Antes de cumplir 11 años mamá ya se había conseguido un novio el cual ya era una persona de aproximadamente 48 años o al menos eso creo, nunca me tomé la molestia de saber quién era y de dónde venia, él se llamaba Hernán, alto, piel clara, ojos claros y una barba algo llena de canas. Al poco tiempo que mi mamá y él empezaron a salir tomaron la loca decisión de casarse.
Mi madre lo llevaba a casa cada noche para que cenara con su futura esposa e hijos, al principio todo era como cuento de hadas, nos traía regalos o dulces, pero después buscaba cualquier cosa para recordar que papá se había ido y nos había abandonado, aunque él decía que cuidaría de todos.
Meses después ya eran marido y mujer.
Ahora mamá era Sophia Williams, ya no llevaba el apellido de papá, pero wow! No podía negar lo hermosa que se veía mi madre con su vestido blanco, era como una princesa y yo quería verme algún día como ella, quería verme como una princesa. Me tranquilizaba un poco el que mamá se casara ya que yo siempre la veía feliz con Hernán, el ver a mamá feliz también me hacía feliz a mi, también me tranquilizaba que ya no saldria por las noches sola.