Capítulo 41

Mientras tanto, en la Mansión Celestite, las chicas Gianna, Maya, Eva y Nora estaban reunidas en el cuarto de Gianna, esperando con ansiedad la llegada de Berenice y Ethan. Ya habían pasado casi seis horas desde que se habían ido, y la incertidumbre empezaba a pesarles.

—No puedo creer que aún no hayan regresado. ¿Qué piensas que les habrá sucedido? —dijo Maya mientras observaba por la ventana.

—No estoy segura, pero debemos confiar en que están bien. Berenice es fuerte y Ethan... bueno, él siempre encuentra la forma de salir adelante. —respondió Gianna, su voz reflejando preocupación.

—Quizás solo se han retrasado un poco. Tal vez encontraron algún obstáculo en el camino. —comentó Eva, intentando mantener la calma.

Nora, quien había permanecido en silencio hasta ese momento, añadió:

—Ojalá sea solo eso. No me gusta estar aquí sin saber qué está ocurriendo.

Cerca de la hora de la cena, las chicas decidieron ir al comedor. Se sentaron en la mesa, intentando mantener una conversación normal a pesar de que sus pensamientos seguían centrados en Berenice y Ethan. Elena se unió a ellas y, aunque intentaba mostrar tranquilidad, su rostro reflejaba preocupación. En voz baja, le preguntó a Gianna:

—¿Tienen noticias sobre Ethan y Berenice?

—No, todavía no sabemos nada —respondió Gianna moviendo la cabeza en señal de negación, — sólo nos queda esperar. Estoy segura de que estarán bien —se decía más a sí misma.

—Sí, lo entiendo. Pero no puedo evitar sentirme inquieta. Solo deseo que regresen pronto y a salvo —respondió la bruja, asintiendo, aunque su ansiedad seguía presente. Elena intentó brindar palabras de aliento a las chicas, a pesar de que su propia duda era evidente. —Sé que esto es complicado, pero debemos conservar la calma. Han enfrentado muchas pruebas y estoy segura de que volverán con buenas noticias. Confío en la fortaleza de nuestra familia.

—Gracias, Elena. Eso me reconforta —dijo Eva con una media sonrisa.

—Sí, tenemos que mantenernos fuertes y unidas. Eso es lo que ellos esperarían de nosotras —afirmó Nora.

La cena continuó en un ambiente tenso pero solidario, mientras cada una de las chicas y Elena trataban de mantenerse optimistas y preparadas para cualquier noticia que pudiera llegar.

*****

En el mundo superior, apenas unas cuantas horas habían pasado desde la salida de Ethan y Berenice hacia el mundo de las sombras. Sin embargo, en el mundo de las sombras, ya habían transcurrido varios días. La batalla había menguado, pero aún no había rastros de Ethan. La situación era crítica, y Astarot estaba cada vez más preocupado.

Astarot había sido informado que Seth, el guardián de la zona sur, los había traicionado, pero ya lo habían capturado. En su celda, Seth permanecía bajo vigilancia estricta y había soportado torturas sin revelar información.

—Padre, debo hablar con Seth. Tal vez logre que revele dónde está Ethan. —Afirmó Berenice con firmeza.

—Es arriesgado y no tendrá resultado, Berenice. Ni siquiera bajo tortura ha dicho una palabra. ¿Qué te hace suponer que lo hará contigo? —Replicó el rey, visiblemente preocupado.

—Porque lo conozco. Puede que haya una manera de hacerle hablar sin recurrir a la fuerza. Déjame intentarlo, por favor. —Insistió la chica.

Muy bien. Pero irás acompañada por Amadeo. No quiero que corras riesgos innecesarios. —Asintió con un suspiro.

Astarot concedió el permiso, y Berenice, acompañada por Amadeo, se dirigió al calabozo del castillo. Al llegar a la celda, la atmósfera era opresiva, con la humedad y el frío del calabozo intensificando la tensión del momento. Seth, encadenado y malherido, levantó la mirada cuando Berenice y Amadeo se acercaron.

—Seth, eres consciente de la razón de mi presencia. Por favor, ¿puedes decirme dónde se encuentra Ethan? —exclamó la bruja con tono decidido.

Seth esbozó una sonrisa amarga. —¿Acaso piensas que te lo revelaré solo porque me lo pides? He enfrentado sufrimientos mucho más intensos.

—Seth, esto no necesita continuar de esta manera. Tienes la oportunidad de redimirte y asistirnos en su búsqueda. No solo por mí, sino también por el bienestar de todos —replicó la joven, cuya voz sonaba notablemente más serena.

—¿Redimirme? Ya estoy condenado, Berenice. No hay vuelta atrás para mí. —La voz de Seth estaba llena de resentimiento.

—Seth, has traicionado a tu propio reino. Pero aún puedes hacer algo bueno. Ayúdanos a encontrar a Ethan. —Intervino Amadeo.

—¿Y qué obtengo yo de eso? Nada alterará mi destino, —respondió el guardián. —Es la vida de mi hermana Kenia o la de Ethan. Ethan fue quien nos traicionó, —agregó con desdén.

—Tienes razón, tu destino no cambiará. Pero tienes la opción de decidir cómo culminará tu historia. Puedes optar por ayudar en lugar de destruir —replicó la bruja. — Ethan no traicionó a nadie como tú lo hiciste. Él actuó para salvar a su hermano y a nuestra raza. Tú te vendiste a esas brujas, y ¿dónde están ahora? ¿Dónde están para protegerte? ¿Dónde está tu hermana? —añadió la bruja con firmeza.

Seth pareció dudar por un momento. La lucha interna era evidente en sus ojos. Finalmente, con un suspiro resignado, habló. —Se lo llevaron por las cavernas cerca del abismo. No sé si sigue con vida, pero ahí es donde lo vi por última vez.

—Gracias, Seth. Esto puede ser el primer paso para redimirte. —Asintió la joven.

Berenice y Amadeo salieron de la celda con la nueva información. La preocupación seguía presente, pero ahora había un rayo de esperanza. Sabían que debían actuar rápido si querían encontrar a Ethan a tiempo.

*****

Berenice y Amadeo regresaron apresuradamente al castillo. A su llegada, se dirigieron directamente a la sala del trono donde Astarot esperaba con una expresión de preocupación. Berenice se acercó a su padre y le explicó la situación.

—Padre, hemos averiguado que Ethan ha sido llevado a las cavernas del abismo. Debo regresar al mundo superior. No deseo preocupar más a Patricia ni a Elena de lo necesario. Además, necesito que Amadeo actúe como mi guardaespaldas y quiero que me acompañe al mundo superior —declaró la joven con determinación.