Polos iguales.

Un reencuentro de ojos bellos

Me quedo detallando a aquel joven unos cuantos minutos, piel blanca, ojos azules, cabello oscuro... definitivamente no es de aquí y definitivamente no lo conozco, entonces ¿Por qué sabe mi nombre? Mis ojos vagaron nuevamente hacia él, un momento, ¿Por qué sigo recostada de él? Me levanto abruptamente, qué vergüenza, él me miró con asombro. Escarbe mis lagunas mentales, tratando de encontrar su rostro en alguna de ellas, pero nada, ni un indicio, ni una pista, nada referente a él...

— ¡Kendall! —me reprende.

— ¿Eh? —Levanto la mirada.

  Me mira fastidiado; ese grito suyo me sacó por completo de mi trance, provocando un sobresalto de mi parte. Suspiró.

— Te estaba preguntando si me recordabas—me mira fijamente a los ojos para luego tomar una gran bocanada de aire—Kendall ¿me recuerdas?— su voz era seria.

  Se quedó mirándome fijamente; como esperando una respuesta ¿Qué digo? No lo recuerdo en absoluto, pero algo en él me parece tan familiar... ¡A la mierda!

—Para ser sincera no—respondo cabizbaja.

  Hizo una mueca con la boca, parece decepcionado ¿tan cercanos éramos?

—No has cambiado en nada—susurró— siempre jugábamos juntos ¿no recuerdas?—me mira esperanzado.

  Todavía no logro recordar...

— ¡Éramos vecinos!—exclamó.

  Sigo igual ¿tenía otros vecinos aparte de él grandulón y la vieja loca?

— ¡Soy George! —dijo ahogadamente.

  Me suena...

—George... —me detengo un momento a pensar— ¿Rodríguez?

— ¡Sí! —me abraza feliz.

—Okey, no puedo respirar—bromeo, imitando su acento.

— Lo siento—me soltó.

  Al separarnos quedé más cerca de su rostro, demonios ¿Por qué la pubertad no hizo este milagro conmigo?  


—Como has cambiado—dije sin quitar la mirada de sus ojos, son tan...atrapantes.

—Si—afirma de manera creída; un poco exagerada.

— Y ¿qué haces aquí? —pregunte curiosa.

— Volví—sonrió—me mudaré de nuevo a mi antigua casa.

— Un momento, entonces... ¿seremos vecinos de nuevo?—enarque una ceja en su dirección.

—Sí—afirma contento, abriendo sus brazos; pidiendo un abrazo.

— No soy fanática de los abrazos—tomé sus brazos y los devolví a su sitio.

— Que fría—se abrazó a sí mismo, como dándose calor. Rodé los ojos, divertida— ¿y tus padres?—preguntó de la nada.

  Abrí la boca y la cerré al instante, no pude decir nada. Negué sutilmente; como diciendo que no quiero hablar de ello.

— Oh... también estudiaré aquí—sonrió de lado, claramente incómodo.

  Cambió el tema de conversación, lindo ¿no? Él se fué un años antes de la muerte de mi madre.

  Si mal no recuerdo él es un año menor que yo y, como perdí un año... ¿estudiaremos juntos?

— ¡Estudiaremos juntos!—exclame emocionada— bueno, por lo menos en el mismo año—agregue al recordar que hay más secciones.

— ¿En el mismo año?, querrás decir en el mismo salón—corrigió confiado. Enarque una ceja, vaya que confía en su suerte— ¿Cuál es tu sección?— preguntó.

— La "a"...

— Perfecto, no esperaba menos de ti—me guiñó un ojo.

— Qué casualidad que te decidieras por este liceo—dije.

— Si, casualidad—ironizó.

  Lo mire un momento, ¿Cómo pudo saber que estudiaba aquí?, es decir, no pudo ser suerte ya que yo debería estar en la universidad.

— ¿Cómo? —pregunte extrañada.

— Pasé por aquí esta mañana y te vi entrar, me pareció muy raro... ¿repetiste?

— Perdí el año—respondí al instante, casi a la defensiva.

— Ah...

— ¿Qué haces aquí ahora?— pregunte en un intento de cambiar el tema de conversación.

— Me vine a inscribir—se encogió de hombros.

— ¿O sea que tus padres también están aquí?—pregunto.

— ¡Mis padres! —Exclama luego de unos segundos mientras golpeaba su frente.

  ¿Cómo se pudo olvidar de sus padres?

— ¿Olvidaste a tus padres?—una risa burlona se escapa de mis labios.

—Si—contesta; ya despreocupado— es que me aleje de ellos para ver los alrededores, pero cuando vi a una chica muy descuidada... —me mira de reojo y sonríe— perdón, cuando vi a una imitación de la bella durmiente esperando a su príncipe, no pude resistir velar sus sueños—se ríe.

— ¿Bella durmiente?—Enarco una ceja.

—Tienes razón—suspiró—la bella durmiente no babea; mucho menos ronca—una sonrisa maliciosa se asoma por sus labios. Me puse completamente roja.

— ¡Cállate! —Exclame mientras repartía golpecitos por todo su brazo.

—Perdón, perdón... —dice alzando las manos como muestra de que se rinde.

— ¿En serio tenías que decir eso? —arrugue la cara, haciendo un puchero.

  Se encoge de hombros divertido.

  Hablamos por unos cuantos minutos; hasta que su teléfono sonó, recoge sus cosas para luego decir:

—Bueno, no vemos Kendy—me guiña un ojo, para luego alejarse. Mi boca se abrió.

  ¿Kendy?, ¿todavía con eso?; era el apodo que me dio de niña, no me gustaba para nada. Aunque no lo culpo parecía un minions, sigue sin gustarme; ya estoy grandecita para ese apodo... no físicamente pero si. Carcajee.

— ¡No me digas así! —exclame a lo lejos.

  Me dedicó una sonrisa y se despidió con la mano, correspondí a su gesto. Al verlo desaparecer me estiro y veo la hora, ya casi comienza la tercera clase. Rodé los ojos y me deje caer hacia atrás; me quedan cinco minutos más.

  ¡Qué recuerdos! Pensé. Recuerdo que él iba a mi casa y yo a la de él, nuestros padres se llevaban muy bien ¿Por qué se fue? Se mudaron a casa de su abuela después de que ella falleció, Estados Unidos queda lejos ¿fue difícil para él? ¿Por qué volvió? El día que se fué lloró tanto que pensé que se secaría, él me gustaba; claro que solo fue un amor infantil. Reí, en ese entonces cualquiera que me diera un caramelo era mi novio potencial. En fin; me alegro de que hayan vuelto, después pasaré a visitar a los Rodríguez, muero por ver a Sofía; su hermana, ya debe ser toda una señorita, siempre ha sido linda, muy diferente al hermano pero linda.




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