El Tártaro, con su aire denso y opresivo, estaba envuelto en sombras perpetuas. Ethan, con su postura decidida y expresión seria, caminó por los pasillos oscuros, buscando a unas viejas amistades. Al llegar a una caverna iluminada tenuemente por antorchas de fuego, encontró al grupo que estaba buscando.
Saul, uno de los líderes del grupo conocido como La Disidencia, se levantó de su asiento al ver a Ethan. Saul era un demonio imponente, de piel morena y robusto de estatura alta. Algunas cicatrices marcaban su cuerpo. Sus ojos brillaban con una luz amarillenta, y una capa oscura colgaba de sus hombros, dando un aire de autoridad y peligrosidad.
—Hola Ethan, es inusual encontrarte aquí. ¿Qué te trae al Tártaro? — Saludó Saul.
Ethan fue serio y directo:
—Necesito información sobre la Hermandad de la Noche Eterna. ¿Qué saben de ellas?
Saul frunció el ceño y miró a los otros demonios presentes, quienes intercambiaron miradas de preocupación. —Es arriesgado siquiera mencionarlas, Ethan. Esas brujas son más peligrosas de lo que imaginas.
—No tengo otra opción. Necesito saber más sobre ellas para salvar a Dylan. ¿Qué puedes decirme? —Insistió el demonio.
Saul suspiró y se acercó a Ethan, bajando la voz como si temiera que las paredes mismas pudieran escuchar. —Así no salvaras a tu hermano, Ethan. Dylan ya no regresará. Como ninguno de los otros demonios capturados.
—Necesito que me ayuden a encontrar a la bruja que tiene el alma de mi hermano, —declaró Ethan con determinación. —Mis años en la mansión Celestite no han sido en vano, he aprendido mucho sobre esas brujas.
—¿Ahora te dedicas a jugar a ser mago con las brujas?, —dijo Saul sarcásticamente, mientras todos los presentes se reían. —Ethan, se avecina la guerra. Las organizaciones está poniendo en peligro al secuestrar demonios sin cesar. Nuestro grupo, La Disidencia, planea intervenir para poner fin a estos rituales de una vez por todas. No hay forma de rescatar las almas de los demonios caídos, buscamos justicia y detener a la Organización. Sin embargo, involucrarte con esas brujas solo complicará las cosas.
—No tengo opción, Saul. Si rescato a mi hermano, tal vez podríamos evitar la guerra. —Dijo Ethan decidido.
Saul asintió, comprendiendo la desesperación de Ethan, pero manteniendo la preocupación en su mirada. —Tendrás que ir solo o con tus amiguitas las brujas, yo tengo un grupo que preparar para la guerra. Igualmente, si necesitas otra cosa sabes dónde encontrarme.
Ethan asintió, agradeciendo la advertencia, y se despidió del grupo. Mientras se alejaba, sentía el peso de las palabras de Saul.
Ethan, tras despedirse de Saul y el resto del grupo de La Disidencia, avanzó por los pasillos oscuros del Tártaro para regresar al mundo superior. Justo cuando estaba a punto de cruzar una gran puerta de hierro oxidado, una voz familiar lo llamó desde las sombras.
—¡Ethan! —Exclamó una joven muy emocionada.
Ethan se volteó y vio a una joven demonio acercarse rápidamente. Marina, con su cabello largo y negro como la noche, ojos azul intenso y una piel pálida que parecía brillar bajo la tenue luz, se lanzó hacia él, abrazándolo fuertemente.
—Marina... No esperaba verte aquí. —Dijo sorprendido devolviéndole el abrazo.
Marina se apartó un poco, sin soltar sus manos de los hombros de Ethan, mirándolo con una mezcla de alegría y nostalgia. —No puedo creer que estés aquí. Han pasado centenarios. Pensé que nunca volvería a verte. —Expresó la chica demonio con una sonrisa radiante.
Ethan sonrió levemente, sintiendo una ola de recuerdos inundarlo. Marina había sido su pareja hace cientos de años, y su tiempo juntos en el grupo había sido intenso y apasionado. —Sí, ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo has estado? —Interpeló el demonio.
—Sobreviviendo, como todos aquí. No puedo evitar recordar esos tiempos... cuando estábamos juntos. Los momentos que compartimos, las aventuras, las batallas... todo parecía tener sentido cuando estábamos lado a lado. —Dijo la muchacha entusiasmada.
Ethan asintió, evocando esos días pasados. Había una conexión especial entre ellos, pero sus caminos se habían bifurcado. —¿Has vuelto al grupo? ¿Te quedarás con nosotros esta vez? —preguntó Marina con un toque de esperanza.
Ethan sacudió su cabeza y respondió con un tono serio:
—No, Marina. Solo vine en busca de ayuda. Necesito saber cómo enfrentar a la Hermandad de la Noche Eterna, pero Saul me negó la ayuda que necesitaba.
Marina frunció el ceño, su alegría inicial transformándose en preocupación. —¿La Hermandad de la Noche Eterna? Ethan, eso es extremadamente peligroso. Incluso para ti.
— Lo sé. Pero no tengo otra opción. Necesito encontrar a la bruja que tiene el alma de Dylan, si salvo a mi hermano no habrá necesidad de guerra, las brujas entenderían que es en vano continuar con esos rituales.
Marina suspiró, comprendiendo la gravedad de la situación. Aunque quería que Ethan se quedara, también sabía que no podía detenerlo de su misión.
—Ten cuidado, Ethan. Si alguna vez necesitas ayuda, no dudes en buscarme. A pesar de todo, siempre estaré aquí para ti. —Su voz era suave y afectuosa.
—Gracias, Marina. Significa mucho para mí. —El demonio sonrió levemente.
Marina lo miró con una mezcla de tristeza y esperanza, deseando que las circunstancias fueran diferentes. Mientras Ethan se alejaba, sentía el peso de sus palabras. Sabía que enfrentarse a la Hermandad de la Noche Eterna sería uno de los desafíos más grandes de su vida, pero estaba decidido a seguir adelante, sin importar los riesgos.
*****
Ethan regresó a su cabaña, sus pensamientos pesados con las revelaciones y advertencias recibidas en el Tártaro. Al abrir la puerta, sus ojos se encontraron con la figura de Berenice, sentada en su pequeña mesa, con una expresión que mezclaba deseo y determinación.
—Berenice, ¿qué estás haciendo aquí? —Preguntó el demonio sorprendido.