Preludio al desastre

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Aluria, séllalo. Ese ser no va a volverse alguien puro. —Habló su gema representando los deseos del sol.

No tienes otra opción, tú, que cargas con el poder que da la bendición del sol y la luna, eres la única que puede detenerlo. —Habló su espada, representando los deseos de la luna.

Se hará como desean. —Decidió ella mientras respira profundo y ve fijamente a su oponente.

Preparada para todo, Aluria colocó la espada frente a su rostro mientras levantaba el brazo de forma horizontal y su otra mano se mantenía al frente en dirección a su oponente. Solo esperaba un momento mientras el poder que ha guardado en su gema comenzaba a fusionarse con el poder de la espada, y cuando ya estaba lista en una combinación de luz y oscuridad, embistió a todo lo que daba contra el poder de su rival y cortando de raíz el poder oscuro de su ambición. Hasta que finalmente perforó el corazón de este, empaló su cuerpo en la tierra y dejó que la sangre salga por su boca. Entonces un círculo de luz con matices negras aparece en el suelo debajo del cuerpo de Dinom, dejando que raíces negras se enreden en el cuerpo de este hasta envolverlo por completo y convertirse en un árbol de color azabache con hojas naranjas, dejándolo en un eterno otoño.

—Que el resto de tu poder y ambición sirva para dar vida a este campo, y que los cuerpos de los caídos te acompañen por el tiempo determinado hasta que puedan encontrar el camino de vuelta a casa.

Apenas ella termina de hablar, la espada que sostenía en su mano se fusionó con el árbol para luego lanzar un rayo de luz y oscuridad que se extendió por todo el lugar. Inmediatamente todo volvió a la vida, y lo que antes había sido un prado consumido por las llamas carmesí de la guerra, revivió de tal manera que ahora parecía ser un bosque de ensueño que daba paso a un futuro lleno de luz y cuidados por el sol y la luna. Los pocos sobrevivientes, al entender que todo al fin había terminado, pudieron gritar felices por su victoria y dejar salir todo sus males y sufrimientos a través de lágrimas saladas. Sí, era un momento para disfrutar, hasta que todos vieron como la gran heroína Aluria Miraj cae al suelo dejando salir sangre por su boca. Es cierto que la última técnica fue autorizada por las dos entidades divinas, pero el cuerpo de ella no soportó todo el poder y esto la estaba matando por dentro, porque ella era un ser de luz que no debía acercarse a la oscuridad.

—¡Aluria! —Gritó la hermana menor de esta, su fiel compañera de aventuras, mientras colocaba las manos sobre el pecho de esta con la intención de curarla, pero la luz del sol ya no podía salvarla —. ¡Por favor, no puede llevársela todavía! —Rogó al cielo mientras no dejaba de intentarlo.

—Mayu… Basta. —Pide Aluria al ver que los esfuerzos de su hermana son en vano —. Mi tarea… ha terminado. —Sonrió para calmarla mientras tomaba sus manos.

—Claro que no. Todavía tienes mucho conocimiento que compartir, además, se supone que ahora tendríamos más tiempo juntas. —Decía mientras se ahogaba en la tristeza.

—Eso es verdad maestra. —Dijo un chico al que ella había rescatado y entrenado —. Todavía necesitamos sus conocimientos. Yo todavía no puedo seguir sin usted.

—Por favor… no muera. —Dijo una chica que había criado como su hija.

—Lo siento… —No puede seguir hablando porque se ahoga con la sangre que no deja de brotar de su boca debido a lo herido que se encuentra su cuerpo.

Entonces dos columnas de luz, una tan blanca como la nieve y la otra de color amarilla, aparecen de repente frente al grupo de la heroína hasta que se materializan en forma de personas. De la luz blanca salió un hombre alto de piel blanca y casi transparente, vestido con una túnica blanca con nubes azules pintadas sobre esta. Con un cabello tan amarillo como los botones de oro y con unos ojos azules claros que recordaban el cielo. Junto a este, apareció una hermosa mujer de tez igual de clara, con un sencillo vestido gris que se ajusta a su tentadora figura. Con un largo cabello blanco que adorna el gris de sus ojos con elegancia y autoridad. No había que ser adivinos para saber que las nuevas presencias son los representantes del sol y la luna. Entendiendo esto, todos inmediatamente se postraron ante ellos en señal de respeto.

Soy Solel. —Se presentó el hombre con tono solemne.

Soy Lunaria. —Se presentó la mujer mientras veía con dulzura a la heroína —. Querida Aluria, estamos en deuda contigo.

Lamentablemente el poder dentro de ti te ha consumido, y no podremos ayudarte. —Dijo Solel, enterrando de forma simbólica una daga en el corazón de Mayu —. Sin embargo, has llenado todas nuestras expectativas.

Por eso, en honor a todo tu servicio y sacrificio, serás una nueva estrella que brille en el cielo nocturno con todas las propiedades únicas de alguien nacido en la luz. —Explicó Lunaria y se sentó cerca de ella para poder escuchar su respuesta —. Ahora ya no guiarás en la tierra, pero lo harás desde el cielo.

—Por favor, gran Lunaria y poderoso Solel, permitan que ella viva aquí con nosotros, por favor. —Pidió Mayu sin atreverse a verlos, poniendo su vida en línea por atreverse a interrumpir una conversación entre una persona que consideran una estrella y los entes divinos.

Hermosa alma brillante. —Habló Solel poniendo una mano en la espalda de ella para llamar su atención —. Eres su hermana y siempre serás su familia, aunque duela en este momento, volverán a estar juntas.




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