¿por qué yo, por qué aquí, por qué ahora?

26

La despedida de Olga

 

El momento en que Olga me comunica su decisión de irse es sin duda uno cargado de emociones intensas y dolor, reflejando las tensiones y desafíos acumulados a lo largo de los años. 

Es en el salón de nuestra casa donde Olga me da la noticia, un espacio donde hemos compartido incontables desayunos y conversaciones a lo largo de los años, cuando los tonos del atardecer empiezan a filtrarse por la ventana, dotando a la habitación de una luz melancólica.

Hay una tensión palpable en el aire. Olga ha estado inusualmente callada durante todo el día, moviéndose con una deliberación que parece pesada y cargada de significado.

Olga se sienta frente a mí, sus manos entrelazadas sobre la mesa, mirándome directamente a los ojos. Hay una firmeza en su mirada que yo no había visto en mucho tiempo.

—Emilio, necesitamos hablar. Ha sido difícil para mí tomar esta decisión, pero creo que es lo mejor bajo las circunstancias actuales.

Siento un nudo en el estómago. La seriedad de su tono me advierte que lo que viene no será fácil de escuchar.

—Ya sabes cuánto hemos luchado en los últimos años. Las dificultades económicas, los problemas con los niños... todo se ha acumulado. Y ahora, con la caída de tu negocio, siento que estamos atrapados en una espiral que no podemos controlar.

Mi corazón late más rápido, anticipando lo que viene, pero no puedo encontrar las palabras para responder.

—He decidido que lo mejor para mí es irme a vivir con mi madre por un tiempo. Necesito espacio para pensar, para descansar, para entender qué será de mi vida a partir de ahora.

En ese momento siento como si el aire se hubiera vuelto más pesado, más difícil de respirar. Quiere protestar, decir algo, cualquier cosa, pero la mirada de Olga es firme, decidida.

—No es una decisión fácil, Emilio. Pero creo que es necesaria. Tanto para ti como para mí. Necesitamos este tiempo aparte para ver las cosas con claridad. Llevamos 40 años juntos, quizás demasiado juntos.

—¿Es este el final para nosotros, Olga? —Pregunto con voz temblorosa.

—No lo sé, Emilio. Realmente no lo sé —responde con los ojos húmedos. Pero necesitamos este cambio.

—La conversación termina con más silencio que palabras. Olga se levanta y comienza a recoger algunas cosas. Emilio se queda sentado, mirando el espacio que Olga ha dejado, sintiendo un vacío inmenso y desconcertante.

A partir de ese momento la soledad y las luchas internas se apoderan de mí, agobiado por las responsabilidades financieras y la carga de su hijo, junto con el anhelo de un milagro que cambie la situación.

En el silencio de esta habitación, ahora demasiado grande y vacío sin Olga, mientras continúo escribiendo, siento el peso de la soledad. Las habitaciones, una vez llenas de objetos y conversaciones, ahora resuenan con el eco de la soledad. Miro por la ventana, contemplando un mundo que sigue adelante mientras para mí parece estancado en mi propia realidad fragmentada.

Cada día es una batalla constante por la estabilidad financiera. Con mi negocio en declive, me enfrento a la presión de mantener a flote mi vida y la de mis hijos. Las facturas se acumulan, recordatorios constantes de esta lucha incansable. El trabajo consume mis días, pero el alivio económico parece siempre estar justo fuera de mi alcance.

A pesar de mi propia angustia, me esfuerzo por seguir adelante, por conservar la salud. A veces veo en mi hijo un reflejo de mis propias esperanzas, adicciones y fracasos.

Por las noches, sólo en mi habitación, me pierdo en pensamientos de un milagro, una intervención divina o un giro del destino que pueda revertir mi suerte. Imagino situaciones inesperadas: una oportunidad de negocio exitosa, una solución repentina a mis problemas financieros, o incluso el regreso de Olga con una promesa de un nuevo comienzo.

Sí, por las noches, en la quietud de mi habitación, reflexiono profundamente. Me pregunto sobre las decisiones que tomé a lo largo de los años, los caminos que elegí y los que dejé atrás. Me cuestiono si podría haber hecho las cosas de manera diferente, si los giros de mi vida fueron el resultado de mi propio hacer o simplemente caprichos del destino .

Aunque una parte de mí se aferra a la esperanza de un milagro, otra parte se enfrenta a la dura realidad de mi situación. Comprendo que los milagros son raros y que, en última instancia, debo encontrar la fortaleza dentro de mí mismo para seguir adelante.

Mi  situación ahora es una representación vívida de la lucha humana contra la adversidad, la pobreza, la soledad y la incertidumbre. A pesar de mi deseo de un cambio milagroso, hay una conciencia creciente en mí de que el verdadero cambio debe venir desde dentro, y que el coraje es la única  herramienta con la que cuento.

Mi reflexión sobre el título de este libro "¿Por qué yo, por qué aquí, por qué ahora?" es un profundo acto de introspección que necesito en mi vida. Quizás habría que recordar aquello de “¿Buena suerte o mala suerte”, y saber que todo lo vivido me ha traído a este momento, que la soledad y el dolor me ha colocado aquí, ahora.

Podría estar contemplando en este instante que escribo la singularidad de mi propia existencia. Me pregunto por qué me han tocado a mí estas circunstancias particulares, reflexiono sobre si hay un propósito o un destino en estos desafíos y experiencias que estoy enfrentado.

Me pregunto cómo ha influido mi ubicación geográfica, mi comunidad y su entorno social en mi vida. ¿ Estar en un lugar diferente habría cambiado el curso de mi historia?

Me cuestiono la temporalidad de mi existencia. Reflexiona sobre la época histórica en la que vive, cómo los eventos globales y los cambios sociales han impactado mi vida personal y cómo mi vida habría sido diferente en otra época.



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En el texto hay: yo, aqui, ahora

Editado: 17.01.2024

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