El sol se encontraba en su punto más alto, bañando el jardín de la Mansión Celestite con una cálida luz dorada. Elena estaba supervisando los preparativos para la iniciación de Sarah, asegurándose de que cada detalle fuera perfecto. Las flores habían sido arregladas en patrones intrincados, y las velas estaban dispuestas en círculos concéntricos alrededor del altar central.
—Asegúrense de que las flores estén perfectamente alineadas. Esta ceremonia debe ser impecable. Elena se dirigió a un grupo de chicas.
Ethan, quien había sido llamado para ayudar con el arreglo del jardín, estaba ocupado podando un seto cercano. Gianna, paseando por el jardín, se detuvo al verlo y decidió acercarse.
—Hola, Ethan. ¿Cómo va todo? —Preguntó Gianna sonriendo.
—Bastante bien, considerando que estoy recibiendo órdenes de jardinería. ¿Y tú? —Respondió el demonio mirándola con una gran sonrisa.
—Un poco nerviosa. Estoy más preocupada por Sarah. Esto es muy importante para ella.
Antes de que Ethan pudiera responder, Berenice apareció, observando la interacción desde la distancia. Su rostro se contorsionó con celos y decidió intervenir.
—¿Qué está pasando aquí? ¿No tienen trabajo que hacer? Parece que algunos están demasiado ocupados charlando. —Dijo Berenice con tono mordaz.
Gianna y Ethan se giraron para enfrentar a Berenice, quien se acercaba con pasos rápidos. Elena, notando la tensión, decidió intervenir rápidamente.
—Berenice, eso es suficiente. Ethan está aquí para ayudar y Gianna solo estaba preguntando cómo iban las cosas. —Interpeló Elena con voz de autoridad.
—Parece más una distracción que una ayuda. —Dijo la maestra cruzando sus brazos.
—Este no es el momento ni el lugar para este tipo de discusiones. Tenemos un ritual importante que preparar. Si tienes algún problema, podemos discutirlo después. —Habló la encargada de las jóvenes mirándola fijamente a los ojos.
Ethan mantuvo la calma, pero su mirada se endureció ligeramente. Gianna, por su parte, intentó no mostrar su incomodidad. — Solo estamos asegurándonos de que todo esté perfecto para Sarah. No hay ninguna distracción aquí, —dijo el demonio.
Berenice apretó los labios, pero finalmente se retiró, lanzando una última mirada de advertencia a Gianna. Elena suspiró y se volvió hacia Ethan y Gianna.
—Gracias por entender. Ahora, volvamos a nuestros preparativos. Ethan, continúa con el seto. Gianna, podrías ayudar con las velas.
—Claro, Elena. —Asintió la joven bruja.
La pareja se separó para continuar con sus tareas, dejando a Elena observando con una mezcla de preocupación y determinación. La ceremonia de iniciación de Sarah debía ser perfecta, y no permitiría que nada ni nadie lo arruinara.
*****
El cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados y púrpuras, indicando que el atardecer estaba próximo. El jardín de la Mansión Celestite estaba decorado con elegancia, listo para la ceremonia de iniciación de Sarah. A un lado del jardín, en una esquina tranquila, Maya se reunió con Ethan y Gianna, sus rostros reflejando la seriedad de la situación.
Maya solicitó hablar con ellos antes de que diera inicio la ceremonia.
—¿Qué sucede, Maya? ¿Ocurrió algo? —preguntó el demonio con preocupación.
—¿Tiene que ver con lo que pasó en el bosque? —la voz de Gianna denotaba ansiedad.
Asintiendo, Maya mostraba en su rostro una mezcla de miedo y angustia. —Sí, mi prima me encontró en el bosque. Tuvimos un enfrentamiento, como si me estuviera esperando. Me dijo que la Hermandad solo permitiría el paso de ustedes dos y nadie más.
—¿Por qué? —preguntó sorprendida Gianna.
—No estoy segura, pero muestran un interés especial en ti. Me advirtieron que si no coopero, habrá consecuencias. Desconozco cuáles serán, pero no pueden ser positivas.
Ethan frunció el ceño, claramente preocupado. —Esto es más peligroso de lo que pensábamos. La Hermandad no se anda con rodeos. Si les interesa Gianna, podría ser por su poder... o algo más. Pero ¿qué tengo yo que ver en esto?
—¿Entonces qué hacemos? No podemos permitir que descubran más sobre nosotros o nuestros planes —expresó nerviosa Gianna.
—No dejaré que te arriesgues, Gianna. Es muy peligroso. Comprendo que las otras chicas tampoco deberían ir, pero no sé si estás lista para enfrentar a la Hermandad si algo sale mal —manifestó el demonio con voz preocupada.
—Quiero ayudar, pero ahora no sé cómo —dijo Maya desesperadamente—. Iré con ustedes si deciden hacerlo; no los dejaré solos. Así que Ethan, no te preocupes por Gianna; yo también puedo protegerla.
En medio de la tensión, el silencio se volvió opresivo mientras cada uno trataba de hallar una solución. Al fin, Ethan suspiró y dirigió su mirada hacia las chicas. —Debemos actuar con cuidado. No podemos permitirnos actuar de forma impulsiva. Quizás haya una forma de engañar a la Hermandad, pero necesitamos tiempo para idear un plan, —expresó.
—Sí, tienes razón. Pero por ahora, debemos concentrarnos en la ceremonia de Sarah. No podemos permitir que nada arruine este momento para ella. —Asintió Gianna.
En ese instante, las campanas de la mansión sonaron, resonando en el ambiente y anunciando que era el momento de la ceremonia de iniciación. Los tres se observaron entre sí, conscientes de que ya no tenían tiempo para discutir. Con un último intercambio de miradas preocupadas, se dirigieron al jardín donde la ceremonia estaba por comenzar. La tensión entre ellos era evidente, pero sabían que debían mantener la calma y continuar con la ceremonia, mientras la sombra de la Hermandad de la Noche Eterna los acechaba.
*****
Los asistentes se habían reunido alrededor del altar central, donde la iniciación de Sarah estaba a punto de comenzar. La joven bruja estaba radiante, vestida con un vestido blanco de encaje que caía en suaves pliegues hasta el suelo. Su cabello, recogido en una trenza adornada con pequeñas flores, resplandecía bajo la luz de las antorchas. Sarah se veía hermosa y llena de gracia, irradiando una calma serena a pesar de la importancia del momento.