Maya y su madre, Irene, se encontraban en uno de los rincones más apartados de la mansión Celestite, un pequeño jardín interior lleno de plantas medicinales y flores que perfumaban el aire con su aroma suave. Se abrazaron con fuerza, ambas sintiendo el alivio de estar juntas nuevamente después de tanta incertidumbre y peligro.
—Te extrañé tanto, mamá, — susurró Maya, su voz quebrada por la emoción. —No pensé que volvería a verte y menos tan pronto.
Irene acarició el cabello de su hija, con una sonrisa triste en su rostro. —Yo también, mi hija. Pero ahora estamos aquí, y no voy a dejar que nada nos separe otra vez.
Maya se apartó ligeramente, mirándola con preocupación. —Pero ¿qué pasó? ¿Por qué tuviste que huir de la hermandad? ¿Qué está ocurriendo realmente?
Irene suspiró, sus ojos se oscurecieron mientras recordaba los recientes eventos. —Todo empezó con los planes de tu abuela, Úrsula. Desde que la transferencia de alma con Gianna fracasó, Úrsula se ha vuelto más desesperada, más peligrosa, pero sus fuerzas no alcanzan para más y está muy delicada. —
Maya frunció el ceño, tratando de procesar las palabras de su madre. —¿Qué quiere hacer exactamente?
—Úrsula ha decidido invocar el alma de un demonio, —explicó Irene con seriedad. —La intención inicial de la Organización Oscura era terminar con el demonio Ethan, eliminarlo para siempre. Pero tu abuela intervino y pidió su alma. Quiere usarla para sus propios fines, para aumentar su poder y controlar la Hermandad de la Noche Eterna como nunca antes, igualmente sigue necesitando de un cuerpo joven y muy pronto.
Los ojos de Maya se abrieron con horror. —¿Ethan? ¡No podemos permitir que eso ocurra! Pero, ¿que hizo a la Organización Oscura estar de acuerdo con algo tan peligroso?¿No les restaría eso poder a la organización?
—La única razón por la que aceptaron es porque Úrsula les ofreció algo a cambio, —continuó Irene, su voz temblando ligeramente. —Les prometió el cuarzo de celestita, el cual, según ellos, es la clave para controlar el portal entre los mundos. La Organización Oscura quiere dominar ambos mundos, el nuestro y el de las sombras, y el cuarzo es la pieza que les falta para lograrlo.
Maya sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. —Pero nadie sabe dónde está el cuarzo. Eso es otra mentira de la abuela.
Irene negó con la cabeza. —No, no lo tiene. El cuarzo está oculto, pero se dice que está en algún lugar de un bosque, pero la Organización y tu abuela harán lo que sea para encontrarlo. Por eso tuve que huir. Me negué a seguir sus planes y sabía que, si me quedaba, terminarían por hacerme... no sé qué.
Maya apretó los puños, su determinación creciendo. —No podemos dejar que eso suceda. No podemos permitir que la Organización Oscura controle el portal, ni que la abuela invoque el alma de Ethan. Tenemos que detenerlos.
Lo sé, — dijo Irene con firmeza, tomando las manos de su hija. —Pero debemos ser cuidadosas. Esta guerra que se está librando es más peligrosa de lo que imaginas. Úrsula no se detendrá ante nada para obtener lo que quiere, y la Organización Oscura es implacable. —
Maya asintió, su mirada resuelta. —Haremos lo que sea necesario, mamá. No dejaremos que ellos ganen.
Maya e Irene, conscientes de la gravedad de la situación, se apresuraron a encontrar a Gianna y Rebecca para compartir las noticias. Tras un corto trayecto, llegaron a la cabaña de Ethan donde se encontraban junto a un grupo de demonios leales. La atmósfera dentro de la cabaña era tensa, los demonios discutían en susurros, y la figura imponente de Saul, el líder del grupo la Disidencia, se erguía en medio de ellos.
Al entrar, Maya captó de inmediato la atención de todos. —Debemos hablar, es urgente, — dijo con firmeza.
Rebecca, que estaba sentada cerca de Gregg, se levantó de inmediato, notando la seriedad en los ojos de Maya y de Irene. —¿Qué sucede? — preguntó, su voz cargada de preocupación.
Maya no perdió tiempo y comenzó a explicar. —Mi abuela Úrsula... tiene planes terribles. Quiere invocar el alma de Ethan para sus propios fines. La Organización Oscura acordó permitirlo a cambio del cuarzo de celestita. Están dispuestos a hacer lo que sea necesario para encontrarlo y controlar ambos mundos.
Un murmullo inquieto recorrió la cabaña. —Saul, quien había permanecido en silencio, observó a Maya e Irene con una expresión grave. —¿Y qué sugiere Patricia? — preguntó con un tono que insinuaba cierta desconfianza.
Patricia aún no ha tomado una decisión, — respondió Irene con cautela. —Pero no podemos esperar más. Si Úrsula tiene éxito, no solo perderemos a Ethan, sino que la Organización Oscura tomará el control de ambos mundos.
Gianna, que había estado escuchando en silencio, apretó los puños con determinación. —No podemos permitir que eso suceda. Debemos actuar ahora.
Saul asintió lentamente, entendiendo la gravedad de la situación. —No podemos depender de Patricia para este rescate, — dijo con firmeza, dirigiéndose a los demás demonios. —Este es un asunto que debemos resolver por nosotros mismos. Si la Organización Oscura se fortalece, ninguno de nosotros estará a salvo.
Saul se volvió hacia dos de los demonios que lo acompañaban, ambos con una apariencia imponente y aura amenazante. —Ustedes dos, — ordenó, —irán al Tártaro y buscarán más aliados. Necesitamos toda la fuerza que podamos reunir para enfrentar lo que viene.
Los dos demonios asintieron en silencio, entendiendo la importancia de su misión. Sin perder más tiempo, se desvanecieron en la oscuridad de la noche, dejando atrás la cabaña para cumplir con la orden de Saul.
Rebecca, viendo la preocupación en los ojos de su hija y sabiendo lo mucho que estaba en juego, tomó la mano de Gianna. —Haremos lo que sea necesario para proteger a Ethan y para detener a la Organización Oscura, — prometió con determinación.
La decisión estaba tomada. Ahora, todos sabían que la batalla no solo era por el control de los mundos, sino también por el destino de aquellos a quienes amaban.