Por siempre tú #2 ( bilogia " de manera diferente")

Extra 2 parte 1

Tres años después...

Era definitivo, esto no nos estaba llevando a ningún lado, me acerqué hasta el probador en el que se encontraba dana y toqué la pequeña puerta que nos separaba, ya llevaba mas de diez minutos adentro, era hasta mas que suficiente ese tiempo para probarse un pequeño disfraz.

- ¿!y ahora!?- apresuré.

Dejo salir un sonoro suspiro desde adentro y colgó el disfraz sobre la puerta, con este ya era el quinto disfraz que se probaba y a pesar de que habíamos elegido los mas bonitos, a ella parecía darle repelús cada uno de los que se medía.

-es inútil sam! Con todos me veo fatal!- 

Su voz sonó tan apagada y triste que en el tiempo que llevaba de conocerla, me parecía un poco extraño que ella se comportara así.

Desvíe mi mirada hasta el área de enormes espejos que tenia la tienda de ropa, en donde estaban mis tres princesas modelando sus disfraces...cindy había elegido el de Mérida, decía que a sus nueve años las demás princesas ya eran demasiado infantiles para ella, y Mérida, la de "valiente" era la mas rescatables de todas, en cambio luz había elegido el vestido de cenicienta, y no paraba de dar vueltas apreciándolo en el espejo, ella tenia esa pequeña chispa que le daba honor a su alma, era la mas bromista y la que mas luz destilaba en cada lugar...mientras que sára, bueno, sára era la mas callada, la más recatada y la que a sus casi cinco años, se la pasaba metida en la biblioteca con su padre, leyendo cada cosa de medicina que encontrara, bueno, axel leía y ella memorizaba, ella había elegido un pequeño traje de doctora.

Quien diría que quien quería ser doctora en un inicio era luz, y ahora le desinteresaba el tema.

Cada una tenía su factor diferenciador, cindy amaba los deportes, sára era la más aplicada al estudio y luz, al igual que su tía,  amaba todo lo que era la decoración, el arte y el diseño.

Y hablando de la tía...

-no...no creo que sea tan malo... Además, tienes...

-me veo fatal!- exclamó interrumpiendo mi discurso moral e inspirador.

Abrió la puerta y salió con todos los disfraces en los brazos.

- iré a devolverlos- la detuve y la abracé.

Sabía por lo que estaba pasando y sabía que los disfraces no tenían nada que ver con su estado de animo, podía ser distraída en ocasiones, pero era capaz de saber cuando alguien estaba triste o solo era un pequeño capricho.

Y ella, en definitiva, estaba triste.

- hoy se cumplen ocho años...- confesó.

No sabía que decirle, no era muy buena consolando a los demás... Casi siempre terminaba metiendo la pata y abriendo más las heridas de las personas... Así que me quedé en silencio unos minutos, abrazándola y esperando a que ella se sintiera mejor, y que por fin soltara toda la tristeza que guardaba en su interior.

Después de todo, aveces no necesitamos que nos digan nada cuando estamos tristes, no necesitamos ni siquiera escuchar el típico "todo estará bien", sólo necesitamos un abrazo sincero, de alguien que nos sostenga cuando nos estamos derrumbando.

- duele como si hubiera sido ayer...-sollozó sobre mi hombro.

Al ver la situación en la que se encontraba su tía favorita, mi princesas corrieron a abrazarla.

Todas las personas que entraban en la tienda se nos quedaban viendo, pero eso no tenía importancia.

Daba debía saber que no estaba sola, que tenia personas que la amaban, y sabía que esa era la intención de las niñas al abrazarla.

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-y como fue todo?-

Me paré en el marco de la puerta del cuarto de baño y lo observé por el espejo, mientras el terminaba de cepillar sus dientes, me guiñó un ojo al notar que lo estaba observando y como ya era costumbre, me acerqué y lo abracé por la espalda.

- todo bien?- preguntó de nuevo.

Que podía contestarle... ¿Que su hermana había tenido una crisis existencial en plena tienda de ropa? No podía.

La llamaría hasta desesperarla, con lo sobre protector que era, y además, le diría a dan y eso era lo que dana menos deseaba.

Que difícil es olvidar un amor tan bonito, no?

De esos que sobrepasan el tiempo y la memoria.

- todo bien- contesté, ocultando mi rostro en su espalda.

De verlo a los ojos, sabría que le estaba ocultando algo.

- bueno, siendo ese el caso...-

Se dio la vuelta con rapidez y me cargó en brazos hasta la recámara.

Junto sus labios a los mios y comenzó a recorrer mi cuerpo con sus manos.

Cerré mis ojos, disfrutando de la grata sensación que su solo tacto me provocaba.

Amaba que pese al tiempo y a las innumerables responsabilidades con las que cargáramos, siempre tuviéramos tiempo para estar juntos, para ser uno.

Los besos se intensificaron, al igual que la calor de nuestros cuerpos, la ropa desapareció y como cada noche, fui suya una vez mas, así como él fue mio.

Cuando ya por fin el cansancio de nuestros cuerpos nos hizo parar, nos dedicamos a hablar sobre cada cosa que nos había pasado en el día, la comunicación no podía faltar, y aunque la clínica de medicina general y la veterinaria quedaran una frente a la otra, nos gustaba compartir historias.




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