Por ti: Adrenalina

Capítulo 4: Te voy a encontrar

Día tras día he recorrido la playa buscando a ese ángel, pero no aparece, es como si todo hubiera sido un espejismo, como si todo hubiera sido parte de mi imaginación. Y eso me estaba destruyendo por dentro, no quiero vivir una vida sin ver su sonrisa.

-¿En qué piensas? - preguntó mi amigo mientras estábamos sentados en la playa - ¿En esa chica?

-No puedo sacarla de mi mente amigo, está ahí arraigada como un ancla. No sé qué hacer - digo desahogándome.

-Ya va aparecer, no es un fantasma, sólo tienes que seguir viniendo.

-Eso espero.

-Ya es tarde, deberías irte a tu trabajo.

-Últimamente es lo último que quiero hacer. Esa señora sigue viniendo e insistiendo en que sea su baby, me estoy hartando de esta situación.

-Sólo tú podría rechazar una oferta tremenda.

-Mi intención es salir con esa chica. ¿Qué crees que piense cuando le diga "tengo una sugar mommy"?

-No le dices y punto. Vamos chico necesitas el dinero para tu hermana, es una buena oportunidad.

-No le mentiré a ella - digo decidido.

Nada me hará cambiar de opinión, ella tendrá que rendirse. Hay otros chicos dispuestos.

Estoy seguro que Arturo acepta feliz, cualquier gigoló aceptaría feliz.

Tampoco quiero ver la cara que pondría mi familia, de por sí a mi papá no le gusta que trabaje aquí.

Algo tendré que hacer.

~~~

El sábado había llegado y estaba agotado. No trabajaba, no había carreras, no estaba mi amigo ni mi hermana y estar con mi papá era muy aburrido. Y lo único que deseaba era ver a esa chica.

Tal vez deba pasar por la playa. Lo más probable es qué esté ahí.

Tomo mi moto y conduzco por las calles de mi ciudad recibiendo el viento caliente por el calor del verano. Un chapuzón no haría mal.

Al llegar inmediatamente veo la playa y el mar, pero no hay rastro de su cabellera rubia que tanto me impresionó.

Me saco mi mi ropa y me quedo en el pantalón de baño negro.

Tengo que admitir que tengo buen físico, es necesario si quieres trabajar como bailarín nocturno. Aunque a veces termina siendo contraproducente.

Recuerdo a esa señora y su obsesión.

Muchas chicas me miran sin disimulo. No es la mirada que quiero.

Camino al interior del mar a las olas más grandes sintiendo mis pies congelarse por el frío del agua, pero no importa cuando la ola cubre por completo mi cuerpo. Otra sensación que me encanta.

Siempre me he sentido pleno con la vida que he tenido, las cosas que hago me hacen feliz, pero últimamente nada me satisface, me siento vacío, como si algo me faltara.

Cuando salgo al exterior veo a una chica de cabello negro venir hacia mi. Tiene un bikini pequeño rojo, no deja nada a la imaginación.

-Hola lindo - dice tocando su cabello - No te había visto antes, ¿Estás vacacionando?

-No, soy de aquí - ya no me sentía tan entusiasmado hablando con una chica tan linda.

-Extraño. Nunca te había visto, y no olvidaría una cara tan bonita - dice mirando mi cuerpo.

Mi cara está arriba chica.

-No vengo tan seguido a la playa - contesto.

-Deberías venir más seguido, estar en la playa es una de mis cosas favoritas, siempre vengo.

¿Y si le pregunto por mi ángel?

-¿En serio?

-Si, me encanta estar aquí.

- Entonces ¿Conoces a una chica rubia que estuvo la semana pasada dibujando en la arena? Debes haberla visto, estaba vestida de blanco - termino de preguntar.

Pero no debí hacerlo, su rostro se deformó.

-Ah, ella. Lo siento, pero no la conozco.

-Entiendo.

Miente, eso es claro, pero ¿por qué?

-Permiso, iré con mis amigas. Un gusto conocerte.

-Lo mismo digo - respondo sonriendo.

Es hora de dejar el lugar.

Camino recibiendo una mala mirada por parte del grupo de la pelinegra. Es extraño recibirla.

Cuando tomo mi celular veo que tengo más de cinco llamadas de mi amigo, así que decido devolver la llamada.

-¿Alo? - digo al teléfono cuando Alexander contesta.

-Debes venir al acuario, ahora, tu chica está aquí. Te vas a sorprender - dijo rápidamente.

-¿Es broma? - pregunto con el corazón a mil por hora mientras me coloco el pantalón sobre la ropa mojada.

-No lo hago, corre.

-Eso haré - le cuelgo la llamada para ponerme la polera con velocidad.

Por fin te encontré escurridiza.

Conduzco a la mayor velocidad permitida. No pretendo que me detengan hoy.

Espérame por favor, no te vayas.

Cuando llego pago la entrada y llamo a mi amigo.

-¿Dónde estás? - digo a penas contesta.

-Camina a la zona B, prepárate - me cuelga.

Reviso los mapas que hay dispuestos por todo el lugar, cuando me termino de orientar, corro esquivando a las personas que caminan lento mirando todo como si fuera lo más hermoso que han visto.

Cuando llego a la zona B, miro con desesperación a las personas que estaban mirando y conversando, pero ninguna es ella. No creo que se haya ido.

Decido buscar a mi amigo con la vista, al verlo trato de acercarme a él, pero con su mano apunta a uno de los estanques.

Confuso miro a donde su mano me dirige, mi respiración se corta.

Ahí estaba ella, donde menos lo esperaba, nadando como si fuera la reina, como si fuera su hábitat natural.

Sabía que no era de esta tierra.

Me había quedado estático en mi puesto mirando a la mujer más hermosa que haya visto, ni siquiera sabía que era posible, pero ahí estaba ella siendo un ser mitológico.

Era una sirena.

Nadaba con delicadeza, mientras una cola falsa azul se amoldaba a sus piernas. Unas conchas blancas tapaban su parte superior y sobre su cabellera se posaba una corona de perlas.

Ella se dirigía a los niños con ternura lanzando besos que desprendían burbujas.

¿Cómo esto era humanamente posible?

Permanecía aún en el agua saludando y jugando con los peces amarillos del estanque mientras pasaban los minutos.



#522 en Joven Adulto

En el texto hay: sirenas, romance, motos

Editado: 21.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.