Después del desayuno, Maya y Gianna se separaron del grupo de las demás muchachas para hablar sobre el encuentro con la Hermandad de la Noche Eterna. Gianna le expresó a Maya su preocupación sobre lo difícil que sería escaparse ahora, ya que la seguridad de la mansión había incrementado considerablemente tras la batalla con los demonios.
Mientras conversaban, Ethan, que se encontraba arreglando el desastre en el patio interior y el jardín, se acercó a ellas para conocer las novedades y el plan a seguir. Marina, uno de los demonios del grupo La Disidencia, había llegado temprano a la mansión para el entrenamiento con las chicas y, sin dudar, se dirigió primero a donde estaba Ethan. Al llegar, Marina escuchó los planes y se ofreció a acompañarlos.
Ethan, consciente del peligro que implicaba la misión, inicialmente se negó. Pero Marina insistió con una determinación que finalmente hizo ceder a Ethan.
—Está bien, Marina, puedes venir, pero por favor, no le digas nada al grupo, —le advirtió.
Marina aceptó con una sonrisa traviesa y, haciendo un gesto coqueto hacia Ethan, le recordó lo buen equipo que hacían cuando estaban juntos. Gianna trató de disimular su incomodidad, pero la persistencia de Marina la estaba agotando. A pesar de no ver a Marina como una enemiga, sentía la tensión.
Cuando llegó el momento de retirarse para la clase, Gianna, buscando reafirmar su posición, se despidió de Ethan con un beso en los labios. Ethan, sorprendido pero complacido, respondió con suavidad, mientras Marina observaba la escena con una ceja levantada y una sonrisa enigmática.
Con un suspiro, Gianna se apartó y le lanzó una última mirada a Ethan.
—Nos vemos luego, —le dijo con una sonrisa y luego se dirigió a la clase junto con Maya.
De camino a la clase, Gianna se volvió hacia Maya con una expresión de preocupación en su rostro.
—Maya, no creo que sea una buena idea que Marina se una al grupo —dijo Gianna en voz baja, asegurándose de que nadie más las escuchara.
Maya frunció el ceño, pensativa. —¿Porque lo dices? — Preguntó.
—La Hermandad solo solicitó la asistencia de Ethan y de mí. No quiero arriesgarme a alterar el plan o poner en peligro a más personas de lo necesario. —Respondió Gianna en un suspiro.
Maya asintió lentamente, comprendiendo las preocupaciones de su amiga. —Tienes razón. La demonio puede ser útil, y tiene experiencia, pero agregar a Marina podría complicar las cosas.
—Exactamente —respondió Gianna—. Además, siento que Marina tiene sus propios motivos para querer acompañarnos, y no sé si podemos confiar plenamente en ella.
Maya miró a Gianna con empatía. —Entiendo porque lo dices, pero no creo que eso deba preocuparte ahora, respondió con una sonrisa. —Hablaremos con Ethan después de la clase y le diremos nuestras preocupaciones. Debemos asegurarnos de que este plan sea lo más seguro posible.
Gianna asintió, sintiendo un poco de alivio al compartir sus inquietudes con Maya. Juntas, continuaron su camino hacia la clase.
*****
Marina miró a Ethan mientras se acercaban al límite del jardín. Había una mezcla de tristeza y determinación en sus ojos. La demonio suspiró y bajó la mirada por un momento antes de encontrar nuevamente los ojos de Ethan.
—¿Qué pasa, Marina? —Ethan se volvió hacia ella, notando la seriedad en su expresión.
—Cuando te vi regresar al Tártaro, pensé por un momento que podríamos tener un futuro juntos. —Hizo una pausa, observando la reacción de Ethan—. Pero veo que estás con Gianna y que ella es importante para ti.
Ethan sintió un nudo en el estómago. No quería lastimar a Marina, pero sabía que debía ser honesto. —Marina, lo siento mucho si te di una impresión equivocada. Gianna... ella es muy especial para mí. Mis sentimientos por ella son profundos y reales.
Marina asintió lentamente, tratando de aceptar las palabras de Ethan.
—No te preocupes, Ethan. Te deseo lo mejor. —Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios—. Solo quiero que sepas que, a pesar de todo, estoy dispuesta a ayudar. Quiero hacer lo necesario para probar que los demonios capturados por las brujas se pueden salvar.
Ethan sintió un alivio inmenso al escuchar sus palabras.
—Gracias, Marina. Realmente aprecio tu sensibilidad y tu disposición a ayudarnos y ayudar a Dylan.
En el salón de clases, Elena observó a las chicas con atención antes de darles su nueva tarea.
—Hoy vamos a trabajar con los elementos que menos resuenan con ustedes. Es importante que puedan manejar varios elementos, ya que eso aumentará su poder en una batalla —dijo Elena con firmeza.
Ethan y Marina estaban en la parte trasera del salón, observando a las jóvenes brujas. Elena comenzó a acomodarlas en parejas nuevamente y se dirigió hacia Ethan y Gianna. —Ethan, quiero que acompañes a Gianna. Veo mucho potencial en ella, y tú eres un demonio alquimista que maneja todos los elementos. Será una buena oportunidad para que aprenda.
Ethan asintió y sonrió a Gianna, quien le devolvió la sonrisa con un nerviosismo palpable. Salieron del salón y se dirigieron a un espacio abierto donde podrían practicar sin interrupciones. —Vamos a empezar con el agua —dijo Ethan, señalando un pequeño estanque cercano—. El agua es fluida y adaptable, pero también puede ser poderosa y destructiva.
Gianna lo observó mientras él comenzaba a mover las manos con gracia, susurrando palabras en un antiguo idioma. El agua del estanque comenzó a elevarse y formar figuras intrincadas en el aire.
—Ahora, intenta hacerlo tú —dijo Ethan, mirándola con expectación.
Gianna tomó una profunda respiración y trató de imitar sus movimientos, murmurando las mismas palabras. Pero el agua apenas se movió y luego cayó pesadamente al estanque. Gianna frunció el ceño, sintiéndose frustrada.
—No puedo hacerlo —dijo con un suspiro—. No estoy segura de cómo manejar el agua.
Ethan se acercó a ella, colocando una mano reconfortante en su hombro.