Capítulo 2
No lo he soltado: CULPABLE
Es como si a algo le temiera o ese algo me temiera a mi.
Podía descifrarlo pero pocas veces el alrededor me descifraba a mi, mi boca no se conectaba con mis extremidades entonces calla y es lo peor que uno puede hacer.
Mentía, se mentía y yo lo permitía.
No sé cómo soportaba dominar todo esto al mismo tiempo pero se rehúsa a ser juzgado, le teme a no ser entendido entonces calla y de nuevo.
Es lo peor que uno puede hacer.
—¿No sientes culpa? —pregunte mientras le daba vueltas a la cuchara, alzándola y dejando caer la leche en el cuenco.
—¿En qué? —Mantenía la vista en su ordenador.
—Con papá, ¿No te arrepientes? —Su mirada se levantó hacia mí y se incorporó para prestar atención—, Cuando hace algo malo, te enojas por su mal carácter y dices cosas sobre él pero luego el viene calmado y sientes… lástima y… culpa.
Mantenemos contacto visual y ella repasaba mi rostro, tratando de descifrar algo en mis ojos y yo, lo que ví en los de ella era cansancio.
—No, no siento lastima ni culpa. —Soltó decidida—, No cuando sé que volverá a hacer lo mismo de siempre, que será igual y que no cambiará y que yo volveré a decir lo que anteriormente dije una y otra vez… así que no, no siento culpa.
Y volvió a su lectura actual y yo, yo solo quería que la culpa, él sentimiento de más que sentía en el pecho se fuera, por lo menos hoy y me dejara dormir.
Sabía que el carácter de Ayla con el de papá se asemejaba demasiado, tanto como para no llegar a tolerarse, eso es una lastima, mamá siempre ha dicho que de niña, nuestro padre era la adoración de Ayla; ella, por en cambio afirma que no lo recuerda. Se que está a la defensiva y papá tampoco ayuda con la relación de padre e hija que tiene con nosotras.
Algunas veces me encontraba preguntándole cómo lo hacía, o que sentía pero sabía que le dolía, nadie es tolerante al caos, y mucho menos si has vivido con él tanto tiempo. A veces pensaba que lo teníamos controlado, que lo que papá provoca en nosotras siempre ha sido pasajero, pero la situación en incontables momentos se nos resbalaba de la manos.
Deje caer de nuevo la cabeza en la bañera, Dani dejaba una almohada al costado cuando se quería relajar en ella, un suspiro de satisfacción salió de mi garganta. El agua fría me calmaba tanto, me disminuye el dolor de cabeza y quería darme unos minutos mientras llegaban, cuando Cam y yo llegamos todas las luces del apartamento estaban apagadas, al entrar en la habitación que compartía con Ally había regado su ropa en la cama, ambas supusimos que había salido, por lógica, lo que era incierto es en dónde.
Está departamento de asociales, ninguno sale, ni a fiestas, ni desveladas y descontroles, bueno, salvo Ollie, que se da sus huida los fines de semana y Dan, que le gusta la rebeldía es reservada, lo que sus amigos son más contados que las rebanadas del pan que tenemos en la alacena.
El silencio se acaba cuando la puerta se cierra de golpe, se escuchan unas risas en la sala y unos pasos hacia el pasillo.
—¡Mack ¿Ya llegaste?, ¿te estás duchando?!—Escuchó unos golpecitos en la puerta y la voz de Dan.
—No, sólo vine a observar la decoración del baño, ahora salgo. —Escuchó un resoplido y sonrió ante eso, pasándome la espuma por el cuerpo.
—¡Está ella aquí Ally! —Puedo imaginarme sus ojos en blanco.
Me ajusto los pantalones cortos al salir, me cubro de crema el cuerpo y me voy hacia donde se escuchan las voces proveniente de la habitación Cam, abro ligeramente y lo primero que veo en la televisión son coreanos y por supuesto todas en el suelo con la baba salida.
—¿No lo han acabado ya?, llevan tiempo viendolo.—Sonsaco antes de dejarme caer en la cama de Cam.
Apartan los ojos del dorama y me sonríen, como si no entendieran lo que dije.
—¿No lo notas?, es guapísimo. —Miró a Ally con el ceño fruncido pero no nota cuando niego.
Aún me pregunto cómo somos amigas. Tenemos gustos tan distintos en todo y carácter muy diferentes, jamás había congeniamos con personas tan distintas a mi, bueno, en realidad, nunca soy de congeniar con gente, no suelo soltar todo de mi, pero por alguna extraña razón, llevamos años de amistad y me sigue sorprendido las diferencias que tenemos la mayoría del tiempo.
No notan cuando salgo, y ni prestan atención a las papas que les he robado, así que voy hasta mi habitación tarareando una canción hasta que mamá contesta en el siguiente tono, es la novena vez que le enseñamos cómo mantener el teléfono en las llamadas, pero siempre se le olvida donde ver a la cámara, hasta que nos ve a través de la pantalla.
Se ha vuelto a teñir el cabello, y no por alguna cana, de hecho, nunca le ha salido alguna, tiene los lentes puestos y me dedica una sonrisa de oreja a oreja. Siempre que la llamo está de buen humor, siempre es alegre y optimista, demasiado positiva para creer que es nuestra madre. En el físico no nos parecemos a nada, ella tiene la piel más clara qué yo y la cara es igualita a la de Ayla, aunque ninguna lo admita, lo que si tenemos en común es el carácter, supongo que es por ello que siempre chocamos en algunos aspectos, mismo carácter, mismo genio.
Siempre que hablamos por llamada papá no se encuentra en casa o simplemente estaba dormido, esta vez no es la excepción y aunque mamá quiera aparentar estar todo el tiempo bien, se que han vuelto a discutir, aún me como las uñas por imaginar las peleas que hay en casa cuando no estamos, de qué forma se hablan o cuales son las ofensas de papá. Puedo imaginarme su enfado o su forma de hablar, pero lo que nunca he podido imaginarme es que alguna vez llegué a cambiar, es como si el carácter estuviera moldeado a él, como si cada una de nosotras se uniera adaptado y a fuerza adaptado a él.