Por Casualidad.

La búsqueda de Dean.

No podía creer que estaba metido en ese lugar, quería estar en su casa descansando después de un largo día en el trabajo o en un hotel con alguna chica; pero no, su hermano lo tuvo que arrastrar a más trabajo. Ya habían pasado horas desde que habían llegado a "El Edén" y Sam aún no se quería ir, parecía estar encadenado a ese maldito lugar.

-Recuérdame, Sam, ¿qué hacemos aquí?- Repitió la pregunta por enésima vez ya irritado de no hacer nada más que estar sentados y que se les acercaran personas para nada interesantes.

-Tranquilízate, ¿sí?- Le respondió su hermano en voz baja a pesar de que había música clásica sonando y casi nadie los podría escuchar. -Solo debemos esperar un momento más hasta que aparezcan los hijos del dueño y hablar con ellos para plantearles las posibilidades de crear una sociedad que...- Pero Dean ya no lo escuchaba, a veces su hermano podía ser demasiado aburrido con el trabajo. Él solo se encargaba de cerrar los tratos y Sam de lo demás, por eso no veía necesaria su presencia allí.

Su hermano seguía hablando sobre trabajo, pero como él no le prestaba atención decidió concentrarse en las personas de las otras mesas, seguro sería más interesantes que lo que estuviera diciendo su hermano en esos momentos. Su mirada se detuvo en un par de hombres cerca de su mesa que parecían tener una fuerte discusión, uno de ellos llevaba un elegante traje negro de empresario mientras que el otro, parecía también llevar un traje pero estaba oculto por la gabardina beige que traía puesta, aunque lo que más llamó la atención de Dean no fue su atuendo sino los ojos de éste, tan intensamente azules que parecían tener su propio brillo. "Bonitos Ojos", pensó Dean para sí, pero desvió su mirada de los ojos contrarios cuando el hombre llevó su mano a su pecho como si sintiera una molestia, pero justo en ese momento, alguien se les acercó a los hombres haciendo que detuvieran su discusión y la acción del sujeto de la gabardina, que en ningún momento se llegó a enterar de que había alguien observándolo.

-¡Dean! ¡Oye!- Escuchó que lo llamaba su hermano; había olvidado que estaba junto a él. -¿Escuchaste algo de lo que te dije?- Sam le miraba con reproche y al no obtener respuesta de Dean, soltó un suspiro resignado; lo bueno es que Dean no tenía que hablar sobre nada o ya estarían despedidos. -Olvídalo, de todas formas yo me haré cargo de la mayoría del proceso, tú solo concéntrate en parecer que te interesa algo de esto- Le volvió a susurrar su hermano.

-Pero no me interesa nada de esto y lo sabes- Replicó en un susurro molesto, dirigió su mirada hacia su hermano que lo veía con desaprobación. Le iba a decir algo más pero sintió un repentino y leve ardor en su pecho, justo debajo del tatuaje que compartía con su hermano; llevó una de sus manos al lugar donde sentía la molestia y se frotó un poco tratando de aliviarla, cosa que sorprendentemente funcionó.

-Sí, pero sabes que esto es importante. Así que intenta relajarte un poco y cambia esa cara de querer matarlos a todos- Le regañó su hermano haciendo ademanes con sus manos y señalándolo con el dedo índice. -Además, ¿quién sabe? Puede que encuentres a alguien especial aquí- Trató de persuadir a su hermano para que cambiara de actitud por unos momentos, pero el mayor solo rodó los ojos ante el comentario de Sam, ya habían hablado de aquello y de alguna manera, siempre terminaban con el tema de encontrar sus "almas gemelas", le fastidiaba que su hermano creyera en esos tipos de cuentos de hadas.

-Buenas, caballeros- Les saludó una chica que acababa de llegar a su mesa junto con dos hombres. Dean se dio cuenta de que eran los mismos que habían estado discutiendo hacía un momento. -Son los Winchester, ¿no?- Dijo la chica pelirroja de traje elegante. Dean se enderezó en su silla sonriendo a la hermosa chica que estaba frente a ellos.

-Sí, somos nosotros. ¿Quién pregunta?- A pesar de su sonrisa coqueta, usaba su tono profesional para hablar en esos momentos, por lo que veía se trataba de trabajo y debía comportarse lo suficiente para que su hermano no lo regañara más tarde.

-Trabajamos para El Edén. Soy Anna; ellos son Uriel y Castiel- Dijo señalando a los hombres a su lado. -Mucho gusto- Sonrió y les tendió una de sus manos a los chicos que se levantaron de sus sillas.

-El gusto es nuestro- Respondió Sam tomando la mano de la chica, quien luego se la tendió a Dean que imitó el acto de su hermano. -Gracias por aceptar nuestra invitación- Comentó el Winchester menor a lo que Dean le miró confundido, no recordaba que su hermano le dijera algo sobre esa invitación; pero seguro lo dijo en algún momento en el que no le prestaba atención.

-No hay de qué- Contestó la chica con una sonrisa calmada. -Bueno, ¿comenzamos?- Dijo ahora un poco más seria.

-Por supuesto- Respondió Sam haciendo un ademán con la mano para que la chica y sus acompañantes tomaran asiento. Un celular sonó antes de que alguien dijera otra cosa, la chica sacó uno de sus bolsillos, lo tomó pidiendo disculpa y se alejó un poco para hablar; no duró mucho en el teléfono ya que regresó enseguida con los chicos que no se dirigían palabras esperándola a ella.

-Ah, lo siento- Se disculpó por la interrupción a lo que Sam y Dean negaron con la cabeza en señal de que no pasaba nada. -Castiel, necesito que vayas a atender esto; es urgente- Le dijo la chica al hombre de la gabardina mientras le entregaba unos papeles. El hombre solo asintió y se fue sin despedirse. El resto tomó asiento y empezaron una conversación que Dean tachó como demasiado seria y aburrida para su gusto, lo único que lo distraía un poco era el cosquilleo que sentía en su pecho, tenía la necesidad de rascarse pero no lo hizo porque debía comportarse en esos momentos y seguir fingiendo que prestaba atención y le interesaba lo que allí se hablaba, aunque no fuera cierto; solo rezaba para que aquella cena acabara pronto.




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