Preludio al desastre

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—El rey Alfa no sabía que eras mi compañera destinada. —Interrumpe Dukar a Claria mientras empaca sus cosas —. La idea era que te quedaras aquí.

—Sí claro. Yo disfruto de mis días en la gran ciudad mientras lidias con las rebeliones constantes de los demonios puros que no están satisfechos con el trato establecido. —Responde ella sarcástica mientras lo ve con una sonrisa —. Sabes tan bien como yo que no iba a soportar estar lejos de ti.

—Pero eres un ser de luz. Las tierras de Drask pueden ser peligrosas para ti.

—Pudieron haber sido peligrosas hace miles de años, pero hoy día las cosas son diferentes. Además, confío en ti y en que nos cuidaras muy bien. —Pone sus manos sobre su vientre, viéndolo atentamente.

Dukar sonríe mientras se pone a la altura del vientre de ella para colocar el oído sobre este y escuchar suavemente como la nueva vida crece dentro de ella. Emocionado la abraza con dulzura hundiendo su rostro, recibiendo tiernas caricias de ella en su cabello.

—Durante mucho tiempo los seres de luz y los de oscuridad no podían engendrar, por eso estoy feliz de que me des este hermoso regalo. —Se levanta y deja un beso suave en sus labios y la ve a los ojos con seriedad —. Como debes haber imaginado, el rey me ha mandado de vuelta a mis tierras para controlar a los que se están rebelando. No es porque hice algo que mereciera el destierro, sino porque queremos evitar que la guerra vuelva a ocurrir. Te quería aquí porque no sé qué tan peligroso puede ser, y lo último que quiero es perderte a ti y a nues…

—Eso será imposible. —Interrumpe ella con seguridad —. ¿Se te olvida quién es la única que puede mantenerse firme contra ti? Prácticamente eres el más fuerte de todos los demonios, un rey demonio en toda la regla, así que no hay nadie que pueda hacerme daño. —Toca su rostro con suavidad —. Y menos cuando tu sombra siempre está conmigo.

—Está bien. Confiemos el uno en el otro. —Dice tranquilo y unos golpes en la puerta lo ponen alerta —. Termina de empacar, todavía tengo que terminar con cierto asunto.

Ella se extraña por sus palabras, pero cuando ve hacia la puerta, comprende que es lo que tiene que hacer. Aprovechando que su amada le ha dado un poco de espacio, Dukar se acerca hacia su estudiante, un medio demonio joven que tiene orejas y cola de perro con los ojos tan rojos como la sangre.

—Maestro, lleve…

—El rey te ha dado mi ducado. —Interrumpe Dukar a la petición de su alumno, dando a entender que no lo alejará del reino —. Necesito que lo cuides hasta mi regreso.

—Pero maestro. No me siento listo de…

—Lo estas. —Dice seguro mientras acaricia su cabeza —. El día que te encontré estabas robando para poder comer, y gracias a mi buena educación, ahora eres el Gran Duque que representará a todos los demonios híbridos. Me voy confiando en que los estoy dejando en buenas manos, así que no temas. —Sonríe mientras le coloca un sombrero para disimular sus lágrimas.

—Lo extrañaré maestro. —Dice el chico soportando el llanto que quiere salir de su garganta y ve a su maestro a los ojos —. Entrenaré a alguien para que proteja a la siguiente generación, así como me entrenó usted, mientras cuido lo que por derecho le pertenece.

—Bien dicho. —Alaga Claria saliendo con una maleta —. Volveremos, pequeño Soar.

—Ahora soy el duque Soar, señorita Claria. —Sonríe un poco.

—Que no se te suba la grandeza a la cabeza. —Dice Dukar mientras toma de la mano a su compañera —. Es hora de irnos, gran duque Soar. —Hace una inclinación de respeto mientras una sombra lo envuelve a él y a Claria, para desaparecer del lugar y ser transportados de manera inmediata a la casa que desde ese día resguardará la frontera de toda una nación.

Un sacrificio loable que sólo conocerán unos pocos.

Por otro lado, el rey Alfa se sienta en la habitación que comparte con su esposa y la ve dormir de forma plácida sin saber lo que ha ocurrido en el salón. Sabe que el plan que hizo con el noble más leal dará resultado y esto dará años de paz a su nación antes de que un mal mayor venga, pero cuando su esposa se despierte y sepa lo que pasó con la que sería la maestra de su tercer descendiente, se pondría furiosa. Aunque le diga la verdad, ella no querrá escuchar razón porque el embarazo la tiene irrazonable y caprichosa, especialmente porque él le consiente todo lo que pide.

Ríe para sí mismo recordando las palabras de Dukar:

“Alfa, usted puede ser quién lleve las riendas de la nación, pero todos sabemos que Luna lo domina por completo”.

Cuánta razón tiene.

—Amor, ¿está todo bien? —Despierta la reina Luna, una mujer humana que ha permanecido viva por siglos gracias a la marca que le dejó su mate el día que decidieron caminar juntos para siempre —. ¿Dukar ya fue expulsado y Claria se fue con él?

—Sí, el plan ya está en marcha. —El rey Alfa se le queda viendo por un segundo —. ¿Ya sabías que Claria era su mate?

—Por supuesto. —Sonríe ella orgullosa —. Dukar no se atrevería a ocultarme algo de esa magnitud, pero sigue siendo triste que se hayan ido los dos, ¿ahora quién le enseñará todo a nuestra pequeña? —Dice inconforme mientras acaricia su vientre abultado.

El Alfa suspira de alivio, parece que su Luna lo aceptó de la mejor manera, pero no queda duda de que ahora tiene un nuevo problema. Él sabe que, a comparación con una guerra, la educación de su hija no va a ser un problema tan fácil de resolver. Aunque tiene experiencia de los embarazos pasados, sabe que a los caprichos de su esposa no se puede negar.




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