Por medio de palabras

17

Rain

Aprendes que no debes juzgar un libro por su portada, porque quizás entre sus páginas encuentres la mejor historia que exista.

 

 

Después de salir a correr de buena mañana, me di una ducha justo cuando April se estaba levantando. Observé su pelo enmarañado y sonreí porque me resultaba extrañamente adorable. Solo en esos segundos antes de que fuera consciente al cien por cien era cuando podía observarla. Si lo hacía después, seguramente me llevaría una buena charla sobre el acoso e intimidación hacia las mujeres. O quizás me llame pervertido directamente y me saque el dedo, dependía mucho de su estado de ánimo.

Frotó una y otra vez su rostro, fue a buscar su móvil y se percató de que no lo tenía, entonces gruñó y se volvió a tumbar tapándose el rostro con la almohada.

—¿Entras al baño primero? —Se lo ofrecí mientras me quitaba las zapatillas sentado en mi cama.

—No, me quedaré en la cama.

—Ya, claro que sí, dudo mucho que faltes a las clases.

Se incorporó, en sus ojos había unas pequeñas ojeras, pero nada preocupante. La noche anterior se había quedado hasta tarde estudiando y leyendo, esa chica no soltaba los libros ni aunque le pagases todo el dinero del mundo. Me miró y comenzó a hacer como si oliera.

—Son tus pies.

—¿Qué?

—Tus pies huelen mal… Huelen horriblemente mal… Apestan… Es como si abriesen un queso fuerte… Y no me gusta el queso fuerte.

Me reí a pleno pulmón, abrí la ventana y dejé los zapatos en la repisa. Sé que me lo agradeció, había visto esa media sonrisa. Siempre me fijaba en sus sonrisas escondidas, eran demasiado bonitas como para pasarlas por alto.

—¿Estás mejor por lo de ayer?

—Estoy bien.

—Claro, doña soy invencible… Nada te afecta.

Me lanzó su almohada y la cogí al aire.

—Fue una mala cita, nada más. —La vi encogerse, la vi siendo vulnerable—. Simplemente no salió bien.

—¿Le hablaste de tus libros?

Sonrió de oreja a oreja y asintió.

—Sí, eso hizo que todo acabase mal. Me faltó el respeto.

Apreté los labios y asentí, me sentía un afortunado por hablar con ella de esa forma, sin matarnos.

—Creo que se sentía inseguro.

Lo dije encogiendo mis hombros.

—¿Inseguro? ¿Por qué crees eso?

—Bueno, eres una mujer que sabe lo que quiere, con unas expectativas que no todo el mundo puede cumplir. —Esperaba no meter la pata, pero era mi opinión sincera—. Muchos hombres, si se les puede llamar así, no llegan a cumplir esas expectativas y por ello intentan menospreciarte para hacerte sentir menos. ¿Qué hay más peligroso que una mujer decidida ante un hombre completamente inseguro? Nada. Por ello creo que se sentía por debajo de ti, y de alguna forma quiso manipularte a su antojo. Lo bueno es que no caíste, no creo que caigas en trampas así. Eres demasiado lista.

No dijo nada, se quedó completamente callada y creí de verdad que me iba a asesinar o algo peor. Pero no, al levantar la cabeza y mirarla estaba perpleja, pestañeando una y otra vez sin saber muy bien qué decir.

—Me alegra saber que no fue culpa mía.

—No, eso es lo que quiere que pienses. No tienes nada de malo, April. Él, en cambio, está lleno de inseguridades e indecisiones. Mejor para ti, te has salvado de una buena.

Salió de la cama asintiendo, no dijo nada, se le formó una sonrisa en los labios, la cual contemplé y me sentí extremadamente útil. En ese momento sentía que podía decirle muchas cosas, pero prefería no abusar de aquella confianza y me quedé allí hasta que se marchó a clase.

—Pasa un buen día.

—Igualmente. —Salió por la puerta y no pude evitar sonreír, había dejado un olor por toda la habitación que era difícil no admirar.

Como ese era mi día libre, pensaba aprovecharlo para ir a la librería con Archie, porque no, no se me había olvidado. Cuando me proponía algo lo cumplía, y justo al salir de la ducha tocaron a la puerta. Me acerqué a abrir y lo vi revolviéndose el pelo.

—De verdad, odio la lluvia.

—Creo que la lluvia te odia más a ti.

—Creo que la lluvia te odia más a ti —me hizo burla—. ¿Estás ya? Sigo sin saber qué quieres hacer, pero como es referido a April me da miedo preguntar.

—No es nada malo.

—Permíteme dudarlo.

—Dame dos minutos. —Entró en la habitación y cerré la puerta, aunque de nuevo golpearon en la madera.

Bajé la manivela y me topé de frente con ese «tío». Llevaba el móvil de April en la mano y apretaba sus labios.

—¿Está April?

—No, pero yo se lo doy.

Se lo quité de las manos y le mostré mi sonrisa más molesta. Creo que se dio cuenta de que yo no estaba para ser muy amable y mucho menos para invitarle a entrar en la habitación.

—Oye, tío, no sé lo que te contó, pero…

—Me dijo que te gustaban los libros, ¿cierto?

—Sí.

—Yo puedo recomendarte uno que se llama «Los conceptos básicos para aprender a respetar a una mujer». Ahora mismo iba a una librería, si quieres te lo pido.

El silencio que se hizo, además que la tensión era palpable. La verdad es que no me arrepentía de nada, alguien en algún momento le bajaría de esa nube en la que se había subido con su ego.

—Quizás sea demasiado para ti, puedo buscar uno que tenga dibujitos.

—Lo siento si la incomodé o le falté el respeto.

—¿Por qué te disculpas conmigo? Discúlpate con ella por ser un capullo.

—Si tienes algún rollito con ella…

—Tío, lárgate.

Le cerré la puerta en las narices y me acerqué a su mesita para dejarle el móvil. Le enchufé el cargador porque sabía que no tendría batería y miré a Archie que estaba completamente pasmado.

—No sabía que pudieras hacer eso.

—¿El qué?

—Dejar sin palabras a alguien de esa forma.




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