Post Mortem Cadáver

Capítulo 4: Los Materson

25 Horas Antes de la Autopsia.

 

La luz de la mañana, se deslizaba por los cristales de los cuatro niveles de la mansión, que exhibía un aspecto sosegado y sombrío. El frío otoñal serpenteaba por los resquicios de las ventanas, mientras las vigas de la estructura crujían con más ahínco, y ofrecían la tonada perfecta a los oídos adormilados de Joe Materson. Se había quedado esperando a su esposa, después de una de las sesiones nocturnas, viendo un programa de televisión sobre dos agentes tratando de resolver un asesinato.

Su mujer le había pedido que se adelantara a la habitación, mientras despedía a los invitados, y que pronto lo alcanzaría para cumplir con sus deberes conyugales. Materson la esperó pacientemente, pero nunca llegó. El programa sobre los investigadores terminó, y cayó dormido antes de las dos de la madrugada, después de ver un documental que presidió al programa sobre crímenes. El documental había sido hecho en Egipto y explicaba los mitos y verdades de los emperadores, momias, y la forma como eran sepultados con todo su oro, sus mascotas, sus sirvientes, y sus esposas, no sin antes ser embalsamados y enrollados en vendajes hasta quedar cubiertos por completo.

Vio una muy buena simulación virtual que hicieron los productores, para enriquecer el documental, donde mostraban la forma como eran introducidos en los sarcófagos, donde descansarían eternamente. Materson se quedó dormido en la mitad del programa y tuvo un sueño en el que se vio viajando a Egipto junto con su mujer.

 

En su sueño; cuando llegaron al Cairo, fueron hasta donde estaban las grandes pirámides. Quiso entrar a una, pero su esposa le decía que no, que ahí estaba la oscuridad que tanto le aterrorizaba, pero él le decía que no iba a pasar nada y que se quedara en la entrada esperándolo. Joe Materson veía como su esposa se alejaba y lo dejaba solo allí; de pie, y con ansias de ingresar, aunque su mujer no estuviera de acuerdo. En el sueño, al principio del recorrido, se encontraba con una larga recta que terminaba en una bifurcación. La luz del sol aún entraba en el recinto, y algunas antorchas al lado y lado del camino iluminaban sus pasos.

Había decidido tomar el camino de la derecha, y luego chocaba de nuevo con una pared lisa que le ofrecía dos nuevas direcciones. Siempre tomaba la derecha para no perderse, pero pronto olvidó su estrategia de una sola dirección, y empezó a verse atraído por diferentes objetos, que recordaba haber visto en aquel documental, y ahora giraba a cualquier lado. Llegó el momento en el que quiso regresar, pero ya había olvidado el camino. Las antorchas empezaban a disminuir su fuego, y pronto se vio cayendo en desesperación.

Sentía que el aire no llegaba a sus pulmones, y se observaba corriendo por la laberíntica pirámide sin un rumbo fijo, y preso de la angustia por no encontrar la salida. Al fin había logrado llegar a un salón, y se encontró con un grupo de personas con vestimenta de las épocas faraónicas. Contó al menos ocho hombres, que vestían una faldilla de color blanco alrededor de la cintura, que estaban ceñidas con un cinturón de cuero de color dorado. Los hombres sostenían lo que parecía ser un sarcófago, que iban bajando a una cámara mortuoria. Materson trataba de hablarles pero su boca no podía articular ninguna palabra. Los hombres repararon en su presencia  en el recinto, y uno de ellos chocó las palmas dos veces, y dos mujeres aparecieron con diferentes objetos rústicos. Luego, había visto como dos de los hombres empezaron a avanzar hasta su posición, donde estaba observando aquella escena surrealista.

Trató de volver por donde había llegado, pero no podía moverse. Los dos hombres lo sujetaron de los brazos, y empezaron a acercarlo hasta una plancha, que estaba en uno de los costados del salón, mientras que lo obligaban a beber un líquido viscoso, que le provocó somnolencia y aturdimiento. Cuando llegaron con él, tres hombres se unieron alrededor de su cuerpo, y empezaron a amortajarlo con vendajes desde los pies hasta la cabeza. Trataba desesperadamente, y con creciente angustia, poder hacer contacto visual con alguno de los hombres, pero no encontró ninguna mirada directa.

Mientras los hombres lo envolvían, las dos mujeres que acababan de entrar en el salón, llegaron hasta su cuerpo y lo rociaron con perfumes dulzones. El aroma ingresó por sus fosas nasales, generándole irritación y molestias que quiso evidenciar, sin poder dar alguna señal de movimiento. Sus ojos estaban abiertos y moviéndose en todas direcciones, tratando de captar la atención de alguno de los hombres, pero hasta el momento, sus esfuerzos habían sido en vano. La escena de repente se tornó en tercera persona y vio como vendaban su cuerpo completamente.

Hizo un nuevo esfuerzo por gritar pero no pudo. Tres de los hombres bajaron hasta el sepulcro, a donde ya estaba el sarcófago que previamente habían bajado, e introdujeron su cuerpo. Una vez que estuvo acostado, los hombres empezaron a colocar recipientes y joyas de oro alrededor de su humanidad. Diferentes vasijas eran puestas en el sepulcro, con ropas, recipientes con líquidos aromáticos y otros artilugios característicos de la cultura egipcia. Vio como la escena de su sueño volvía a vivirse en primera persona, y sintió el vendaje en sus ojos y su boca, eliminando cualquier opción de dar alguna señal de que lo estaban sepultando vivo.

Su respiración era dificultosa y pronto escuchó movimientos de una tapa, que parecía pesada, al escuchar el esfuerzo de los hombres del salón. Las lágrimas aparecieron en sus ojos, pero no fluían por el fuerte amarre de los vendajes de su cabeza. Empezó a tener visiones de una luz brillante que lo encandilaba. Luego, el sueño de nuevo lo vivió en tercera persona, viendo cómo se levantaba de su tumba faraónica, y se dirigía a pasos lentos hacia una figura femenina, dejándose arrastrar sin oponer resistencia. Pero al llegar a la silueta, se daba cuenta que la mujer tenía una cabeza de leona, y estaba vestida enteramente de ropajes rojos, con los senos a la vista. No podía resistirse a la seducción, y una vez que aquel ser lo atrapaba, clavaba sus garras en él, y la sangre fluía a través de sus mortajas.



#11 en Terror
#161 en Thriller
#76 en Misterio

En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 15.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.