Me pregunto si no me quiere hablar. No ha dicho ni una sola palabra desde que salimos del salón, así no le veo mucho sentido a lo de acompañarla. ¿Eso significa que el favor es otro? Bua, esto es un tanto incómodo, creo que me tocará decir algo.
—¿Sueles comprar en la cafetería, Miyake?
—A-Ah, no.
Entonces, eso me lleva a pensar que no sabe cómo comprar en la cafetería, que por más tonto que suene, es posible.
Ya volvió a quedarse callada. Se nota que es bastante tímida, aunque no sé si solo será conmigo o en general. Me pregunto si este silencio no le será incómodo a ella, tal vez esté pensando algo como sobre como hacer una buena conversación o la manera de no quedarse callada. He escuchado que las risas son buenas para romper el hielo, así que tal vez un chiste le guste.
—Por cierto, ¿alguna vez te han dicho que pareces una persona saludable?
—¿Ah? N-No. —Se tomó un segundo antes de animarse a agregar—: ¿Po-por qué lo dices?
—Porque te ves como alguien que quisiera saludar seguido.
Uh, lo decía como chiste, no como halago. No importa, creo que con eso ya se ve un poco más relajada. Probaré otra pregunta para ver si funcionó.
Al final, decidí dejar unos instantes de silencio para que ella se calmara, dejara de tartamudear y pasara más de 5 segundos sin parecer un tomate.
—A propósito, ¿hay alguna razón por la que me hayas invitado? —Y antes de escuchar algo de ella, quise agregar—: No te preocupes, cuál sea la respuesta no será mala. No te sientas nerviosa conmigo, ¿sí?
E-Espero que de-deje de-de hablar a-así, porque harta un poco. Aunque supongo que no se puede hacer mucho si no es buena hablando.
Se preparó un momento, como si hiciera esfuerzo por sellar su timidez. Una vez ya preparada, dijo—: No te hablaba a ti. En realidad quería invitar a Miura, pero creo que no se dio cuenta.
Él dijo que me equivocaba, y después que lo olvidara… Sí se dio cuenta, ¡es un mal…! Imaginaré que ha de tener sus motivos. Aunque ha bajado 10 puntos en carisma.
—Oh, perdón. Lamento haber interrumpido.
—No te preocupes. Quién debería pedir disculpas soy yo por interrumpirlos primero.
—No estábamos hablando de nada importante. De hecho ya me iba a marchar. Además, volviendo a decirlo, yo soy la que debería. —Dándome cuenta del mal dúo cómico que estábamos empezando a hacer, detuve mis disculpas y seguí—: Bueno, eso no importa, ya que estamos aquí aprovechemos para charlar un poco.
Una sonrisa apareció en su rostro mientras que con voz un poco baja decía—: S-Sí.
Entonces no quería nada en específico, solo venir a este lugar con Miura. Creo que lo arruiné un poco, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. A menos que la compense ayudandole en algo. Una idea acaba de llegar a mi cabeza, ya sé que puedo hacer.
Esperé otros minutos más para que volviera a estabilizarse. Llegamos a la zona de la cafetería, pero todavía no nos formábamos porque había más gente de lo habitual, tanto que parecía un concierto.
—Creo que deberíamos sentarnos es una mesa. —Señalé un lugar vacío donde podíamos quedarnos.
Ella no dijo nada, únicamente me siguió a la mesa.
Bien, creo que ya es hora de decirlo, solo espero que no empiece a tartamudear de nuevo.
—Miyake, ¿te puedo hacer una pregunta? —Antes de que me contestara, decidí agregar algo importante—. No, en realidad dos preguntas, contando esta.
—Claro. Estoy acostumbrada a responder preguntas.
—¿Quieres que te ayude a invitar a Miura?
Mi pregunta agarró por sorpresa a Miyake, quien lucía de nuevo su posible tono de piel natural, el rojo. Se notaba un poco emocionada, aunque tal vez esto solo era idea mía.
—Gra-Gracias. —La forma en que lo decía confirmaba que estaba emocionada.
—Muy bien, entonces…
—Pero así estoy bien. Venir contigo también me pone feliz.
¿Eh? ¿Por qué dice eso? ¿Tan bien le caí solo con un intercambio de palabras? Ahora ella me está pegando su cara colorada. Muy bien, Miyake, eso me ha agarrado desprevenida, pero no creo que halagarme sea tu intención.
—¿Po-por qué dices eso?
—A decir verdad, desde antes quería hablarte, pero nunca vi la oportunidad.
¿Una admiradora? Y es bastante hermosa, no sé por qué querría hablarme a mí. Veo mejor cambiar de tema, porque con cada palabra que suelta me pone un poco más nerviosa. Y yo pensando que era un poco raro que se sonrojara tanto y tartamudeara, pero ahora estoy haciendo lo mismo.
—Ci-cierto, otra cosa que también quería saber es, ¿qué sueles comprar aquí? —De manera un poco torpe y rebuscada, cambié a un tema más normalito.
Tal vez la volví a sorprender al cambiar de tema, aunque se notaba que ya me estaba agarrando el ritmo, y no tardó tanto, recalco el tanto, en responder.
—Amm. Lo cierto es que no suelo venir a comprar, aunque tampoco es como si trajera un almuerzo desde casa.
—¿Entonces no comes durante el descanso? Eso es algo malo. ¿Tus amigos no te dicen nada al respecto?
—P-pues. Eeeh. La ve-verdad. —Se había vuelto a poner incómoda por mi culpa.
Ups. Está claro que metí la pata. No sé por qué, pero no debí haber mencionado eso. Hay que evitar seguir la pregunta.
—No te preocupes por responder. La próxima vez que quieras que alguien te acompañe, puedes avisarme.
—¿¡En serio!? —Sin querer, la puse feliz.
Bueno, no hay que arruinarle su momento, así que a seguirlo.
—Sí, cuando gustes. Suelo venir a diario con mis amigas, así que puedes venir con nosotras.
—Gracias.
Seguía feliz, pero eso lo dijo con un poco menos de ánimos. ¡Vamos! Un poco de más compañía no le hace daño a nadie, aunque tal vez el que llega primero al salón sea alérgico a la compañía, pero él es un caso especial.
—Pues ya deberíamos ir regresando al salón, ¿no?
—Pero. —Y no continúo ese pero—. Sí, ya deberíamos regresar.