¿por qué yo, por qué aquí, por qué ahora?

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Villatuelda

 

Antes de apagar el ordenador y encontrarme con Ana, me detengo un instante más. Tomo dos fotos al azar, imágenes que me transportan a otro tiempo y lugar, a Villatuelda, el pueblo de mi padre, Anacleto. El verano de 1977 se asoma en una de ellas, con un yo muy joven bajo el sol implacable, sentado en el patio de la casa de mis abuelos, mientras que la otra captura el pueblo en sí, anclado en el tiempo, un cuadro de los recuerdos que definen a nuestra familia.

Al mirarlas, decido que este capítulo, "Villatuelda", debe ser escrito ahora, en este preciso momento. No hay tiempo como el presente para revivir los veranos que formaron el tapiz de mi infancia, esos agostos que mi padre esperaba con ansias durante todo el año. Era un retorno a sus raíces, a su esencia; era el momento del año en que Anacleto se reencontraba con sus familiares y con su ser más auténtico.

Durante esos veranos, la casa de los abuelos se transformaba en un hervidero de vida y alegría. Los primos correteaban por las mismas tierras que una vez vieron jugar a su padre y sus hermanos. Los tíos, con vasos de vino en mano, contaban historias de sus familias, sus trabajos, los vecinos del pueblo, la actualidad social y  política de aquella época. Y a medida que bebían, las conversaciones se hacían más animadas y ruidosas.

Aunque mis abuelos ya no estaban con nosotros, sus risas todavía resuenan en mi memoria. Sus voces, mezcladas con las de mis padres y tíos, creaban una melodía que aún late en mi corazón. Era una fiesta continua, humilde en su esencia, pero infinitamente rica en amor y calidez. Las comidas en el patio de la casa, que se extendían bajo la sombra de las paredes de piedra y adobe, eran sencillas: queso casero, algún embutido de la matanza, pan recién horneado y el inconfundible sabor del vino de la tierra, que parecía capturar el espíritu de Villatuelda en cada sorbo.

Mientras escribo, sonrío al recordar cómo, después de comer, los mayores se sumergían en sobremesas eternas, compartiendo anécdotas y chistes que, aunque repetidos año tras año, nunca perdían su gracia. Nosotros, los más jóvenes, explorábamos rincones del pueblo y campos adyacentes, creando nuestras propias aventuras y secretos.

Villatuelda era más que un lugar; era una cápsula del tiempo, un espacio donde cada verano parecía un capítulo eterno, donde las preocupaciones del mundo más allá de sus límites se desvanecían. Era un refugio, una constante en un mundo que siempre estaba cambiando. Y era, sin duda alguna, lo que mantenía unida a la familia.

Miro la fotografía que muestra una vista panorámica de Villatuelda. Se trata de una localidad pequeña y pintoresca, típica de la región rural de Burgos, cerca de Aranda de Duero. El pueblo está anclado en un paisaje de colinas suavemente onduladas, con campos cultivados que parecen preparados para la siembra o recién cosechados, lo que sugiere que la foto podría haber sido tomada a finales de primavera o comienzos del verano.

En primer plano, una carretera muy estrecha y medio asfaltada conduce hacia el pueblo, flanqueada por una señal de tráfico, oxidada y a duras penas legible,  que indica la proximidad del pueblo. La carretera se ve tranquila, sin vehículos, lo que añade a la atmósfera de serenidad que rodea al pueblo.

Las pocas casas del pueblo se extienden a lo largo de la vista, con tejados de color rojo terracota que contrastan con las paredes de adobe de las casas. El diseño es sencillo y funcional, típico de las zonas rurales de la provincia. Un elemento destacado es la iglesia, con su torre robusta y cuadrada, que se eleva por encima de las demás casas, sugiriendo que es el centro espiritual y social del pueblo.

El verde de la vegetación es prominente en la colina que se alza detrás del pueblo, proporcionando un fondo natural y vibrante. El cielo está parcialmente nublado, con nubes que se dispersan permitiendo que la luz del sol bañe el paisaje con una luz suave y difusa.

En conjunto, la foto captura la esencia tranquila y atemporal de un pequeño pueblo rural en España, un lugar donde la vida parece transcurrir a un ritmo más pausado y reflexivo.

 

Cojo la otra imagen que muestra a un joven, a Emilio. Es verano, probablemente un día caluroso a juzgar por su vestimenta, y nos encontramos en 1977. Emilio está sentado, en el patio, vistiendo solo un pantalón blanco.

Detrás de Emilio se encuentra la entrada oscura de lo que parece ser un granero o un cobertizo de piedra, una construcción robusta y tradicional que evoca la arquitectura rural típica de la España de aquel tiempo. La presencia de un vehículo blanco en el interior del espacio sombreado proporciona un contraste interesante: la tecnología moderna aparcada dentro de una estructura que podría tener décadas o incluso siglos de antigüedad.

La luz del sol baña la escena, creando un contraste de luces y sombras que da una sensación de profundidad a la fotografía. La postura de Emilio es relajada pero firme, y hay un atisbo de la fuerza juvenil en su constitución. Sus pies descalzos sobre el suelo de tierra compactada sugieren una conexión con el lugar, una familiaridad con la tierra que podría hablar de muchos veranos pasados en ese mismo entorno.

Esta casa, que perteneció a los abuelos de Emilio y fue el hogar de Anacleto en su juventud, parece ser el tipo de lugar donde las generaciones de una familia han dejado su huella, donde cada piedra y cada árbol tienen historias que contar. La foto captura un momento personal y significativo, con Emilio en el centro, simbolizando la conexión entre el pasado y el presente.

En ese verano, cuando yo tenía 19 años, nos apretujamos los cinco en el coche, ese que aparece en la foto, que había capturado un momento en el tiempo, una instantánea de nuestra llegada. Marisol, Begoña y mi madre en el asiento trasero, con las ventanillas algo bajadas y la brisa mezclándose con nuestras risas y conversaciones. La familia García, completa, de camino a Villatuelda. Yo conduciendo, mi padre a mi lado, tan ilusionado e impaciente por llegar a su pueblo. 



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En el texto hay: yo, aqui, ahora

Editado: 17.01.2024

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