Herminio era un alma marcada por la tristeza desde el mismo día de su nacimiento. Criado en un hogar donde el amor era escaso y el abuso era moneda corriente, creció con un corazón endurecido por las cicatrices emocionales. A medida que crecía, la soledad se convirtió en su compañera más constante, y sus esperanzas de encontrar el amor verdadero parecían cada vez más inalcanzables.
Un día, mientras paseaba por el bullicioso mercado del reino, Herminio se encontró atrapado en medio de un altercado con unas damas de la corte. Estas mujeres, llenas de arrogancia y desprecio, lo ridiculizaron y lo humillaron sin piedad. La multitud que los rodeaba miraba con indiferencia, pero justo cuando la situación parecía a punto de empeorar, un joven apuesto y valiente llamado Asher intervino.
Asher, con una sonrisa gentil y ojos llenos de compasión, puso fin al abuso y defendió a Herminio. Ese día, un rayo de esperanza brilló en el corazón de Herminio, un destello de amor y amabilidad que nunca había experimentado antes. A partir de ese momento, Asher se convirtió en su ancla en un mundo de tormento y soledad.
Con el tiempo, Herminio y Asher se hicieron amigos inseparables. Asher compartía su vida y su tiempo con Herminio de una manera que nadie más lo había hecho. La amistad floreció, pero para Herminio, la línea entre la amistad y el amor se volvió cada vez más difusa. A pesar de sus sentimientos apasionados por Asher, sabía que debía esconder su amor, temeroso de perder la única fuente de felicidad que había conocido en años.
Sin embargo, la vida tenía otros planes. Un día, mientras paseaban juntos por el bosque, Herminio y Asher se toparon con Amora, una joven encantadora que parecía haber caído del cielo. Amora y Asher se miraron, y en ese instante, el corazón de Asher quedó prendado de Amora. Herminio sintió cómo su mundo se desmoronaba en un instante, y aunque sabía que debía respetar los sentimientos de su amigo, el dolor en su interior era insoportable.
Herminio luchó internamente con su amor no correspondido, pero su tormento no se detuvo ahí. La desesperación se apoderó de él, y consideró un plan drástico: eliminar a Amora para liberar a Asher de sus sentimientos por ella. Sin embargo, su amor por Asher era tan puro y profundo que no pudo llevar a cabo su oscuro plan.
En su angustia, Herminio se alejó de Asher y desapareció en el bosque. Fue entonces cuando se encontró con un misteriosa hada, quien le ofreció un contrato mágico que le permitiría convertirse en un dios, con el poder de cambiar su destino y encontrar el amor que tanto anhelaba.
Herminio, desesperado por encontrar la felicidad, firmó el contrato y se convirtió en un ser divino. A medida que el tiempo pasaba, Herminio adquirió un poder inconmensurable y una inmortalidad que le permitía explorar el mundo y obtener conocimiento sin fin. Pero a pesar de todas las riquezas y el poder, el amor seguía siendo esquivo. La soledad y el vacío dentro de su corazón solo crecían con el tiempo.
Finalmente, tras mucho tiempo de desolación, Herminio tomó la decisión de renunciar a su divinidad y regresar al mundo de los mortales. Cuando regresó, esperaba encontrar a Asher solo y desesperado por su ausencia, pero en cambio, vio que Asher y Amora se habían casado y habían construido una vida juntos, repletos de amor y felicidad. La visión destrozó el corazón de Herminio, quien comprendió que no podía interponerse en su felicidad.
A pesar de su dolor, Herminio hizo una elección valiente y desinteresada. Sabiendo que nunca encontraría el amor que tanto anhelaba, decidió sacrificar su propia vida. Hizo una ofrenda a los dioses, pidiendo que cualquiera que sufriera por amor pudiera encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso cuando el mundo pareciera estar en su contra.