Megan:
Había una vez.... no, no, no. Mejor, hace muchos años.... no, no, no. Mejor, esta historia puede resultar confusa, ni yo la entendí cuando la viví, yo no tuve la culpa de los primeros dos incidentes pero el destino me dio una cachetada y me hizo ser parte de su malévolo plan.
Al despertarme caí en cuenta de que volvía a llegar tarde a mi trabajo.
"¡LLEGARÉ TARDE POR CULPA DE ESTER!"
— Ester , ¿ya estás lista? — le llamé desde la cocina mientras que caminaba de un lugar a otro para preparar el desayuno.
— ¡sí mamá, ahora salgo me estoy deshaciendo de las ojeras!... — contestó desde el cuarto con su tono habitual de "estoy aburrida de la vida" — ¿cómo me veo?
Sus ojos tenían un brillo especial, mi hermana siempre llevaba esa mirada cuando se había metido en problemas. Solo la vi por unos segundo y respondí apurada.
— como siempre. Camina que me han dado una última advertencia por la tardanza y si me despiden tendrás que vender caramelo en los semáforos.
— respondí mientras trataba de tomar mi desayuno.
— sabes que me importa un pepino lo que ellos te hayan dicho. Para cambiar este horrible ambiente ¿qué te parece una fiestita este fin de semana?
— no gracias, estoy casi segura de que Matilda va a estar en ese evento y no quiero. — en todo momento estaba de un lado para el otro.
— bueno al menos iremos al cumpleaños de Rosa, es la próxima semana y estoy casi segura que Matilda no va a ir.
Me senté para agarrar un pan y luego llevarmelo a la boca, pensando bien que palabras decirle a Ester porque ella siempre encontraba algo en mis palabras que hacían que mi decisión dé un giro enorme.
— déjame pensarlo — respondí tranquila seguido de pararme con rapidez, miré mi reloj de mano por quinta vez en la mañana — rápido, tenemos que irnos ahora.
Al salir, fue como si el destino supiese que necesitábamos un auto porque había uno bien parado en la esquina; tardamos 10 minutos en llegar ya que era temprano y no había mucho tránsito.
— ¡llegamos! — pronunciamos al mismo tiempo, acción que hizo que algunas personas voltearan a ver.
En la entrada nuestro queridísimo jefe nos había estado esperando, con su sonrisa angelical.
— buenos días señor —hablamos las 2 al unísono.
— señoritas, Dixon castillo, a mi oficina ¡ahora! — Queridísimo.
Maldito viejo verde.
Al entrar a su oficina pudimos notar que estaba perfectamente limpia y ordenada, eso me hizo preguntar el salario del hombre de la limpieza...
— tomen asiento señoritas. — esa voz había interrumpido mis pensamientos importantes.
— señoritas firmen aquí por favor.
— pero ¿que es esto? — preguntó Ester.
— su despido — respondió el hombre calvo de unos 50 años.
— ¡Esto es injusto!, solo llegamos 15 minutos tarde... — reclamé
— no es por eso, aunque también sería razón. Es por que estamos haciendo un recorte de personal y estamos despidiendo a los más jóvenes. — su tono burlón siempre me dio ganas de mandarlo a Júpiter de un puñete.
— ¡pero yo estoy aquí hace 3 años! — exclamó Ester .
— ¿que parte de recorte de personal no le quedó claro? Afuera que no las quiero sacar con los guardias.
Matilda se acercó apenas salimos de la oficina.
— que pena que se vayan, ya les empezaba a tener mucho cariño, jajajajajajajaja; la verdad no. — después de su comentario tan sacado de lugar, me dio la espalda y continuó su trabajo.
Matilda era una chica buena muy pero muy en el fondo; un día evitó que me cayera de las escaleras, luego que mi ropa quedara atrapada en el ascensor, después que Ester se cayera de espalda con los tacones que tenía que probar; su excusa siempre era:
— " si mueren, no tendré a quien molestar. Nadie aquí se deja fregar tanto como ustedes "
Ester me sacó rápidamente de mis pensamientos.
— esto no nos alcanza para nada, la fiesta en el yate se va a consumir todo mi dinero.
— es bueno que admitas que no nos va a alcanzar por mucho tiempo, de todos modos, vamos a conseguir trabajo pronto o nos vamos a morir... — respondí casi llorando.
— cálmate querida hermanita, tú eres la mejor diseñadora de todas, seguro conseguirás empleo rápido.
— Eso espero o considérate mujer muerta.
Compré un periódico con la esperanza de encontrar un trabajo aunque sea de lava platos.
— ¡Meg, mira este anuncio! — exclamó emocionada viendo como se necesitaban dos bailarinas en un club.
— eso sería para ti porque tú sabes bailar.
— no hablaba de este anuncio — dijo señalando lo que había visto yo . — hablo de este otro. — me mostraba un anuncio donde había un sector comercial que buscaba toda clase de personas para distintos trabajos.
— bueno, entonces hoy mismo empiezo a visitar cada lugar del periódico. Y me tienes que acompañarme.
— yo creo que no. Hace mucho tiempo un muy buen amigo mío me ofreció empleo en su mini market , en ese momento obvio que no lo necesitaba pero voy a darme una vueltecita por allí para ver si aún quiere.
— ¿no habrá en ese trabajo un lugar para mi?
— yo creo que no, es que la verdad es un lugar muy pequeño, o lo era. En tal caso pregunto también para ti.
— bueno, voy a rogar que quieran.
Habíamos estado caminando durante mucho tiempo, ninguna de las dos se dio cuenta del peligro que estaba por llegar.
— ¡Megan, cuidado!
Solo escuché ese sonido agudo y antes de haber reaccionado sentí un golpe muy fuerte que hizo que me desplomara en el duro suelo.

Tenía dolor hasta en el pelo, no, no exageraba; sentía que me habían pasado gigantes por el cuerpo.
Muy pronto oí voces, una pelea, una voz se me hacía conocida pero la otra no tanto. A lo poco que pude oír la chica molesta le gritaba a un hombre.
— eres un maldito, si mi amiga se muere te juro que... — asumo se acercó a su oído porque no se le escuchaba nada.