El jardín estaba iluminado por la luz de la luna creciente y algunas linternas mágicas dispersas. El aire estaba cálido, anunciando la llegada del verano. Las jóvenes brujas Gianna, Sarah, Maya, Nora y Eva estaban sentadas en círculo sobre el césped, rodeadas de libros antiguos y pergaminos.
—¿Alguna ha encontrado alguna información sobre estas otras brujas? — Preguntó Gianna.
—Bueno, yo no sé mucho. —Dijo Maya dubitativa. —Tengo entendido que estas brujas han sido enemigas por cientos de años, pero la Organización no ha querido hablar de ellas.
—¿No sabes por qué? —Preguntó Gianna.
—Se cree que estas brujas formaban parte de nuestra organización; la Organización Original pero un desacuerdo entre unas hermanas dividió la organización. El otro grupo quería más poder y al parecer lo hacían por medio de los demonios, —explicó Maya.
—Entonces eso me hace entender lo que le sucedió a Dylan. ¿Pero y mi madre en que queda en todo esto? —Preguntó Gianna.
Todas las chicas se miraron entre sí, la verdad que ninguna podía hallarle una explicación razonable. Ya que igualmente no conocen a la madre de Gianna.
—Cuéntanos de tu madre, —habló Eva.
Gianna sonrió suavemente y tomo un suspiro recordando a su madre.
—Mi madre se llama Rebecca. Cuando era joven, se fue a estudiar a Italia, donde se especializó en gemología y también mostraba interés por la metafísica y la espiritualidad. Fue allí donde conoció a mi padre, Eugenio, con quien se casó y finalmente nací yo. A los tres años, — Gianna hizo una pausa al recordar a su padre, sintiendo un nudo en la garganta que le impedía seguir hablando.
—¿Estás bien, Gianna? —preguntó Sarah mientras posaba su mano en el brazo de Gianna para reconfortarla.
—Cuando tenía tres años, mi padre falleció en circunstancias misteriosas. Nunca nos explicaron adecuadamente lo sucedido, al menos eso es lo que afirma mi madre. —Fue entonces cuando Gianna tomó la palabra y continuó relatando la historia. —Tras el trágico acontecimiento, mi madre decidió regresar a Estados Unidos y, gracias a su trabajo de recolección de artefactos, piedras preciosas y cuarzos, pudo adquirir una pequeña casa para nosotras dos. Además, abrió una galería en el centro de Richmond. Aunque no llevábamos una vida llena de lujos, vivíamos con comodidad gracias al éxito del negocio de mi madre.
—Lamento mucho, —dijo Nora.
—Gracias, —respondió Gianna con la cabeza gacha.
—Hubo algo que me llamó la atención, — comentó Eva interrumpiendo a las demás chicas.
Todas las chichas se fijaron en Eva. Yo había escuchado hablar de una galería, las brujas de nuestra organización, la Organización Original, habían contratado a esa galería para encontrar un cuarzo, una pieza justa que falta para el portal de Celestite que como todas saben esta destruido. ¿Sera que es la galería de tu madre?
Sarah expresó con emoción:
—Tiene sentido. Es la única manera en que podemos relacionar a tu madre con las brujas. —
Gianna se sumió en profundos pensamientos. Su madre pasaba la mayor parte del tiempo viajando en busca de artefactos y elementos para mantener la galería. A Gianna le parecía que el trabajo de su madre era aburrido, ya que rara vez hablaba sobre ello y Gianna desconocía a los clientes.
Nora estaba revisando un libro antiguo, con una expresión concentrada.
—Aquí hay algo sobre rituales de liberación de almas, pero parece muy complicado. Necesitaríamos ingredientes raros y mucho poder.
Todas las chicas se concentraron en Nora dejando atrás el tema de Rebecca.
Sarah asintió mirando a las demás. — Tenemos que intentarlo. No podemos dejar a Dylan atrapado. Debemos encontrar la forma de hacer este ritual. —
Maya levantó la vista a un pergamino — ¿Y si intentamos combinar diferentes hechizos? Tal vez podríamos crear algo más poderoso con nuestras habilidades combinadas.
—Eso podría funcionar, pero necesitamos asegurarnos de que no haya riesgos. No queremos terminar empeorando las cosas. — Dijo Nora con tono pensativo.
— Gianna, sabemos lo importante que es esto para ti. Haremos todo lo posible para ayudarte. Encontraremos una manera. — Dijo Eva con empatía.
Inesperadamente, una figura se desplazó entre los árboles cercanos y Ethan hizo acto de presencia, avanzando hacia el grupo con decisión. Las chicas se voltearon para mirarlo sorprendidas.
—Buenas noches. Espero no estar interrumpiendo, pero pensé que sería útil unirme a la conversación —dijo Ethan con calma mientras apagaba su cigarrillo.
—Ethan, no esperábamos verte por aquí. Por favor, siéntate —expresó Gianna intentando ocultar sus emociones.
— Quería ayudar en lo que pudiera. — Dijo Ethan mirando a las muchachas prestando una breve mirada espacial a Gianna. — Se que están trabajando para ayudar a mi hermano Dylan, — dijo mientras miraba la estatua del jardín, —y pensé que podría aportar algo con mi conocimiento, —continuó.
—Claro, Ethan. Cualquier ayuda es bienvenida. —Asintió Sarah mientras observaba a Gianna con una leve sonrisa.
Ethan con una expresión sombría, pero agradecida dijo:
— Aprecio lo que están haciendo. Es un tema muy delicado y peligroso, pero juntos podemos tener una oportunidad.
—¿Conoces algún ritual que podría ayudarnos? Algo que tal vez no esté en los libros que tenemos. —Preguntó Maya.
Ethan se sumió en profundos pensamientos. —En realidad, la situación es mucho más complicada de lo que imaginan. No basta con tener el hechizo; también debemos encontrar a la bruja que lo controla y el artefacto utilizado en el ritual para la transferencia del alma.
Las chicas se quedaron sorprendidas. Un silencio profundo envolvió el lugar. Con la introducción de estos nuevos detalles, la situación, que ya era complicada, se tornaba casi imposible de manejar.
—¿Conoces a la bruja? —Preguntó Gianna sacando a las chicas del silencio.