Ambos bandos luchaban con una fuerza brutal. Las brujas de la Organización Oscura y la Hermandad de la Noche Eterna, aunque poderosas, comenzaron a flaquear cuando algunas de las brujas de la Hermandad decidieron retirarse cobardemente, dejando a sus aliadas en una posición cada vez más vulnerable. La retirada inesperada sumió a Castelli y Darlene en una desesperación creciente.
—¡Cobardes! ¡Esto no ha terminado, debemos completar el ritual! —Gritó Castelli con furia al ver como algunas brujas de la hermandad huían.
Darlene, viendo que la situación estaba al borde del colapso, decidió tomar una medida desesperada. Se acercó a su nieta Sarah, quien estaba entre la confusión del combate, también peleando en contra de la Organización Oscura.
—Sarah, querida, este es tu momento. Has sido destinada a grandes cosas. Tú deberías controlar ambos mundos. Ahora es el momento de restaurar el portal, y todo esto puede ser tuyo. —le dijo Darlene con una voz suave, pero firme, llena de manipulación.
Sarah miró a su abuela con duda en sus ojos. Sabía que algo no estaba bien, pero las palabras de Darlene, llenas de promesas de poder y gloria, comenzaron a nublar su juicio. La lucha interna de Sarah era evidente, pero la presión de su abuela finalmente fue demasiado fuerte. Lentamente, con una mezcla de miedo y determinación, asintió con la cabeza. —Está bien, abuela. Lo haré. —Expresó la joven dubitativa, pero convencida.
Darlene esbozó una sonrisa de triunfo y tomó la mano de Sarah, llevándola hacia la plataforma donde yacía Ethan, aún encadenado y debilitado. Castelli, al verlas acercarse, detuvo momentáneamente sus ataques y comenzó nuevamente a entonar los cánticos oscuros necesarios para continuar el ritual. Las palabras antiguas resonaban en el aire, creando una atmósfera opresiva mientras nuevamente la magia oscura comenzaba a concentrarse alrededor de la plataforma.
Gianna, quien había estado peleando desesperadamente por liberar a Ethan, vio a Sarah acercarse a la plataforma. Su corazón se llenó de angustia al ver a su amiga, su mejor amiga, dispuesta a participar en un acto tan siniestro. Apretó con fuerza la daga que su madre le había dado, sintiendo la urgencia de detener lo que estaba por suceder. —¡Sarah, no lo hagas! ¡No entiendes lo que están haciendo! —gritó Gianna desde la distancia, intentando detenerla.
Pero las palabras de Gianna se ahogaron en el estruendo de la batalla. Sarah, con el rostro pálido pero decidido, subió a la plataforma junto a su abuela. Castelli alzó el cuarzo hacia el cielo, su voz resonante llenando el jardín mientras anunciaba el inicio del ritual con una voz poderosa y llena de anticipación. —¡Que comience la transferencia del alma del demonio al nuevo recipiente! ¡Prepárate, Sarah, para recibir el poder que te fue destinado!
Las sombras se arremolinaron alrededor de Ethan, preparándose para arrancar su alma y transferirla a Sarah. La energía mágica se intensificó, envolviendo a todos en una niebla oscura que parecía drenar la esperanza de cualquiera que la tocara. El destino de Ethan y el futuro de ambos mundos estaban en una situación crítica, mientras la batalla continuaba y el ritual avanzaba inexorablemente.
El caos continuaba desplegándose en el jardín trasero de la Mansión Celestite. Los rugidos y gritos se entremezclaban en un violento estruendo, creando una atmósfera cargada de energía oscura y desesperación. De repente, un aullido feroz se escuchó desde la arboleda que separaba la mansión del parque, seguido por la aparición de un nuevo grupo de demonios, esta vez hombres lobo, que irrumpieron en la escena como una fuerza de la naturaleza.
Los hombres lobo se lanzaron directamente sobre las brujas de la Organización Oscura, que guardaban el circulo del ritual, desgarrando y atacando con una ferocidad imparable. Las brujas sorprendidas por la aparición repentina de estos enemigos comenzaron a retroceder, sus defensas tambaleándose bajo el asalto brutal.
Mientras tanto, Gianna corría con todas sus fuerzas hacia la plataforma donde Ethan estaba prisionero. En su prisa, sintió que algo se desprendía de su bolsillo y escuchó un sonido metálico rodando por el suelo. Al mirar hacia atrás, vio el compás que su madre Rebecca le había dado rodando hasta detenerse a los pies de la estatua de Dylan.
—¡Deja el compás, Gianna! ¡Concéntrate en Castelli y rescatar a Ethan! —gritó desesperadamente la madre.
La advertencia de Rebecca resonó en su mente, empujándola a ignorar el compás y seguir adelante. Gianna finalmente llegó a la plataforma, donde se encontró cara a cara con Castelli. La mirada malévola de la bruja la atravesó, llenándola de una sensación de peligro inminente.
Castelli levantó las manos, comenzando un ataque de magia oscura que golpeó a Gianna con una fuerza abrumadora. Gianna apenas tuvo tiempo de defenderse antes de ser derribada al suelo, sintiendo cómo su energía se agotaba rápidamente. Desde su posición vulnerable, miró a Castelli, quien se acercaba con una expresión de triunfo en su rostro.
—Parece que subestimaste el poder que enfrentas, niña. Ahora, verás el destino que te espera. —Expresó la sacerdotisa con una sonrisa sádica.
Gianna, jadeando por el esfuerzo, sintió la desesperación apoderarse de ella. Sin embargo, en un último intento de salvar a Ethan y detener a Castelli, reunió toda la fuerza que le quedaba. Con un esfuerzo titánico, se incorporó lo suficiente para acercarse a la bruja, sus palabras apenas un susurro. —Castelli, —dijo con voz débil.
Castelli, curiosa pero confiada, inclinó la cabeza para escuchar las palabras de Gianna. —Dile a Ethan que me perdone. — Fue entonces cuando Gianna hizo su movimiento final. Con la daga del cuarzo oculta en su mano, se acercó lo suficiente y, con una velocidad sorprendente, la hundió en el corazón de Castelli.
La bruja soltó un grito desgarrador, su mirada de triunfo se transformó en una de shock y agonía mientras sentía cómo la vida la abandonaba. La magia oscura que la rodeaba comenzó a desvanecerse, y el poder que controlaba se disipó en el aire nocturno. Gianna cayó al suelo junto a Castelli, exhausta, pero sabiendo que había logrado lo imposible.