Rebecca, con expresión ansiosa y una mirada inquieta, se dirigió hacia la puerta de la cabaña de Ethan, donde varios demonios procedentes del reino de las sombras, el Tártaro y otros lugares estaban buscando refugio tras los ataques continuos, más se habían convertido en aliados para la batalla inminente con la Organización Oscura y la Hermandad de la Noche Eterna. La noche había llegado más temprano, presagiando la inminente llegada del otoño. Los árboles que rodeaban la cabaña parecían envolverla en sombras que daban la impresión de moverse con vida propia. Al entrar se encontró con Gianna y Berenice que la estaban esperando.
Rebecca cerrando la puerta detrás de ella, suspiró y se dirigió hacia ellas.
—Chicas, tenemos que hablar.
Gianna levantó la mirada, notando la seriedad en la voz de su madre, mientras Berenice se endereza, sus ojos reflejando una mezcla de curiosidad y desconfianza.
—¿Que sucedió, mama? ¿Qué hablaste con Patricia? —preguntó Gianna preocupada.
Rebecca se sentó frente a ellas con expresión grave. —Patricia y yo discutimos, y no fue nada fácil. Ella me confrontó sobre el cuarzo de celestita... ya sabe que lo tengo. Pero eso no es todo. Hay algo más, algo que no esperaba.
Berenice frunce el ceño y su cuerpo se tensa al escuchar lo que dice Rebecca. —¿Qué más hay, Rebecca? No nos dejes en la incertidumbre.
Patricia me comentó que la Organización Mundial ha optado por seleccionar a otra bruja para restaurar el portal, no a la elegida. —dijo la madre, dirigiendo una mirada de tristeza y determinación hacia Gianna.
Gianna parpadeó, sorprendida, mientras Berenice cruza los brazos, visiblemente confundida. —¿Qué bruja es esa y quién debería ser la elegida? —preguntó Berenice con impaciencia.
Rebecca inhaló profundamente mientras se preparaba para comunicar lo que necesitaba decir. —Gianna... eres la elegida. Tú tienes la responsabilidad de restaurar el portal.
El silencio en la cabaña se volvió abrumador. Gianna miró a su madre, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Berenice, por su parte, retrocedió un paso, atónita ante la revelación.
—¿Gianna? Pero... siempre he sido yo la única heredera soy hija del rey del mundo de las sombras y de una demonio... la destinada a llevar el legado del trono de las sombras. ¿Cómo puede ser posible que ella sea la elegida? cuestionó Berenice con incredulidad.
—Berenice, entiendo que esto te resulte complicado de aceptar. Durante mucho tiempo pensé que tú serías la única heredera, pero la realidad es que Gianna es la hija del rey del mundo de las sombras y de una bruja de este mundo...eso no te quita a ti de ser la heredera al trono del mundo de las sombras. He intentado protegerla y mantenerla alejada de todo esto, pero ya no puedo seguir evadiendo la verdad. —Su tono era suave, aunque decidido. —Ambas son herederas al trono; Gianna simplemente es la elegida para restaurar el portal. —Añadió.
Gianna bajó la mirada, sintiendo el peso de las expectativas y la responsabilidad que ahora recaen sobre ella. Berenice, luchando con sus emociones, se da cuenta de que su lugar en el mundo ha cambiado de manera irrevocable.
—¿Por qué no me lo dijiste antes, mamá? ¿Por qué esperaste hasta ahora? —Expresó Gianna con voz temblorosa.
—Porque quería protegerte, Gianna. No quería que tuvieras que cargar con este destino. Quise mantenerte alejada de la oscuridad, de las intrigas de la Organización Original. Pero ya no puedo ocultarte más. El tiempo se acaba, y Patricia está decidida a encontrar el cuarzo... sabe que lo tengo. No confío en ella, algo está tramando, y no podemos bajar la guardia. Ella piensa que no estas preparada, mas yo pienso que todo esto es porque se han dado cuenta que no puedes ser manipulada.
Berenice observó a Rebecca, su rostro reflejaba una combinación de resentimiento y entendimiento. A pesar de que la revelación había alterado su vida, también reconocía que el peligro es genuino y que en este momento crítico, deben estar más unidas que nunca para proteger el mundo de las sombras al que pertenecen.
—Si Gianna es la elegida, entonces debemos protegerla. No permitiré que Patricia o cualquier otra bruja la utilice para sus propios fines. Ni que restauren el portal para tener el control sobre nuestro mundo. Tenemos que sacar a Ethan de las manos de la Organización Oscura.
—No sé si estoy lista para esto... para ser la elegida. —Dijo la joven bruja mirando a su hermana con gratitud, pero también con una sombra de miedo.
Rebecca tomó las manos de su hija con ternura. —Lo estarás, Gianna. No estarás sola. Berenice y yo estaremos contigo en cada paso. Pero debes saber que el camino que tienes por delante no será fácil.
Gianna asintió, aceptando su destino, aunque el miedo aún persista en su corazón. La cabaña quedó en silencio, mientras las tres mujeres se preparan para lo que está por venir, sabiendo que la amenaza de Patricia y la restauración del portal se ciernen sobre ellas.
*****
Poco a poco los demonios del grupo La Disidencia iban llegando a la cabaña. Amadeo y Saúl, los primeros en llegar, se encontraron con Rebecca, Gianna y Berenice, quienes los reciben con expresiones de cansancio y preocupación.
Amadeo fue el primero en romper el silencio, su expresión seria evidenciaba la tensión palpable. — Parece que las cosas no marchan bien. ¿Qué ha sucedido? —preguntó.
Berenice, con un tono decidido, aunque teñido de tristeza, comenzó a hablar. — Gianna es la elegida para restaurar el portal. Sin embargo, la Organización Mundial ha optado por buscar a otra bruja, y la Organización Original parece estar de acuerdo. Quieren una bruja que puedan manejar a su antojo. Ya no podemos confiar en ella; de hecho, ahora se encuentra en nuestra lista de enemigos.
Saul asintió con gravedad, reconociendo la seriedad de la situación. — Sabíamos que la Organización Oscura y la Hermandad de la Noche Eterna representaban un peligro, pero ahora, con Patricia en su contra, todo se complica aún más.