Por Siempre en tus Brazos

Capítulo 4

NUEVOS PERSONAJES:

Sentimientos Sorpresivos

 

Dana (Pasado, cinco años atrás)

Mi hermana Abby y yo éramos como gemelas, unidas a más no poder con una complicidad especial.

Así que al día siguiente no pude evitar contarle lanzándome en su cama despertándola temprano, pues yo no había podido dormir bien.

—Abby… ayer me pasó algo incómodo.

—¡Dana! ¡Qué fastidiosa! ¿Qué hora es? —dijo frotando sus ojos.

—Son las… muy temprano.

Mi hermana solo se rio con el cabello despeinado lanzándome una almohada.

—¿Qué te pasó? —preguntó sentándose con desánimo.

—Jack quiso meterme en la piscina, a manera de juego, me tropecé y su cara terminó entre mis senos.

—¡¿Qué?! —dijo conteniendo la risa hasta que no resistió más y soltó unas carcajadas—. No te las mordió, ¿verdad?

—¡Abby! ¡Qué fea! Eso me hizo sentir mucha vergüenza—respondí indignada, pero ella solo se reía.

—Por eso estabas distraída, ¿Verdad?

Asentí con fastidio.

—Tranquila a Jack, eso ni le importa. Te aseguro que ya ha metido esa cara entre otros senos.

—Sí, supongo.

—¿Y por qué andas con tanta preocupación por eso? Es… Jack. ¿Qué importa? A menos que… ¿Te gusta Jack?

—¡No!, ¡claro que no! Es solo que para mí es raro. Tú sabes…

 

Abby era adoptada, y había nacido solo unos meses después de mí. Ella era rubia, con un largo cabello lacio, de figura esbelta, muy delgada, tierna y delicada. Además, su personalidad dulce y vulnerable hacía que los chicos quisieran protegerla, y eso le parecía muy atractivo al sexo opuesto.

Yo, en cambio… era como el meme del perrito:

Sí, era la historia de mi vida. Heredé la fisonomía de mi mamá, Kathy, sin el sobre peso. Así que mostraba unas anchas caderas, sujetador talla 34, no había problema con eso, pero de copa C, así que ya saben a qué me refiero, una pequeña cintura y largo cabello de ondas naturales que caían despreocupadas en mi rostro. Mi papá siempre había sido un tipo atractivo con apariencia de chico malo, decidido e intenso, y yo saqué lo decidida, su voluntad fuerte, pero nada más.

Todos en la prepa decían que Abby era tierna y yo… sexi.

Nuestro mejor amigo era Adam, el hijo menor de Mark y Emma, los mejores amigos de nuestros padres. Los tres teníamos la misma edad, estudiábamos juntos y eso nos unía aún más.

Era extraño porque, aunque Adam era el crush de todas las chicas de nuestro año, para nosotras era como un hermano. Eras anormal si no te gustaba Adam, pues era la viva imagen de su padre. Sin embargo, como ya saben, el amor de mi vida, quien me había gustado desde siempre, era Jack.

Aunque estos hermanos contaban con un atractivo masculino y sexi, sus personalidades eran muy diferentes y opuestas.

Adam, era más parecido a su papá, sociable, accesible y sencillo, y esta mezcla era implacable para dejar a las chicas sin aire, pero para nosotras no era más que una constante fuente de risas, siendo parte del día a día.

Ahora bien, Jack, el mayor, se parecía más a Emma, su mamá, en su forma de ser. Era callado, complejo e interesante, inteligente como pocos, muy responsable y determinado, siempre sumergido en un libro, como su madre. No conocía algo que Jack no supiera, y eso lo hacía más imposible y platónico para mí, pues un chico como él jamás se fijaría en una chica simple y ruda como yo.

Era increíble como él podía conversar sobre cualquier cosa que hablaras, participaba en las conversaciones con nuestros padres ávidamente, y mucho de lo que decía yo no lo entendía. Eso me cohibía con él, pues sentía que no estaba a su altura.

Yo era tosca por naturaleza porque, y aunque nuestro padre siempre nos enseñó a ser fuertes, mi hermana era una dulce chica rosa. En cambio, yo transmitía un color más marrón tierra, en mi opinión. Así que, con mis características, ya sabía que Jack era un amor imposible.

Siempre me sentí fea comparada con Abby, ella atraía chicos, y al contrario yo los ahuyentaba con mi cruda sinceridad.

Luego ya en la secundaria empecé a comprender que quizá no era tan fea al ver que tenía muchos pretendientes que no lograban sacar a Jack de mi mente, lamentablemente, aunque lo viera poco, pues ahora siempre estaba en la universidad.

Sin embargo, en nuestro cumpleaños dieciocho ocurrió algo que me pareció extraño.

Mi mamá nos llevó de compras por un bonito vestido para cada una, pues solíamos celebrar nuestra fiesta de cumpleaños juntas.




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