Polos iguales.

Déjà vu

 ¿Quién lo invito a la conversación? Además ¿Por qué dijo eso?, es una oración fácil de malinterpretar; hasta yo la malinterprete. Seguramente George también lo hizo ¡mierda! Lo más probable es que imagine que no fui ayer a su casa por estar con Larry y que él y yo... tengo que aclarar esto.

— ¿Ayer?— farfulle.

—Si — afirmó engreídamente— ¿Quién te crees para hablarme así?— preguntó ofendido.

— Ah, eso— suspire aliviada, ¿era eso? Infantil— fue tu culpa de todas formas, así que no tienes derecho a quejarte—imite su tono. Él apretó los dientes ¿Por qué esta tan molesto? Sonreí levemente ¿herí sus sentimientos?

— Hum... ¿Puedo saber que está pasando aquí?— interviene George.

  Si las miradas mataran estarías muerto. Pensé después de ver la mirada asesina que le dedico Larry a George, esto parece personal.

— Todavía no se conocen—recordé, golpeando sutilmente mi frente— George, este engreído que está aquí se llama Lerry— dije mal su nombre apropósito.

— ¿No era Larry? —murmuró George.

— ¿Cómo lo sabes?— enarque una ceja, no recuerdo haberlo dicho. George levanto un lado de su labio, incomodo.

— Lo escuche. Él y yo nos encontramos al llegar—apuntó a la puerta.

— Ah.... Bueno, te aconsejo que no te acerques a él—"susurre"

— Puedo oír ¿sabes? —dice Larry ofendido.

— Lo sé—lo miro con desaire— casi lo olvido, es cleptómano así que cuidado con él—recalco.

  La mirada confusa de George me saca una leve sonrisa, la cual oculto para devolverle la mirada asesina a Larry. Parece que cree que moriré si me mira mal.

— ¿Se podrían callar?— nos grita la profesora.

  Asentimos, por un momento se me había olvidado que ella estaba aquí.

— Iba a decirle al encargado de la clase que le mostrara el colegio pero, notando ese apego que tiene con la señorita Beckett, dejare que ella lo haga—otro mechón fue arrojado tras su oreja. Esto es repugnante.

—Gracias profesora—George le guiña un ojo, ¿desde cuándo se volvió un Don Juan?

  El pupitre de Larry crujió junto a mí.

Se levantó— ¡Yo lo quiero hacer!—Exclamó este.

  George volteó hacia él, seguido de todo el salón. La profesora arrugó el ceño.

— Bueno vayan los dos— finalizó.

— No—se quejó George.

— ¿Qué demonios quieres?— le reclame a Larry entre dientes. Él no volteó a verme, solo me ignoró. Bufe— parece que eres tú quien tiene un problema conmigo—masculle.

  Es obvio que no quiero nada que ver con él, se nota a kilómetros de distancia que es un imán de problemas, no quiero más de los que ya tengo, no quiero otra preocupación. Solo quiero seguir llevando mi aburrida vida escolar solo con la preocupación de que pasara cuando llegue a casa. Solo eso ¿es mucho pedir?

  Veo a George, no sé porque pero algo me dice que gracias a él mi vida escolar será más interesante. Volteo a Larry, claro; siempre que él no se entrometa, muestra interés en hacerme la vida imposible, aun sigo molesta por la chaqueta, si mi padre hubiera estado en casa me habría golpeado gracias a él. Eso no es algo que pueda pasar por alto.

  El timbre sonó, trayendo el receso con él.

— Vamos— dice George sonriente.

— Vamos—respondió Larry. George y yo lo miramos mal.

— Adelántense, voy a pasar por el baño—le sonreí a George.

  Saliendo de baño, doy vueltas por el liceo en busca de los chicos ¿Dónde se habrán metido?

  Seguí buscándolos por todos lados, en momentos como este maldigo no haberle pedido su número a George. Me deslicé como pude entre el mar de jóvenes en la cantina, no están. Me rindo.

  Volví al salón.

  Mi mandíbula cayó al suelo ¿siempre estuvieron aquí?, están sentados en sus pupitres, viéndose con cólera; parece que se odian. Y mucho, ¿se conocerán? Di dos golpecitos en la puerta del salón. Ellos se volvieron hacia mí.

  Larry al verme abrió la boca, como queriendo decir algo.

— ¡Kendall! — exclamó George.

  Larry frunció el ceño. Enarque una ceja hacia él, queriendo saber que quería decir. Él negó.

— Una pregunta—me senté frente a ellos— ¿ustedes se conocen?— Pregunte ladeando la cabeza.

  Se miraron casi sincronizada mente, cosa la cual me sacó una leve sonrisa.

— ¡No!— se apresuraron en decir.

  Se miraron nuevamente. Se nota que están mintiendo.

— No, ¿Cómo se te ocurre? —responde George tras hacerle una seña a Larry, pidiéndole la palabra.

  Larry hace una mueca de fastidio. Si; se odian mucho, lo que no entiendo es: ¿si a Larry no le cae bien George, porque se ofreció a dar el recorrido?

  Lo tengo, para molestarme y/o molestarlo. Es un especialista en ello.

— ¿Para cuándo es el recorrido?— espetó Larry fastidiado.

— ¿Ya?...

  George asiente.

  Empezamos por la cancha, luego detrás del liceo, la cantina, los baños, la dirección, los salones de primero, segundo, tercero y cuarto, también conocidos como el territorio de Andrés. Volvimos al punto de partida —la cancha— por un poco de agua; propuesta hecha por el flojo de Larry.

— ¿Eso es todo? —jadeó Larry.

  George mi mira fijamente, como esperando una respuesta de mi parte.

  Rasco mi cabeza— ¿Si? —dudo.

  Me detengo un momento a pensar, Larry también es nuevo y a él le mostró el liceo el encargado, ¿Cómo le habrán enseñado el colegio a Larry?

— Larry — voltea a mirarme— ¿Cómo te enseñaron a ti el liceo? — Pregunte ladeando mi cabeza, sin suavizar mi tono.

—No recuerdo—se encoje de hombros.

  Debí suponerlo...

— ¿De cuánto es tu IQ? —Ironice — se supone que eso fue hace unos días—me cruce de brazos a manera de reproche.

— Más alto que el tuyo— afirmó, encogiéndose de hombros otra vez.

— Lo dudo. Puedes irte.

  Le hice una seña a George para que me siguiera, Larry no me obedeció, en cambio nos siguió. Le quise dar otro mini-recorrido a George por si acaso.




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