Portal de Sombras

Capítulo 49

A la mañana siguiente, la mansión Celestite estaba sumida en una calma tensa. Patricia y Elena se encontraban en la oficina de Patricia, una habitación adornada con estanterías llenas de libros antiguos, reliquias mágicas, y un gran ventanal que dejaba entrar la luz suave del amanecer. Patricia estaba sentada detrás de su escritorio, sus dedos tamborileando sobre la superficie de madera mientras Elena se encontraba de pie cerca de la ventana, mirando hacia el jardín con una expresión pensativa.

—Rebecca es una mujer difícil, —comenzó Patricia, su voz controlada, pero con un tinte de frustración. —Si realmente tiene el cuarzo de celestita, será complicado hacer que lo entregue. Aún más complicado si no confía en nadie aquí. —

Elena asintió lentamente, girándose hacia Patricia. —Quizás podríamos apelar a su instinto de protección hacia Gianna, — sugirió, tratando de encontrar una manera de llegar a Rebecca. —O usar a Gianna para persuadirla, hacerle entender lo importante que es mantener el equilibrio entre los mundos. —

Patricia suspiró, entrecerrando los ojos en dirección a Elena. —No es tan sencillo. Rebecca no solo desconfía de nosotros, sino que también teme que cualquier movimiento en falso podría poner en peligro a su hija. Necesitamos una estrategia más sutil. —

Elena se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de Patricia. Habían discutido varios enfoques, pero ninguno parecía ser completamente efectivo. Finalmente, Patricia habló de nuevo, su tono más severo.

—Si no podemos obtener el cuarzo por medios pacíficos, tendremos que considerar otras opciones. El equilibrio de los mundos depende de ello. —

Elena frunció el ceño, no del todo cómoda con la implicación de aquellas palabras. —Rebecca no es una enemiga. Debemos recordar eso, —insistió, pero Patricia no respondió, su mente ya estaba enfocada en otros asuntos.

Elena decidió cambiar de tema, tratando de alejarse de la tensión que el asunto del cuarzo estaba creando. —Patricia, —comenzó con cautela, —he estado pensando... ¿qué será de Ethan? —

Patricia levantó la vista de los papeles que tenía frente a ella, su expresión completamente impasible. —¿Ethan? —repitió, como si la pregunta la hubiese tomado por sorpresa. —El destino de ese demonio no es de mi incumbencia. —

Elena sintió un nudo formarse en su estómago ante la frialdad en las palabras de Patricia. —Pero él ha sido parte de esta guerra, al igual que nosotros, — insistió, su voz temblando ligeramente. —Y Gianna... ella tiene sentimientos por él. No podemos simplemente abandonarlo. —

Patricia inclinó la cabeza, su mirada ahora afilada. —Ethan es un demonio, Elena. No un aliado, no un amigo. No olvides quiénes somos y cuál es nuestro objetivo. No podemos permitirnos distracciones emocionales. — Su tono era frío, sin espacio para la compasión.

Elena bajó la mirada, sintiéndose inquieta y triste. La indiferencia de Patricia hacia Ethan la preocupaba profundamente. Aunque entendía la lógica detrás de las palabras de Patricia, no podía ignorar lo que su corazón le decía. —Entiendo, —murmuró, aunque su tono dejaba entrever que no estaba del todo de acuerdo.

Patricia, notando el conflicto interno en Elena, volvió a concentrarse en los documentos en su escritorio, dejando la conversación en un silencio incómodo. Elena se quedó un momento más en la oficina, luchando con sus propios pensamientos antes de salir en silencio, preocupada por lo que el futuro deparaba tanto para Ethan como para todos aquellos atrapados en esta guerra.

*****

En el comedor de la mansión Celestite, las jóvenes brujas se iban acomodando una a una, sus rostros todavía mostraban signos de cansancio por las largas noches llenas de tensiones y planes. Algunas se agrupaban en pequeños círculos, hablando en voz baja mientras esperaban que el desayuno estuviera listo. El ambiente estaba cargado de una mezcla de ansiedad y agotamiento, pero también de una determinación silenciosa.

En la cocina, Rebecca y Elena estaban ocupadas con los preparativos del desayuno. La cocina era espaciosa, con superficies de mármol y utensilios de cocina relucientes, aunque el ambiente era cálido y acogedor. Rebecca estaba batiendo unos huevos en un bol grande, mientras Elena cortaba frutas en una tabla.

—Gracias por ayudar, Rebecca, — dijo Elena con una sonrisa suave, aunque su voz llevaba el cansancio de los últimos días.

No hay de qué, Elena. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que han hecho por mí y por Gianna, — respondió Rebecca, su tono era sereno pero había una sombra de preocupación en su mirada. —¿Cómo están las chicas esta mañana? Son tan jóvenes, tan... vulnerables. —

Elena asintió, suspirando mientras terminaba de cortar las frutas. —Lo están, pero también son fuertes. Más de lo que a veces les damos crédito. Aun así, estos días han sido duros para todas nosotras. —

Rebecca dejó el bol a un lado y se volvió hacia Elena, su expresión se suavizó un poco. —Es difícil verlas pasar por esto, pero tenemos que seguir adelante. No hay otra opción. —

Elena asintió, aunque su mente estaba distraída, probablemente aun pensando en su conversación con Patricia sobre Ethan. —Lo sé... pero a veces me pregunto cuánto más pueden soportar. —

La conversación fue interrumpida por el sonido de pasos fuertes acercándose a la cocina. Amadeo apareció en la puerta, seguido por un grupo de demonios de aspecto imponente. Amadeo, con su figura alta y musculosa, su cabello oscuro ligeramente despeinado y esos ojos profundos que siempre parecían observarlo todo con una intensidad inusual, se acercó a las dos mujeres. Su presencia llenaba la habitación de inmediato.

—Buenos días, Rebecca, Elena, — saludó con una ligera inclinación de cabeza. —Patricia ha dado órdenes de que los demonios desayunen aquí en la cocina, no en el comedor principal. —

Rebecca miró a Amadeo, sus ojos se encontraron por un momento, y luego asintió. —Está bien. Preparamos suficiente comida para todos. —dijo con una sonrisa.



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En el texto hay: romance juvenil, brujas, magia

Editado: 01.12.2024

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