Portal de Sombras

Capítulo 31

Con delicadeza, Gianna empujó la puerta de la habitación de Berenice hacia adentro y entró en la oscuridad del cuarto. Berenice estaba acostada en la cama, sin conocimiento, con la piel pálida y respirando débil pero constantemente. Gianna se acercó a la cama y se sentó en una silla junto a ella, tomándole la mano entre las suyas.

—Berenice, soy yo, Gianna —comenzó, su voz suave pero firme. —Sé que estás luchando por volver con nosotras. Eres fuerte y valiente, y todas nosotras necesitamos tu guía.

Hizo una pausa, apretando ligeramente la mano de Berenice.

—La batalla fue dura, pero salimos adelante gracias a todo lo que nos has enseñado. Estoy aquí para ti, y no estás sola. Vamos a superar esto juntas. Necesitamos que te recuperes porque aún hay mucho por hacer.

Gianna continuó hablando, recordándole a Berenice momentos felices y las cosas que las esperaban cuando se recuperara.

—Recuerda los días de práctica en el jardín, cómo reímos juntas cuando algo salía mal, pero siempre encontrábamos la forma de mejorar. Piensa en lo mucho que nos has enseñado y en cuánto te admiramos todas. Eres una líder increíble, Berenice, y no puedo esperar a verte de nuevo en pie, guiándonos como siempre.

Pasaron los minutos, y Gianna siguió hablando con voz calmada y positiva, llenando el silencio con palabras de esperanza y fortaleza. Entonces, notó un ligero movimiento en los párpados de Berenice.

—Berenice... ¿puedes oírme? —preguntó con un susurro esperanzado.

Los ojos de Berenice se abrieron lentamente, su mirada aún nublada y confusa. Gianna sintió una ola de alivio y alegría.

—¡Elena! —llamó Gianna con emoción—. ¡Berenice está despertando!

Elena llegó rápidamente, observando a Berenice con atención. Después de asegurarse de que Berenice estaba consciente, pidió que le trajeran una sopa caliente.

—Berenice, ¿puedes escucharme? —preguntó Elena suavemente.

Berenice asintió levemente, sus ojos moviéndose lentamente para enfocarse en las personas a su alrededor. Gianna tomó la sopa y comenzó a alimentar a Berenice con cuidado.

—Has hecho un gran trabajo, Gianna —dijo Elena con una sonrisa—. Tu presencia y tus palabras han sido vitales para su recuperación.

Gianna sonrió y continuó ayudando a Berenice a comer. Luego, comenzaron a hablar sobre lo ocurrido en la batalla.

—Fue un caos —empezó Gianna—. Pero todas nosotras luchamos con todo lo que teníamos, gracias a tus enseñanzas. Hubiese sido más difícil sin ti.

Berenice, aunque aún débil, logró sonreír ligeramente.

—Estoy orgullosa de ustedes, —murmuró con voz ronca—Sabía que eran capaces de manejarlo. Solo necesito un poco más de tiempo para recuperarme.

La comunicación entre Berenice y Gianna mejoró grandemente después de esa tarde. Berenice, conmovida por la dedicación y el cuidado de Gianna, encontró una nueva motivación para recuperarse, y Gianna sintió un vínculo más fuerte con su maestra, fortaleciendo su determinación de proteger y apoyar a su comunidad de brujas.

*****

Después de recibir la información de Darlene, la señora Castelli no perdió tiempo y envió a un grupo de brujas para vigilar la mansión Celestite. Estas brujas se ocultaron en los alrededores, manteniendo una vigilancia constante. Sin embargo, la tormenta creada por Gianna durante su entrenamiento dificultó enormemente su tarea. La lluvia torrencial y los fuertes vientos no solo impedían una visión clara, sino que también complicaban cualquier intento de acercarse sigilosamente.

Dentro de la mansión, Gianna, Maya y Ethan se preparaban para su peligrosa misión de encontrarse con la Hermandad de la Noche Eterna. El ambiente estaba cargado de tensión y anticipación mientras recogían lo necesario para el viaje.

Gianna se encontraba revisando su mochila por tercera vez, asegurándose de que no olvidara nada esencial. Maya, por su parte, estaba ajustando las correas de su cinturón donde llevaba sus pociones y amuletos. Ethan, con una expresión seria, observaba el mapa que había dibujado, indicando el camino más seguro hacia el lugar del encuentro.

—¿Estás segura de que no olvidamos nada? —preguntó Gianna a Maya, su voz reflejando su nerviosismo.

—Creo que tenemos todo lo que necesitamos —respondió Maya con calma, aunque también sentía la tensión—. Pero debemos estar preparadas para cualquier eventualidad.

Ethan guardó el mapa en su chaqueta y se acercó a las chicas.

—Recuerden, no sabemos exactamente qué nos espera —dijo, su voz firme.— Debemos estar alertas y trabajar juntos.

La tormenta continuaba rugiendo afuera, lo que les proporcionaba una ventaja para salir sin ser detectados por las brujas vigilantes. Gianna miró a Ethan, y luego a Maya, sintiendo una mezcla de miedo y determinación. No podían fallar.

—Vamos —dijo Gianna, tomando aire profundamente. — Es ahora o nunca.

En silencio, los tres abandonaron la mansión aprovechando la tormenta como cobertura. La lluvia los empapó de inmediato, pero no podían parar. Se desplazaban rápidamente y con sigilo, conscientes de que cada segundo era crucial.

A medida que se alejaban de la mansión, las brujas en guardia apenas lograban ver a través del diluvio. Gianna, Maya y Ethan desaparecieron en la negrura de la noche, dirigiéndose hacia el Tártaro para reunirse con Marina.

Sin embargo, Marina no logró pasar desapercibida y uno de los demonios disidentes la persiguió hasta la salida, deteniéndola. Omar, un imponente demonio con ojos ámbar y una fornida figura de piel oscura bloqueó su paso.

—¿A dónde crees que vas, Marina? —preguntó Omar, su voz grave y autoritaria.

Marina y Ethan trataron de explicarle la situación, pero Omar no estaba convencido. Decidió llamar a Saul para informar del intento de escape de Marina. Saul, con su presencia intimidante y mirada penetrante, llegó rápidamente.

—Marina, sabes que no puedes salir —dijo Saul firmemente.— Es demasiado arriesgado, especialmente con las patrullas de brujas vigilando cerca de las entradas al Tártaro y la mansión Celestite.



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En el texto hay: romance juvenil, brujas, magia

Editado: 14.11.2024

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