Polos iguales.

Alumno nuevo... ¡¿OTRA VEZ?!

 Una chillona melodía me despierta ¿ya amaneció? Bostece y apague mi teléfono.

  Al final termine durmiendo tranquilamente, mi padre no estaba en casa ayer. Me levanto y miro a través de la ventana, al parecer el cielo no se abrió. Los milagros existen.

  Me estiro y entro al baño, si no me apuro llegare tarde; como de costumbre. Me seco el cabello húmedo con el paño mientras bajaba a desayunar, por lo visto mi padre no ha vuelto.

  Ya lista salgo de casa; rumbo al liceo.

  En la entrada miro mal al portero, si no le caigo bien, él a mi tampoco. Entro y noto al salón alborotado. Muy alborotado, casi igual que cuando llego Larry. Me dirijo a mi asiento y me acomodo en el mismo, no han venido a chismear; qué raro, como dije anteriormente esto está lleno de chismosos.

— Kendall ¿te enteraste? — dice una voz femenina detrás de mí. Me volteo.

  Ya se estaba tardando. Sonreí. Volteo para notar a Paola; dispuesta a informar—chismosear—, como siempre.

— ¿De qué? — indague.

— Va a llegar un alumno nuevo— colocó los ojos en blanco.

— ¡¿Otro?! —exclame.

— Si—masculló, por lo menos no soy la única que le desagrada la idea.

  Larry entra, seguido de la profesora. Paola se fue a su asiento, ella no me cae tan mal como los demás, digo, es madura y usa la cabeza. Alta, rellenita, cabello largo y oscuro, ojos marrones, piel levemente oscura y lentes adornando su rostro. Linda.

  Larry se desliza en el asiento junto a mí. No despegue los ojos del frente, no lo veré, seré lo mas indiferente que pueda.

— Niños—saluda la profesora sonriente mientras acomoda sus cosas en el escritorio.

— ¿Niños? —inquiere una voz burlona.

  Pobre, no sabe con quién se metió. Veo el rostro de la profesora deformarse de ira. Sonreí levemente, amo ver el mundo arder.

— ¿Cómo?—apretó los dientes, mientras mueve su cuello abruptamente de manera que cruja— ¡A la dirección! — gritó molesta.

  Idiotas, la mayoría aquí debería saber que esta profesora tiende a explotar, no entiendo porque la siguen molestando, la conocen desde hace cinco años. Es masoquismo.

  Veo como Julio Vallenilla se para de su asiento y se dirige sonrojado a la dirección, ¿Por qué no fue Andrés? Maldije internamente. Hay que tener cuidado con esta profesora, nunca se sabe con ella.

— Como decía—aclaró su garganta— hay un alumno nuevo... —sonrió falsamente— estos mocosos se están multiplicando—"susurró"— adelante.

  Por la puerta entra George. Que tonta, por un momento olvide que él se inscribiría aquí, vaya que tiene suerte; estamos en el mismo salón tal y como él quería.

— Mierda— dijo Larry levemente. Moví un poco la cabeza en su dirección ¿mierda?, ¿escuche bien?

  Su cara es sorprendida, o tal vez aturdida... ¿Por qué me importa? Volví la vista al frente, George sonríe nervioso mientras mira alrededor; imagino que examinando el salón. Típico.

— Hello—Saludó en ingles. Rodé los ojos sonriente, el ingles le queda mejor que el español—Me llamo George. Un gusto—sonríe ampliamente mientras seguía mirando a todos lados ¿en serio está nervioso?, porque sinceramente no lo parece.

  No tardaron en llegar los gritos y gemidos por parte de las chicas. Arrugue la cara al instante, piden pene a gritos. Creo que me pase un poco...

— Fanfarrón—espetó Larry como para sí mismo.

— ¿Ni siquiera sabes susurrar?— lo mire mal. Él devolvió.

— ¿Te molesto?—esta vez sí susurró.

— No sabes cuánto—suspire con molestia.

  La profesara carraspeó ruidosamente. Mire al frente, George me vio y me dedico una linda sonrisa y un "hola" silencioso. Lindo.

— Ya te presentaste. Ahora siéntate, están disponibles este del frente—apuntó el pupitre frente a ella—, ese junto a la puerta y aquel del medio—hizo lo mismo.

— Me quiero sentar al lado de Kendall—dice mimado, más que una petición sonó como una orden.

  ¡¿Qué?! Puedo sentir las veintisiete miradas sobre mí, veintiocho con George. Me encogí en mi asiento, apenada. Voy a matar a George.

— ¿Kendall?... ¿Beckett? —ahora son veintinueve. George se limitó a asentir.

  La profesora echó otro vistazo en mi dirección, esto es incomodo.

  Aclaró su garganta de nuevo— Los puestos cerca de la señorita Beckett están ocupados—dice firme.

— Me quiero sentar junto a ella...— clavó sus ojos en los de ella. La profesora tembló.

  Ese viejo truco de los ojitos. Antes ponía ojitos de perro, maduro; ahora son ojos de tigre. Él sí que sabe cómo conseguir lo que quiere. Me cruce de brazos, expectante a lo que iba a pasar.

  La profesora empujó un mechón de cabello detrás de su oreja. Sonreí con desdén; ya cayó, es un poco decepcionante que la profesora más estricta caiga ante los encantos de un adolescente, es joven pero eso no lo justifica. Negué levemente.

— ¿Algún voluntario? —su voz tembló un poco— ¿Parker? , ¿Sifones?... lo siento nadie quiere ceder su puesto—se cruza de brazos, retomando su postura escrupulosa. No te sirve de nada, ya mis expectativas sobre ti bajaron. Pensé.

  Noto a Larry hacer una mueca, ¿triunfal? Enarque una ceja molesta ¿Qué le pasa a este idiota?, ¿le gusta ver sufrir a los demás o qué?... creo que no soy nadie para decir eso. Coloco los ojos en blanco y vuelvo a centrar mi vista al frente.

—Yo lo haré—se ofrece Carmen Sifontes ¿también cayó?

  Ahora noto a George hacer la mueca triunfal  ¿se puso de acuerdo con Larry? Carmen se levantó y empezó a acomodar sus cosas, sin antes mirarme de arriba abajo ¿Qué le pasa?, no le voy a quitar a George. Sonreí engreídamente. Ella tomó sus cosas y se sentó al frente, ya entendí, quería sentarse junto a Gabriela... entonces ¿Por qué me miro de esa forma?

—Hola Kendy—me saluda George contento, sacándome de mis pensamientos.

—Hola...—correspondí al saludo.




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