Por Siempre en tus Brazos

Capítulo 2

NUEVO PERSONAJE:

La Carta

Dana

Estando en esa cama sin poder hacer movimientos coordinados y sin poder hablar, lo único que hacía era pensar y deprimirme, estaba encarcelada en mi piel y quería morirme, pero ni eso podía hacer.

Mis padres no podían quedarse conmigo, me encanta la compañía de esos dos amantes eternos, mirarlos me hacía sentir añoranza por una relación como la de ellos, pero en mi caso, parecía improbable. Al menos me podían visitar y a diario los veía, más a mi mamá.

Empecé a recordar mi relación con Jack. Las memorias regresaban a mí poco a poco.

 

Flashback (Cinco años atrás)

Después de las cosas acontecidas, estaba muy ilusionada con Jack y con todo lo que estaba pasando entre nosotros.

Estaba enamorada y sentía casi que podía volar cuando me besaba o me decía cosas bonitas. Él era tan lindo, pero más allá de eso, era todo lo que jamás imaginé que sería, porque comenzaba a conocerlo de un modo distinto. Jack resultó ser tierno, cariñoso, comprensivo, y tantas otras cosas que me encantaban y que no conocía.

Se acercaba mi graduación y pensé, por supuesto, que iría al baile con él. Pero algo sucedió… descubrí algo muy malo y humillante. Esto me bajó el ánimo al subsuelo. Me sumergí en una espiral de dolor. Sin embargo, salí pronto de ella, haciendo lo que solía hacer para recuperarme, lo que me habían enseñado, no rendirme, mantenerme firme y continuar aunque fuera a paso lento. Sabía que debía discutirlo con Jack, darle la oportunidad de explicarse, pero no estaba preparada, aún no podía, así que decidí hacerlo por escrito: le envié una carta.

En dicha carta le expresé lo que había descubierto, motivo por el cual me distancié, pero también lo cité el sábado siguiente en el lugar y la hora que fuera conveniente para él. Se la entregué a Eva, mi mejor amiga de la secundaria, quien se la entregaría a él.

Ese día esperé y esperé, pero no recibí respuesta de Jack. Tampoco al día siguiente, ni al siguiente; que era el tan ansiado sábado. Aquello me pareció raro, así que fui a ver a Eva, pues ella no respondía  mis mensajes ni llamadas, y yo quería saber qué mismo había ocurrido cuando le entregó la carta. La primera vez que fui no la encontré, pero la segunda me parece que la tomé desprevenida.

—Hola, señora Estefanía —saludé a la mamá de Eva cuando abrió la puerta de su casa—. ¿Se encuentra Eva?

—Hola, Dana. Sí, hoy está. Ya la llamo —dijo su madre entrando a la casa.

—¿Dana? ¿Y eso qué viniste? —preguntó Eva acercándose a la puerta y me extraño que no me hiciera pasar como siempre.

—Hola. Vengo a preguntarte acerca de la carta. Es que… extrañamente Jack no me contestó, no me dijo nada. ¿Tú se la entregaste?

—Claro, te dije que se la había dado. ¿Qué crees? ¿Para qué te voy a mentir?

—Yo te creo. No te molestes. ¿Y qué te dijo cuando se la entregaste? ¿La leyó?

—Ah… pues… nada, no me dijo nada. Tampoco vi que la leyera. Solo la tomó, la guardó en su bolsillo y se fue.

—Qué raro… ¿Por qué no me diría nada?

Pero Eva solo alzó y bajó los hombros.

Me despedí y me retiré de allí pensando mil cosas.

¿Le habrá disgustado lo que escribí?, ¿mis reclamos? ¿Haber sido descubierto?, comencé a preguntarme, pero no me resistí y lo llamé:

—Hola, Jack, ¿cómo estás?

—Eh… Hola… ¿Y eso qué me llamas?

—Bueno… es que… yo… te envié una carta con Eva, mi amiga, y me extrañó que no me dijeras nada, que no me contestaras. ¿Ella te la entregó?

—Sí, claro que me la dio. Y… ¿Qué querías que te contestara? Creo que allí expresaste todo claramente y no tengo nada más que decir.

—¿Nada qué decir? ¿En serio?

—Sí. No entiendo bien, me pareció que no querías que te molestara. Yo valoro tu sinceridad y que me dijeras esto con tiempo. Así podemos tomar mejores decisiones.

—¿Y qué decidiste?

—Que es mejor que no nos veamos más y que dejemos esto hasta aquí. De todos modos, Dana, esto ya era complicado y se estaba tornando intenso. Nosotros somos como familia y ya era raro que siempre nos escondiéramos. Somos jóvenes, y tenemos muchas cosas que vivir… Atarnos así a una relación, no tiene sentido. Yo… me siento muy presionado porque con "nosotros" no puede haber errores ni equivocaciones… Eso me tiene estresado.

—Entonces… ¿No nos veremos más? ¿Eso quieres decir?

—Dana… no comprendo de qué hablas, ¿a qué viene esto ahora? Claro que nos veremos, siempre nos veremos. Nuestras familias siempre se ven, eso no lo podemos evitar.

—Bien… ¿Y sobre el baile de graduación? ¿Qué decidiste?




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