La tormenta rugía afuera de la Mansión Celestite, con el viento azotando las ventanas y la lluvia cayendo con fuerza. Berenice suspendió las clases debido al mal tiempo, lo que deja a las chicas con tiempo libre inesperado. Gianna aprovecha la oportunidad para reunir a sus amigas en su habitación. Sarah, Maya, Eva y Nora se sentaron en un círculo sobre la alfombra, mirando a Gianna con curiosidad.
Gianna tomó una profunda respiración y dijo:
—Chicas, hay algo importante que necesito compartir con ustedes. Hablé con Ethan y me contó sobre una hermandad de brujas que podrían ayudarnos a encontrar a la bruja que tiene el alma de Dylan.
—¿Qué hermandad? — preguntó Sarah, inclinándose hacia adelante con gran intriga.
Gianna respiró hondo antes de responder, sabiendo que lo que iba a decir podría cambiar el curso de su plan. —Se llama la Hermandad de la Noche Eterna. Son brujas muy poderosas y antiguas, pero también son conocidas por su crueldad y por siempre pedir algo a cambio de su ayuda. —
Maya, que hasta ese momento había guardado silencio, frunció el ceño y negó con la cabeza, mostrando una evidente preocupación. Su voz tembló ligeramente cuando finalmente habló, —No, Gianna, no deberíamos hacerlo. Sé algo sobre esas brujas. Son peligrosas, más de lo que puedes imaginar. —
Gianna miró a Maya, notando el miedo en sus ojos.
—¿Qué sabes sobre ellas, Maya? — preguntó Eva, intentando entender la gravedad de la advertencia.
Maya dudó por un momento, como si no estuviera segura de cuánto debía revelar, pero finalmente cedió. —Existe una antigua leyenda sobre la Hermandad de la Noche Eterna, — comenzó, su voz tomando un tono más grave. —Se dice que poseen el don de metamorfosearse en seres nocturnos. A plena luz del día, pasan desapercibidas al adoptar formas ordinarias y mundanas, como cualquier otra persona. —
Las chicas la miraron, atrapadas por sus palabras, sintiendo el aire en la habitación volverse más pesado con cada frase.
—Sin embargo, — continuó Maya, sus ojos escaneando a todas las muchachas en la habitación, —al caer la noche, se convierten en monstruos, revelando su verdadera esencia. Estas criaturas nocturnas son poderosas y despiadadas, más allá de lo que cualquier bruja común podría imaginar. No siguen las reglas que conocemos, y aquellos que se cruzan en su camino rara vez viven para contarlo. —
El silencio que siguió a la declaración de Maya fue profundo. Las palabras resonaron en la mente de las muchachas, pintando una imagen aterradora de la Hermandad de la Noche Eterna.
—¿Entonces no sabríamos quiénes son si nos encontramos con ellas durante el día? —Expresó Nora con los ojos muy abiertos de asombro.
— Exactamente. Eso es parte de su poder. Nadie puede reconocerlas hasta que ya es demasiado tarde. Y una vez que caes en sus garras, es casi imposible escapar sin pagar un precio muy alto. —Asintió Maya.
Todas las chicas quedaron en silencio, asimilando la información. La tormenta afuera parecía intensificarse, como si reflejara la creciente tensión en la habitación.
—Entonces, ¿qué hacemos? Necesitamos esa información para ayudar a Ethan y detener la guerra, pero no podemos arriesgarnos a enfrentarnos a esas brujas sin un plan. —Dijo Sarah rompiendo el silencio.
Gianna muy determinada les dijo:
—Necesitamos investigar más sobre ellas. Tal vez haya alguna manera de protegernos o algún truco para evitar sus trampas. No podemos rendirnos antes de intentarlo.
—Estoy dispuesta a ayudar, pero necesitamos ser extremadamente cautelosas. No podemos subestimar a la Hermandad de la Noche Eterna. —Asintió Maya en un suspiro.
—¿Ethan nos ayudará con esto? —Preguntó Eva mirando a Gianna.
—Sí, está dispuesto a hacer todo lo posible para encontrar a su hermano y detener la guerra. Pero sabe que necesitamos estar preparadas. —Respondió la joven bruja asintiendo.
—Tal vez podamos encontrar algo en la biblioteca de la mansión. Hay muchos libros antiguos sobre magia y criaturas oscuras. Podríamos encontrar alguna pista sobre cómo lidiar con estas brujas. —Expresó Nora con un tono de esperanza.
—Es una buena idea, Nora. Empecemos por ahí. —Expreso Sarah muy animada.
—De acuerdo. Mañana iremos a la biblioteca y buscaremos todo lo que podamos sobre la Hermandad de la Noche Eterna. No importa lo difícil que sea, encontraremos una manera de enfrentar esto. —Replicó Gianna con determinación.
Las chicas asintieron, sintiendo una renovada determinación. Saben que el camino por delante será peligroso, pero están dispuestas a enfrentarlo juntas. Mientras la tormenta continúa afuera, dentro de la habitación, un plan comienza a formarse, lleno de esperanza y camaradería.
La tormenta había amainado, pero la atmósfera en la habitación de Gianna siguió cargada de tensión. Las demás chicas se han ido, dejando a Gianna y Maya solas. Gianna, preocupada por la reacción de Maya ante la mención de la Hermandad de la Noche Eterna, se sentó junto a ella en la cama.
Maya es una joven bruja de diecisiete años, alta y de complexión atlética. Su cabello es largo, liso y de un tono negro azabache que brilla con destellos azules bajo la luz. Suele llevarlo suelto o en una trenza alta que le cae sobre el hombro. Sus ojos son de un color verde intenso, casi hipnótico, que parecen penetrar en el alma de quien los mira. Tienen una cualidad observadora y alerta, siempre evaluando su entorno y a las personas a su alrededor. Su piel es de un tono oliva claro, y sus rasgos faciales son marcados y elegantes, con pómulos altos y una mandíbula definida. Maya también tiene un profundo conocimiento de las artes mágicas, especialmente aquellas relacionadas con la defensa y la protección. Sin embargo, sus experiencias y el conocimiento de las oscuridades del mundo mágico también la han hecho cautelosa y, a veces, desconfiada de lo desconocido.
—Maya, noté que te afectó mucho cuando hablé de las Hermanas de la Noche Eterna. ¿Hay algo que quieras contarme? —Dijo Gianna con voz suave.