En una noche oscura y despejada, solo unas pocas estrellas iluminaban suavemente el balcón de la habitación de Gianna. Un olor a cigarrillo la despertó, y para su sorpresa se encontró con Ethan, quien había venido a visitarla en secreto. Las sombras danzaban suavemente con la brisa nocturna.
—Ethan, ¿Por qué estás aquí? — Preguntó Gianna con ansiedad.
Ethan la miró con intensidad, sus ojos brillaban resplandecientes en la oscuridad. —Necesitaba verte, —respondió el demonio con voz firme.
—Sabes que está prohibido, Ethan.
—Son normas impuestas por la Organización. Las reglas están hechas para romperse. Hay algo en ti que me atrae y no puedo evitarlo, lo sabes. Ahora más que nunca debo protegerte. Me han informado sobre lo ocurrido en la clase de Berenice y estoy seguro de que ella sospecha de ti por alguna razón.
—¿Crees que me haya visto? —preguntó Gianna preocupada.
—No lo sé, pero siendo bruja como es, probablemente te haya sentido. Tu energía es muy intensa; seguramente te detectó.
—Gianna, —dijo Ethan tomando aire. —No es solo tu magia. Es más que eso. Hay una conexión entre nosotros que no entiendo completamente, pero no puedo negarla. Quiero que sepas que mis sentimientos son genuinos.
Gianna lo miró con una mezcla de inseguridad y esperanza. —Entonces dime, ¿cuál es tu historia? ¿Por qué fuiste exiliado del mundo de las sombras?
Ethan con un suspiro comenzó a contarle su historia. —No fui exiliado literalmente. Pero se me ha negado la entrada, por haber salido sin el permiso del Rey Astarot. Hace muchos años atrás mi hermano Dylan fue abducido por unas brujas. Las brujas lo usaron en un ritual oscuro, convocando su espíritu para que habitara el cuerpo de una bruja, dándole así a ella el poder de un demonio y la capacidad de vivir eternamente, aunque no somos inmortales. — La voz de Ethan comenzó a temblar. — El rey Astarot y el concilio dicen que es caso perdido que jamás un demonio abducido por una bruja ha regresado, pero yo no pude quedarme de brazos cruzados y sin el permiso del rey Astarot salí a buscarlo.
—¿Dylan? ¿Qué pasó con él? —Preguntó Gianna muy conmovida.
Ethan señalo hacia el centro del jardín, donde se ve la estatua en la penumbra. —La estatua en el jardín... es la figura de Dylan. Su cuerpo quedó petrificado, pero su alma fue consumida en el ritual. Lo que ves ahí es solo una piedra vacía, sin vida. —Dijo con odio.
—Eso es desgarrador. No puedo concebir el sufrimiento que sientes, manifestó Gianna con tristeza en la mirada.
Ethan mostraba un profundo dolor en su rostro. —He estado años intentando encontrar una manera de liberar a Dylan, pero no he logrado nada. Y ahora, contigo, siento una conexión parecida a la que tenía con él. Es como si tu presencia me devolviera la esperanza. Gianna acarició suavemente el brazo de Ethan y dijo:
—Ethan, deseo ayudarte. Quiero entender más sobre lo que pasó y ver si hay algo que podamos hacer para liberar a Dylan. —
Ethan la miró fijamente a los ojos e, incapaz de contenerse después de un silencio, besó suavemente a Gianna en los labios. Sus labios partieron, Gianna y Ethan tocaron sus frentes. — Gianna, agradezco tu disposición, pero debes entender que esto es muy peligroso. Las brujas que hicieron esto a Dylan son extremadamente poderosas. No quiero que te pongas en riesgo.
—Mi madre también fue secuestrada por unas brujas, desconozco su paradero. La señora Davis me informó que solo yo tenía la capacidad de rescatarla y por eso me trajeron aquí. Planean iniciarme cuando cumpla los dieciocho años, argumentando que es la única forma de poder salvar a mi madre y adquirir las habilidades necesarias para lograrlo. Por lo tanto, no me importa correr riesgos, Ethan, —declaró Gianna con determinación. —Si podemos encontrar una forma de salvar a Dylan y a mi madre y detener a esas brujas, debemos intentarlo.— Añadió.
Ethan abrazó a Gianna sonriendo con una mezcla de esperanza y advertencia. —Debemos tener cuidado, aunque no me importan las reglas, Gianna. Al final soy un demonio. — Dijo Ethan con media sonrisa.
—Y yo una bruja y tal vez una muy ingenua. — Expresó Gianna. —Porque igual no me importa las reglas Ethan, quiero estar contigo. — Asintió Gianna con firmeza.
Ethan se inclinó y tomó la mano de Gianna, mirándola con una promesa silenciosa de protección y alianza. Tomo suavemente el rostro de ella en sus manos y planto un dulce beso en sus labios, cuando partió el beso, juntos, miraron hacia el jardín, sabiendo que su camino será difícil, pero dispuestos a enfrentarlo juntos.