Por Amor

SU PROTECTOR

Sobrevivir.

En eso consistían los días para la mayoría de las personas que no querían ser consumidas por la guerra. Claro que para unos era más difícil, pues tenían que lidiar con cosas que otros ni se imaginaban, aunque los últimos años casi nadie tenía la imaginación para otra cosa que no fuera seguir viviendo y protegerse.

Bobby no era la excepción, él solo quería que los niños que adoptó hacía casi 24 años estuvieran a salvo; aunque ya ninguno era un niño sino todos unos hombres ahora. La guerra tenía cuatro años de haber empezado y ya habían muerto casi la mitad de las personas en todo el continente, por no hablar del mundo entero. Sam y Dean Winchester, los famosos hermanos cazadores que han salvado más vidas que los propios soldados que iban al frente, pero ellos solo querían ayudar un poco a las personas de una manera en que sabían que no muchos lo harían, por lo que debían de sacrificarse y además, se lo debían a Bobby, quien siempre cuidó de ellos y los consideraba sus hijos y ellos a él como su padre, claro que para Sam siempre lo había sido pues nunca conoció al suyo propio, algo que por lo menos Dean sí pudo hacer, ya casi no lo recordaba y si no fuera por las fotos que había recuperado de su antigua casa, hubiera olvidado su rostro.

Luego de 20 años de la muerte de John, la llegada de los hermanos a casa de Bobby y una muy abundante caza de demonios y cosas sobrenaturales para los hermanos, comenzó una guerra que los tenía contra las cuerdas. Esa cosa absurda ya llevaba cuatro años y aún no se veía esperanza de que terminara pronto; y aunque los tres hombres habían evitado a toda costa ser reclutados por el ejército, eso les complicaba su trabajo de caza, pues a donde quiera que fuesen casi siempre acababan en enfrentamientos y ellos muy heridos. Ya habían adaptado varios lugares para ellos, pero casi siempre estaban en la casa de Bobby, era el lugar más seguro que el trío conocía pues la habían modificado para estar a salvo de criaturas sobrenaturales y parte de la guerra.

Ese día en particular en esa área de Dakota del Sur, los soldados parecían más violentos, como si intentaran acabar con todo ser vivo que se les atravesara, razón por la cual Sam y Dean se encontraban huyendo en medio del bosque tratando de esconderse de esas personas; se habían separado de Bobby cuando buscaban una Lamia que andaba cazando desde hacía semanas en esos lugares.

-Sam, no dejes caer las armas- Le gritaba su hermano mientras seguían corriendo tratando de despistar a los hombres que los seguían. -¡Rayos! Esos tipos no se rinden con nosotros.- Exclamó Dean al voltear la cabeza y observar que los hombres los seguían buscando aunque ya habían perdido de vista a los hermanos.

-Sí, pareciera como si nos conocieran y nos odiaran- Habló el menor de los hermanos una vez pararon para descansar un poco del maratón que acaban de hacer. -Oye, ¿Llamaste a Bobby? Hay que avisarle que la maldita se nos escapó- Veía a su hermano con el ceño fruncido. No le gustaba cuando habían demasiados humanos armados y criaturas cerca y menos cuando ambos lados los querían matar a los tres.

-No, no tuve tiempo de sacar mi radio mientras nuestros fans nos perseguían- Le devolvió la mirada con una sonrisa que acompañaba el sarcasmo de su respuesta. Sam solo hizo una mueca sin decir nada -Háblale tú, yo veré si todavía tenemos nuestras cosas completas- Dean bajó el bolso que tenía encima del hombro para luego ir por el de Samy, mientras éste sacaba su radio del uniforme de soldado que traía puesto para contactar con Bobby.

Dean se agachó junto a los bolsos y comenzó a sacar las cosas que habían llevado para el caso, al parecer no les faltaba nada; incluso todavía tenían los cuchillos de plata bendecidos por un cura y los condimentos que les había dado Bobby para detener a la Lamia.

-Bobby, ¿Me escuchas? ¿Estás bien?- Sam seguía en pie frente a su hermano que seguía revisando las cosas. Tenía el ceño fruncido y sentía que el casco que llevaba en la cabeza se le hacía más pesado.

-Te escucho, Sam- Ambos hermanos se relajaron un poco al escuchar al otro hombre. -Estoy varado cerca del lugar donde nos separamos y escucho las voces de unos hombres. Creo que son soldados, aunque no sé de qué lado estén- Se escuchaba cansado y hablaba en susurros.

-Sí, nos perseguían hace un momento- Habló Sam para luego lanzar un sonoro suspiro. Dean solo lo miró unos segundos para luego seguir en lo que hacía. -Bobby, encontramos a la Lamia pero no pudimos matarla. Nos encontraron antes de poder hacerlo- Su tono de voz mostraba el fastidio que aquello le causaba.

-Está bien, la buscaremos después- Respondió Bobby luego de un corto silencio. -Por ahora regresen a las coordenadas principales. Debemos irnos antes de que los vuelvan a encontrar... O a mí-

-Bien, nos vemos en un rato- Sam guardó el radio en uno de los bolsillos del uniforme y dirigió su vista hacia los lados para asegurarse de que no había nadie más que ellos en al menos unos 500 metros. Dean terminó de inspeccionar las cosas y le tendió uno de los bolsos a Sam quien lo tomó y lo puso en su espalda.

-Bien, a buscar a Bobby, entonces- Espetó Dean comenzando a caminar con Sam siguiéndolo.

Anduvieron varios cuartos de minutos por el bosque hasta llegar al lugar que les habían indicado pero se preocuparon al no ver al hombre que buscaban, por lo que decidieron llamarlo de nuevo. Cuando Dean iba a sacar su radio de uno de los bolsillos del pantalón, escucharon unas voces muy cerca y no eran para nada amistosas.

-¡Corre!- Fue lo único que dijo a su hermano quien giró a un lado para empezar a correr con Dean siguiéndole.

-¡Alto!- Escucharon ambos hermanos antes de que les empezaran a disparar y luego se les sumaron varios más a la persecución.

En medio de la carrera Dean vislumbró a Bobby sentado en la raíz de un árbol muy grueso no tan lejos de ellos.




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