Polos Opuestos

TRICIA

¿Un idiota diferente?

 

—Si no le eliges, lo haré yo — musito aún en mi burbuja.

Colin se gira hacia mí y sonríe de oreja a oreja, a él también le ha gustado, aunque hay que tener en cuenta que Ed Sheeran es uno de nuestros cantantes favoritos. Que sonría encantado me hace pensar que él también cree que Khaled es el indicado para Blue Blood.

Khaled es un idiota, pero si no me equivoco, es un idiota diferente. Tampoco puedo hablar mucho sobre él, apenas le conozco, lo único que sé de él es que es un ligón compulsivo, y también que le van las fáciles. Vale, quizá no sea tan diferente de los otros. Gilbert era igual antes de que empezáramos a salir, para poco después destrozarme la vida.

«Dios santo... tengo que alejarme de este chico antes de que sea demasiado tarde».

Quizá sea adelantar acontecimientos, pero soy humana, tengo las hormonas alteradas y como cualquier adolescente tengo una pequeña debilidad por los cretinos.

Me levanto sin esperar a ver la reacción de nadie al final de la canción, corro hacia la salida, cuando ya estoy afuera respiro hondo dejando que el aire puro llene mis pulmones y así puedo despejar mi mente.

—¿Qué haces sin uniforme, Tricia?

Esa voz me deja helada, me giro lentamente hasta dar con frívola mirada del director; y mi padre.

—Yo...— balbucee.

—Vete a casa antes de que me piense un buen castigo que ponerte.

Trago duro dando un paso hacia atrás para luego alejarme todo lo posible de él. Mi padre no es malo, todo lo contrario, pero no permite que porque seamos sus hijos tengamos más derecho que otros a desobedecer las normas. Eso de que tu padre sea el director no es como ganar la lotería, pero algunas veces como ésta puede librarme de ser expulsada por no llevar el uniforme.

Estoy a unos metros del coche cuando alguien se deja ver entre los coches, yo me detengo. Gilbert está a unos pasos de mí, me mira con esa sonrisa traviesa que antes sabía cómo volverme loca pero que ahora lo único que despierta en mi es miedo.

—Hola preciosa — saluda acercándose.

Doy un paso hacia atrás llevando las manos al pecho. Mi corazón ha empezado a latir alocadamente contra mi esternón. Ese chico realmente me aterra, no puedo creer que haya sentido nada por él antes. ¿Cuán ciega estaba?

—Vete Gilbert, no tengo tiempo que perder contigo.

Intento avanzar para llegar a mi coche, pero está en medio. Le esquivo, cojo las llaves de mi bolsillo, pero estoy tan nerviosa que se me caen, me agacho a recogerlas, él me adelanta, haciéndose con ellas.

—Antes te gustaba perder el tiempo conmigo— susurra y me acaricia la mejilla con el dedo índice.

Sus ojos negros me perforan haciendo que oscuros recuerdos inunden mí mente, mi instinto es gritar, pedir socorro, lo que sea, pero no soy una damisela en apuros y no espero que un príncipe de armadura brillante me venga a rescatar.

—Dame las llaves.

Él se ríe acercándose más a mí, por impulso me levanto de golpe. Tener a Gilbert tan cerca de mí es lo último que me apetece en esos momentos. No quiero sentir esa inutilidad que me trasmite siempre que lo tengo cerca. Él se levanta despacio sin dejar de estudiarme con esos ojos de lobo hambriento.

—Dame un beso y te las doy.

—¡Vete al cuerno! — chillo, eso no le gusta con que su primera reacción es agarrarme del brazo y atraerme hacia él.

—Tranquila. Voy, pero te llevo conmigo—sonríe con burla.

—¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? — pregunta una voz a mi espalda.

Trago duro, reconozco esa voz...

Gilbert me suelta y mira al chico de metro ochenta que está justo detrás de mí con ojos pasivos.

—¿Y tú? ¿Por qué no te metes en tus problemas y dejas a mi novia y a mí en paz?

—No soy...

—Te dije que te alejaras de ella. —Soy interrumpida por la ronca voz de Khaled.

—Yo no hago lo que me dicen los novatos, entérate.

Me giro hacia Khaled, tiene la mirada más oscura de lo normal, conozco ese tipo de miradas y solo significaban dos cosas; se estaba enfureciendo o estaba excitado, dudo mucho que se trate de la última. A mi padre le encantaría una pelea en el aparcamiento, su aburrimiento se disiparía unos segundos mientras firma dos actas de expulsión. Pongo mi mano en su brazo, pero no me mira, parece una estatua que perfora el cráneo de Gilbert con la mirada.

—Aléjate de ella, no te lo volveré a repetir.

—¿Qué pasa novato? — Gilbert se pone recto, pavoneándose como si fuera el rey del gallinero, listo para saltarse a una pelea, ya Khaled solo aprieta la mandíbula y los puños—. No sabes con quien te estás metiendo, no sabes de lo que soy capaz, así qué... ¿Por qué no te largas y me dejas a solas con mi chica?

Khaled se ríe y da un paso más hacia él, me interpongo todo lo que puedo entre ellos, pero me siento acorralada. Sentirme acorralada me acabará asfixiando, solo el hecho de pensar en estar acorralada me hace temblar.




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