Cuando Gianna, sus amigas y su madre llegaron a la mansión Celestite, el ambiente estaba cargado de tensión y anticipación. El grupo que habían estado esperando en la sala principal se sorprendieron al ver a Rebecca junto a Gianna. La emoción y el alivio se reflejaron en sus rostros mientras se acercaban rápidamente para saludarla.
—¡Rebecca! No puedo creerlo. Bienvenida de nuevo. —Saludó Patricia con una sonrisa.
—Gracias, Patricia. Es bueno estar aquí de nuevo.
—¿Qué paso con Ethan? —Preguntó Berenice.
—No pude hacer nada por él, está encadenado en el sótano y me dio mucho miedo que nos atraparan a todas justo cuando íbamos a escapar —dijo Gianna.
—No te preocupes, estará bien. Pronto iremos a buscarlo —respondió su media hermana. —Sarah, me alegra que estés de nuevo con nosotras, pero ¿por qué estás aquí? ¿Qué sucedió? —agregó la joven maestra.
—Es una historia larga, pero para resumir: cuando me di cuenta de lo que estaba sucediendo y de que tenían a Ethan encerrado, me opuse y eso me costó un castigo; terminaron encerrándome cuando intenté salir de la casa para avisarles —respondió Sarah con melancolía.
Patricia interrumpió y se acercó a Rebecca. — necesitamos hablar sobre el cuarzo de celestita.
La madre de Gianna no contestó inmediatamente, reflexionando sobre cómo responder. — No tengo el cuarzo, pero puedo asegurarte que está muy bien cuidado.
—Me alegra saber que está a salvo, pero debes entender que el tiempo se acaba y es crucial que el cuarzo regrese a su portal. —La voz de Patricia transmitía gravedad.
—Lo comprendo, pero en este momento es arriesgado. —Contestó Rebecca con tranquilidad.
—Necesitamos traerlo lo antes posible. —Insistió la directora.
—En su debido tiempo Patricia. —Dijo la madre de Gianna con su voz en calma. —No arriesgaré a mi hija. Tú sabes muy bien lo que implica traer el cuarzo en un momento como este, —continuo.
—Muy bien, así será, —asintió Patricia. Por ahora, les sugiero que se vayan a descansar y mañana podremos retomar las ideas. —Continuó diciendo:
—Sarah, puedes regresar a tu habitación y Rebecca, Elena preparará una habitación para ti porque la tuya está ocupada por tu hija.
—No te preocupes, —comentó Rebecca mientras se acercaba a su hija por detrás. —Puedo quedarme con ella. —agregó.
Gianna asintió y colocó su mano sobre la de su madre en un gesto de apoyo.
—Perfecto. Entonces nos vemos mañana. Todas a sus habitaciones, ordenó la directora.
El grupo se retiró a descansar, evidenciando en sus rostros claros signos de agotamiento. Los demonios que estaban presentes regresaron a la cabaña de Ethan.
*****
En la habitación de Gianna, la atmósfera estaba cargada de emociones mientras ella y su madre, Rebecca, se sentaban juntas, compartiendo las experiencias que habían vivido durante los largos meses de separación. La luz tenue de la habitación creaba un ambiente íntimo, donde madre e hija podían hablar con franqueza.
—No sabes cuánto te he extrañado, mamá. Han pasado tantas cosas... todo ha cambiado desde que te fuiste. —Expresó Gianna tomando la mano de su madre.
Rebecca acarició suavemente el rostro de su hija:
—Lo sé, mi amor. Yo también te he extrañado más de lo que puedo expresar. No ha sido fácil, pero me alegra que estemos juntas de nuevo.
Hubo un momento de silencio, donde ambas reflexionaron sobre los momentos difíciles que habían vivido. Gianna, sintiendo la necesidad de cambiar el tema, decidió preguntar sobre el cuarzo de celestita, el cual estaba en el centro de muchas de sus preocupaciones. —Mamá, antes le mencionaste a Patricia sobre el cuarzo... Dices que está en un lugar seguro, pero... ¿crees que estamos a salvo aquí? ¿No crees que deberíamos saber más sobre él, en caso de que algo ocurra? —preguntó con voz suave.
Su madre le respondió mirándola fijamente a los ojos:
—Gianna, lo que te dije a Patricia es cierto. El cuarzo está en un lugar seguro, uno que ni siquiera la Organización Oscura puede penetrar fácilmente. Pero debo ser honesta contigo, no confío en nadie aquí, no completamente. Este tipo de poder atrae a muchos... y no todos tienen buenas intenciones.
—¿Ni siquiera en Patricia o en Elena? Ellas nos han ayudado tanto... —Preguntó con inquietud.
—No es que desconfíe de ellas en particular, pero en nuestro mundo, las lealtades pueden cambiar. Todos tienen sus propios intereses, y algo tan poderoso como el cuarzo de celestita podría tentar a cualquiera. Es mejor ser cautelosa.
Gianna asintió, comprendiendo la cautela de su madre. Pero había otra preocupación que no podía ignorar. —¿Y Ethan? Mamá, ¿qué sabes de lo que le van a hacer?
—Gianna, lo que te voy a decir no es fácil de escuchar, pero es la verdad. No solo la Organización Oscura usa a los demonios para sus rituales. Otras hermandades también lo hacen. Algunos buscan extraer su poder, otros quieren controlarlos, y hay quienes simplemente los ven como herramientas desechables para sus propósitos. —Dijo la madre suspirando profundamente.
—¿Qué crees que le harán? ¿Es posible salvarlo?
—Eso espero hija. Ethan es fuerte. Lo que sé que lo están utilizando para acercarse a ti, por ahora lo más que podrían hacerle es tortura, pero no sé hasta cuanta paciencia pueda tener la Organización Oscura.
Gianna sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras de su madre. La idea de que Ethan pudiera ser torturado y manipulado como una simple herramienta le provocaba una mezcla de rabia y desesperación. Sin embargo, la determinación en su corazón se hizo más fuerte. Sabía que debía hacer todo lo posible para sacarlo de aquel lugar y proteger el cuarzo, sin importar los peligros que enfrentaran.
*****
Berenice estaba en el jardín trasero de la mansión Celestite, disfrutando de la tranquilidad nocturna mientras se despedía de Amadeo. La luz de la luna bañaba el lugar con un resplandor suave, generando una atmósfera íntima y apacible. Amadeo, un hombre atractivo y robusto, se acercó a ella con pasos decididos pero amables. Sus ojos brillaban con una intensidad que revelaba tanto su fortaleza física como la profundidad de sus emociones.