para luego alejarse, como siempre termina golpeando mi rostro, ¿será ese el broche de oro? Odio con todo mi ser que toque mi cara, odio con todo mi ser que me toque, odio ser su hija, odio todo.

   Me pude dar cuenta de una fría lágrima que descendía por una de mis mejillas, Kendall no llores; si lo haces es peor y lo sabes, nada bueno pasa cuando lloro.

   Escucho una leve risa salir de mis labios y me detengo un momento a pensar:

— Irónico ¿no?, todo lo que tengo que pasar por culpa de ese maldito — mis pensamientos se escaparon de mi boca. Río un poco más.

   Hasta el hambre se me quito. Apague la cocina. Mientras subía las escaleras pude notar a mi padre en la sala acostado en un mueble, lo dejare allí; no vaya a ser que se moleste. Tomo mi paño y me encierro en el baño, coloco la música a todo volumen y me meto bajo la regadera, Kendall... ahora si tienes permiso de llorar.

...

   Desvió la mirada del techo a la ventana. Cerré los ojos ¿tan rápido amaneció? No pude dormir nada anoche, entre la pesadilla diaria y esos malditos ruidos me arruinaron la noche, parecían piedras en la ventana o tal vez una rama... ¡Hasta la naturaleza me odia! Mientras armaba mi escenita veo el reloj en la pared ¡¿seis y media?! Hace un segundo eran las cinco. Doy un brinco y me dirijo rápidamente al baño. Me peino, y tapo mis pronunciadas ojeras con un poco de maquillaje, odio maquillarme pero odio más las preocupaciones hipócritas por parte de mis compañeros. Espero que tapar mis ojeras con maquillaje no se vuelva una costumbre.

   Ya lista salgo de mi casa. Cierro la puerta y empiezo a caminar... creo que mejor corro.




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