Polos Opuestos

TRICIA

Blue Blood

Acabé dormida en el sofá, aunque me desperté en mi cama, arropada como una niña pequeña. Seguramente Colin o papá me trajeran anoche. Fuera quien fuese, se lo agradecía. El sofá es demasiado incómodo, pero bueno...

Hace como diez minutos que ha sonado el despertador, pero no me veo con fuerzas para levantarme, no me veo con fuerzas para enfrentar un nuevo día. Siempre la misma mierda, pero día diferente.

Miro al techo como quien pretende memorizar cada rincón del mismo. Suspiro y me tapo completamente con la manta volviendo a cerrar los ojos.

Quizá no vaya a clase, quizás me quede en la cama todo el día o vaya a visitar a mamá. Aún no lo tengo muy claro.

Alguien toca a la puerta, pero no contesto.

—Niña. — La voz de Colin suena lejana, fijo estar dormida—. Tricia, sé que estás despierta, no te hagas la loca.

Sigo sin contestar.

—Mira, quédate en casa si quieres, pero esto no resolverá nada. Después del almuerzo es la selección de chicos para el grupo, tu eres la que más conoce nuestros temas, deberías venir y echar una ojeada a los candidatos, confío en tus instintos.

Abro los ojos y me giro hacia la puerta.

—Allí estaré.

Poco después oigo como se alejan sus pasos. No tengo de qué quejarme de Colin, es un hermano genial, me protege, me cuida, y, yo hago todo lo que puedo por él. Somos así como un dúo, y aunque también nos peleemos y nos odiemos a veces... daría mi vida por él.

Después de desayunar, me doy una ducha rápida, cojo el coche y voy al hospital para visitar a mi madre.

—Buenos días, mami.

Ella alza la vista hacia mí y frunce el ceño.

—¿No deberías estar en clase?

Quito los viejos tulipanes amarillos del jarrón y los reemplazo por nuevos. Los tulipanes son los favoritos de mi madre. Fue la primera flor que le regaló un chico (mi padre), desde entonces es su favorita.

—Eso dicen.

Me volteo hacia ella, ya no se ve tan bien como ayer, alrededor de sus ojos hay pequeñas sombras grisáceas, además de que sus ojos se ven cansados... Hasta parece que ha estado semanas sin dormir.

—Tricia...— empieza a decir, pero le da un ataque de tos.

—¡Mamá! ¿Estás bien?

Corro junto a ella, levanta la mano y me frena. Aunque no me detengo, rodeo uno de sus brazos y hago que se incorpore un poco.

—Estoy bien, estoy bien— lo dice mientras pulsa el botón de emergencia.

—¿Qué haces? ¿mamá? — mi voz sale ahogada cuando veo el dolor en sus ojos.

Pocos segundos después entra una enfermera, la revisa y ordena que me vaya. No entiendo nada, me quedo ahí paralizada mirando a mi madre ahogarse en tos y sangre hasta que me sacan a arrastras y me obligan a irme. Necesito saber qué le pasa, aunque no estoy preparada para verla morir. ¿Alguna vez estaría lista? No lo sé, pero ver algo así ahora mismo sería matarme a mí misma.

Tras ser echada del hospital no me queda de otra más que iniciar mi ruta hacia el instituto. Empiezo a llorar y no paro hasta que oigo sonar mi móvil.

Cojo el móvil y leo el nombre de Colin en la pantalla.

Me seco las lágrimas, me aclaro la garganta y contesto.

—¡Ya voy! — Es lo único que digo antes de colgar.

Bajo del coche y sigo el largo camino hacia la entrada del instituto, al venir tan tarde he tenido que aparcar al otro lado del campus. Todo un fastidio, deberíamos tener todos una plaza asignada, eso lo haría mucho más fácil.

No puedo borrar la imagen de dolor de la cara de mi madre, se me ha incrustado en la mente y no sale. Las lágrimas amenazan con volver a salir, pero me hago la fuerte, la dura. No voy a llorar aquí, no voy a dejar que todos estos hipócritas tomen partido de mi sufrimiento.

Los pasillos de Gidens High School están a rebosar. Siento una que otra mirada puesta en mi pero no les hago caso. Desde lo de mi madre y lo de Gilbert todos me toman por un bicho raro, y no es que me importe. Antes de eso me habría hecho daño saber que la gente se burla de mi a mis espaldas, que se inventan cosas sobre mi vida entre otras cosas, pero ya no me importa. He aprendido a dar a las cosas la importancia que realmente se merece.

Recojo el camino que da al auditorio sin pararme a saludar a nadie, bueno, de todas formas, nunca lo hago.

Visualizo a mi hermano, a Luther y a Bruno sobre el escenario montando sus instrumentos y colocando todo en su sitio. Dentro de un par de minutos estarán listos para empezar la audición.

Silbo alto, lo que hace que mi hermano se voltee y me mire, asiente y luego sigue a lo suyo.

Me dejo caer en una de las butacas más escondidas del auditorio, necesito un poco de paz, estar en mi mundo. Aunque quizá debería ir a hablar con Colin y contarle lo ocurrido, pero no me atrevo, seguramente me regañará por haber ido tan temprano al hospital en vez de ir a clase.

No quiero que nadie me incordie y...




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