portadores de rayos

Capítulo 10. Unas pocas plumas

Ey! La persona que escribe por aquí. Bueno gente, estuve con un bloqueo mucho tiempo. Así que me gustaría que dejaran algún comentario dejando que les parece la historia hasta este punto. Y gracias por leer.

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El camino que estaban siguiendo no era uno donde se solía transitar, la hierba estaba alta solo mantenida a raya por la falta de la luz del naol-lin puesto que los árboles se la quedaban toda para ellos, con esas hojas en forma de rombo y sus nudosos troncos, ignorantes de toda la hierba que había bajo ellos.

No lo quería admitir estaba nervioso de lo que fuera a pasar, las manos le sudaban, había decidido que su traje no llevara guantes, un consejo que siguió de su padre, pero aun con eso sentía el sudor acumulado en la palma de su mano, como también escurriéndose por su espalda y la frente, llevaba el penacho puesto lo que le impedía en cierta medida secarse al cubrirle cierta parte de la frente. Este no era muy largo, pero le pesaba al igual que toda la armadura, que a no saber bien porque sentía que estaba mal colocada. Cosa que era imposible ya que su hermana había revisado todo y él también.

 

Alzó la vista para evitar que el sudor le entrara en un ojo y vio entre las hojas que el cielo se comenzaba a poner de un color morado típico de la retirada del guardián de las alturas, del quinto dios del fuego. Con su partida también se marchaba el calor del día y con ello la bruma aparecía y más tarde comenzaría la nieve, aunque para eso último todavía faltaba un buen rato. Como sea, aquel tono purpúreo era la llamada a la acción de muchos de los depredadores que merodeaban esos bosques, si bien es cierto que todos ellos rehuían el contacto con las personas los ataques a los incautos era una cosa a tener en cuenta, y por lo que sabía en aquellos campos llenos de árboles había depredadores de todos los tipos. Desde los pequeños, pero venenosos hasta los grandes y fuertes. Su vista vagaba en busca de las señales que los delataban, pero por sobre todas las cosas de tanto en tanto no podía evitar centrar la vista en el depredador más grande que él conocía y que caminaba justo delante de él.

Notó que no podía ver el corazón de aquel hombre, el aura que siempre rodeaba a un refulgente justo ahora no lo rodeaba, eso quería decir que la estaba suprimiendo y que no podría usar el agarre lo cual indicaba que su brazo prostético estaría flácido solo a merced de las ataduras que le llenaban el pecho. no sabía porque lo suprimía, pero ahora no era momento de cuestionarlo y se obligó el también a suprimir su corazón, hacerlo era difícil y requería entrenamiento, era como querer meter el brazo en el cuerpo usando solo los músculos.

Siguieron caminando por un rato más hasta que las estrellas se dejaron de ver por la capa de nubes que amenazaban por dejar caer el manto de nieve como lo hacían todas las noches, como siempre unos relámpagos se veían jugando, danzando dentro de esas nubes, pero aquellos no parecían lo suficientemente fuertes para caer al suelo. Los arboles sin saber aquello se preparaban para su caída, doblando las hojas por la mitad y bajando las ramas como un sirviente que se inclina ante su señor, pero dejando una espiga de lo que parecían raíces trenzadas, esta sobresalía al menos un par de metros de lo que ahora era el árbol.  No es que fuera un proceso rápido ni mucho menos, pero la caminata fue larga y silenciosa dejándolo con el único entretenimiento de ver a los arboles prepararse para lo peor.

Con el frio ya presente cada exhalación era vaho expedido de su boca, en esas condiciones llegaron a la mansió, todavía era muy temprano para que la servidumbre se fuera a sus casas en caso de tener unas y posiblemente ahora sus objetivos estuvieran cenando.

—bien, llegamos. —dijo su padre con voz más fría que el ambiente que los rodeaba.

Tanto él como su hermana se pusieron firmes ante aquellas simples palabras y el nerviosismo que había olvidado durante la caminata regresó de un momento a otro, sin embargo, solo bastó un trago fuerte de saliva llena de aquel sabor amargo para devolverlo al mundo. Supuso que a su hermana le pasaba igual ya que volvía a escuchar el golpeteo que hacía su arma al sacarla y meterla de la funda.

—recuérdenme hijos ¿Qué decía el contrato? —más que una pregunta era una orden.

Él se había aprendido las partes más importantes del contrato y lo que tenían que hacer era sin duda una parte de ello.

—matar a todos los de la casa al´mart, en las plantaciones del campo de maram. —por respuesta su padre asintió.

—pero, eso ¿qué quiere decir? —esta vez sí era una pregunta con un genuino interés por saber la respuesta o al menos eso podía intuir él. —¿quiere decir que tienen que acabar con las vidas de todos los que llevan el apellido al´mart? O ¿se refiere al hecho de matar a todos aquellos que se refugian bajo el escudo de la familia?

En ese momento a xiuh se le quedó la sangre helada, no habían aclarado ese punto, ni él ni su hermana habían pensado en algo tan perverso como aquello.

—por supuesto que se refiere a acabar con la familia, los sirvientes no tienen nada que ver con la pelea de los lores. —la voz de niltlea estaba muy cerca a ser un grito, por suerte al final la pudo moderar.

—supongamos que se hace lo que dices niltlea, pero resulta que el cliente en realidad quería muertos a todos en aquella casa. ¿Qué está pasando ahí? —toda la locución de su padre fue hecha en un tono que parecía que le estaba explicando algo a un bebé, aunque también se notaba la irritación, aunque él no sabía si esa irritación venía del tono de la respuesta de niltlea o de la respuesta en sí.



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En el texto hay: medieval, asesinos a sueldo, accion con poderes

Editado: 19.03.2021

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