Polos no tan Opuestos

Prólogo

— Déjame en paz —dijo ella furiosa mirándome a los ojos mientras buscaba sus cosas para marcharse de ahí, en ese mismo instante.

— ¿Qué diablos te pasa? — pregunté llevándome las manos a la cabeza por la desesperación y frustración — Hace unos segundos todo estaba bien.

Ella se giró y me miró fijamente a los ojos, mientras sonrió falsamente ahí fue donde supe que sus palabras me iban a doler.

— ¿Quiere saber qué me pasa? — Lamió lentamente sus labios, marcando muy bien cada letra de lo que diría — Lo que pasa es que estoy cansada de ocultar lo nuestro, de ver cómo sales con Carlos todos los jodidos fines de semanas, cómo te presenta tipas, de no poder verte sin el miedo de que alguien nos vea, de no poder besarte como se me da la jodida gana y tú, eres un cobarde que no se agarra los huevos para decirle que estás haciendo con su hermanita — dijo sin despegarme la mirada —escoge si seguir ocultando lo nuestro o que se acabe — fue lo último que escuche antes de que azotara la puerta y se marchara.

Ella tenía razón era un cobarde, que le daba medio admitir sus sentimientos, que no sabría cómo explicarle a su mejor amigo que con los años se fue enamorando de esa mocosa a la que cuidaban en los recesos, pero es que es tan perfecta y siempre lo ha sido, aún recuerdo bien cuándo fue que comencé a sentir algo por ella.

Jugábamos todos en el patio de su casa, a la guerra de agua en pareja, a ella le había tocado conmigo y por error resbalo y cayó encima de mí y me quede embobado al ver sus grandes ojos café, ella se levantó rápidamente y me grito te quedaras ahí idiota.

Tendríamos como 14 y 10 años y yo me intentaba saber qué era ese sentimiento tan particular que causaba Lu en mí, pero con el paso del tiempo fue comprendiendo mejor que era, que verla con otros niños me molestaba, no porque le fueran a hacer algo malo, sino porque era mi Lu.

Aún recuerdo cuando la invitaron a salir por primera vez y Carlos me dijo que habláramos con el chico para que supiera que si la lastimábamos le daríamos una paliza, acepté enseguida porque no quería que nadie lastimara a Lu, ella andaba tan ilusionada con su primera cita, tanto que me dolía no ser yo quien la invita.

Y ahora por mí miedo estoy a punto de perderla.

 



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En el texto hay: romance

Editado: 10.10.2021

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