¿por qué yo, por qué aquí, por qué ahora?

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Las hojas caen suavemente, llevadas por el viento del otoño que mece los árboles a las afueras de mi ventana. Son momentos como estos, cuando el silencio del pasado se fusiona con el ruido sutil del presente, que la memoria me lleva de vuelta al niño que fui. Un niño de cabellos rubios como el trigo recién cortado y ojos grises que reflejaban un mundo aún por descubrir.

A veces, los recuerdos llegan como olas impredecibles, arrastrando imágenes, sonidos y sensaciones que habían estado sumergidas en lo más profundo de mi ser. En otras ocasiones, vienen a mí con una dulzura sutil, como una melodía que siempre ha estado ahí, esperando ser recordada. Pero hoy, a  mis 65 años, siento la necesidad de bucear en esos recuerdos y revivirlos, uno por uno.

La provincia de Burgos, con su paisaje austero y sus campos interminables, fue el telón de fondo de mis primeros años. Un lugar donde las personas trabajaban duro, donde cada pedazo de tierra y cada gota de sudor contaban. Era un mundo simple pero genuino. Marisol, mi hermana, con sus trenzas castañas y su sonrisa traviesa, siempre estaba a mi lado. Yo, el hermano menor, el llorón (así me apodaron), me escondía detrás de ella buscando consuelo ante las adversidades de nuestra infancia.

Mi madre, Adela, con manos curtidas pero cariñosas, se esmeraba en las labores del hogar, siempre buscando la manera de hacer más con menos. Su voz serena me contaba un cuento por las noches, y en sus ojos podía ver el amor inquebrantable que sentía por nosotros. Anacleto, mi padre, era un pilar de fuerza y determinación, un hombre sencillo que sabía lo que era trabajar de sol a sol y que, a pesar de todo, mantenía la esperanza de un futuro mejor.

Esa esperanza nos llevó a emigrar al país vasco, a Bizkaia, y más concretamente a Barakaldo. Dejamos atrás el pequeño mundo que conocíamos y nos sumergimos en un lugar más grande, con sus calles bulliciosas y su ritmo frenético. Pero también con nuevas oportunidades, con la promesa de un trabajo y una vida mejor. Fue un cambio que marcó el rumbo de nuestra familia, que definió quiénes seríamos y hacia dónde iríamos.

Pero antes de sumergirme en esos recuerdos, miro a mi alrededor y respiro profundo. Aquí, en la intranquilidad de mi hogar, rodeado de fotografías y memorias, me preparo para embarcarme en este viaje por mi vida,  por la vida del hijo de Anacleto. Una vida humilde, de dolor, de rebeldía, de lucha, de complejos y de consciencia.


 



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En el texto hay: yo, aqui, ahora

Editado: 17.01.2024

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