¿por qué a mí?

Capítulo 21

Chase


 

Golpes, gritos, vidrios que se estrellan contra el suelo.


 

Reconozco esa voz, los músculos de mi cuerpo comienzan a tensarse, abro muy suavemente los ojos, estos arden, miro el reloj de a lado de la cama y marca las tres de la madrugada.


 

En el silencio de la noche los gritos se hacen aún más fuertes e intensos de lo que parecen, como si esa persona que los ocasiona estuviese sentada al lado mío.


 

Cierro y abro nuevamente los ojos, intentando despertarme de esta pesadilla.


 

Pero no es una pesadilla. Es la realidad pura y en su máximo esplendor.


 

Wendy, quien se encuentra durmiendo a mi lado se percata de lo que está sucediendo.

Sus ojos color avellanas hacen el intento de abrirse, pero el cansancio y el sueño son más fuertes que ella.


 

Luego de varios intentos, logra abrirlos. Mira a su lado buscándome, pero ya no estoy allí, sino que estoy bajo el marco de la puerta de su habitación.


 

Confusión es lo único que siento en este momento. ¿Esto es real? ¿No será una simple pesadilla? Intento hacerle creer a todo mi cuerpo y cerebro que esto es real, que no es un sueño. Pero no puedo asimilarlo. Esto no puede estar sucediendo.


 

A decir verdad, no lo creía capaz de hacer una cosa así.

O quizás si... pero no quería aceptarlo. Aceptar que es una persona que definitivamente necesita ayuda.

Es una persona que luego de lo sucedido durante este último mes,  jamás podré volver a llamarlo papá.


 

Si, esa persona que está en este momento golpeando la puerta de entrada de los Fairchild, gritando y estrellando lo que supongo y estoy casi seguro que son botellas de alcohol, es mi padre. ¿Que otra persona podría ser...?


 

–¿Chase, q-que sucede?–pregunta una Wendy muy somnolienta


 

Quiero decirle que no es nada, que vuelva a dormir, que está soñando, pero esto es real.


 

Aún bajo el marco de la puerta,  puedo oír como la puerta de la habitación de Anne se abre lentamente.

Wendy se levanta de la cama confundida y se coloca a mi lado.


 

–Chase...


 

–Lo siento Wendy–digo mirándola a los ojos, pero ella me mira confundida, no entiende que es lo que sucede.–cre-Creo que es mi padre. Creo que es él quien está haciendo todo este alboroto–señalo hacia la puerta principal.

Wendy abre sus ojos como platos, aún está intentado asimilar la situación. Mira su reloj de muñeca y luego vuelve a llevar su vista hacia mi.


 

–Chase, ¿quieres hablar con él?–pregunta Anne con su característica dulce y suave voz.


 

Los tres nos dirigimos hacia la entrada, intentado tomar valor de a lo que nos podamos enfrentar una vez que la puerta principal se abra.


 

–Tengo miedo... estoy casi seguro que está... fuera de sí.–no llego a decir la palabra borracho, pero estoy seguro que ella comprendió a lo que me refería.


 

–No te preocupes cariño, yo estoy aquí, te aseguro que nada te sucederá. –da un pequeño apretón a mi mano, y decidida con lo que está a punto de hacer, se dirige hacia la puerta. Toma del picaporte, me da un vistazo, y en cuanto asiento con mi cabeza, ella abre lentamente la puerta, dejando que el marco de la misma sea lo único que nos separa a nosotros de él.


 

–Tu...–me señala mi padre con su mano derecha, con la cual, al mismo tiempo sostiene una botella de whisky.

A su alrededor puedo visualizar dos vasos de vidrio hechos añicos en el suelo, junto a trozos de una botella también de vidrio.

La puerta principal estaba pintada totalmente de color blanco.

Si, digo estaba, porque ahora la perfecta madera está cubierta de dos manchas de color rojo, lo que supongo que debe ser sangre, ya que los puños de mi padre también están cubiertos del mismo líquido.

La puerta, también está cubierta de alcohol, varias manchas de un color amarillo viejo, un amarillo casi incoloro, cubre la madera blanca.

Todo, causado por mi padre.


 

–Tu... e-eres el resp-ponsable de to-todo esto– vuelve a repetir mi progenitor. Da dos pasos hacia dentro de la casa.

Intenta dar un paso más, pero este se tambalea. De no ser por el estante que está a su lado, de no haberse sostenido del mismo, en este momento estaría desplomado en el suelo.


 

–Vete, por favor–ruego–vete...–mis ojos comienzan a humedecerse.


 

Pero él, simplemente ríe irónicamente.

Vuelve a dar un sorbo a su botella, y da otro paso más en mi dirección.


 

Está volviendo a suceder.

Una vez más volvió a emborracharse. Y, por experiencia propia, puedo decir que esto, no va a terminar nada bien.

O al menos, nunca ha terminado bien.


 

Estoy en la casa de Wendy, son las tres de la madrugada, la familia Fairchild, había tenido la generosidad de hospedarme por un tiempo aquí, quería mantenerme fuera del alcance de mis padres, quería mantenerme fuera de los problemas, de situaciones cómo estás.

Creía que, si estaba un tiempo fuera de casa, estas cosas no sucederían.

Pero no fue así.


 

Me encontró.

Y volvió a hacerlo.


 

–Así que... ésta es tu nueva familia, por esto...–señala el interior del apartamento y luego a Wendy y su madre–¿por esto me cambias. Nos cambias?

Mi propio hijo, me abandona.


 

Rabia, ira, enojo, es lo que siento en este momento. Siento el impulso y la necesidad de acercarme hacia él y golpearlo. Sacarlo de la casa, y terminar con esto de una vez por todas.


 

No se en que momento formé un puño con mi mano, pero me percato de ello en cuanto las suaves manos de Wendy cubren mi apretado puño, transmitiéndome tranquilidad y serenidad.




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