Preludio al desastre

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Todos van a paso marcado mientras la tarde cae y la noche llega, cambiando por completo la visión del lugar. Los locales que durante el día estaban cerrados, ahora se encuentran completamente abiertos y chicas lindas recibiendo gente adulta mientras ríen divertidos, felices por su atención. Genevive observa todo con atención, hasta que se detiene de repente viendo a la mujer centauro que conoció no hace mucho abrir un bar que tiene la mayor afluencia de personas. Siente por el vínculo cómo Jurat se emociona, siente su felicidad por encontrar el rastro de su mate, y ella sonríe divertida imaginándose cómo este mueve la cola de la emoción por encontrarse con ella. La sonrisa de ella no pasa desapercibida a su mate, y por supuesto, su guardián no ignora lo que a ella se le pasó por la cabeza.

Le gusta verla un poco más relajada porque sabe que irán a encontrarse con aquella que le salvó la vida y podrá confirmar si es quien debe pertenecer al grupo. Mira hacia el cielo, directamente a la luna que está empezando a menguar, pensativo sobre las decisiones que su madre le está haciendo tomar a Genevive. Sabe que es peligroso llevar a la princesa heredera al otro lado de la frontera, pero no puede evitar seguir la orden que le dio, y si lo que quiere es hablar con Yaira, hablará con ella y él no lo impedirá. Lo único que puede hacer es protegerla tanto cómo puede, pero ver el nerviosismo que se muestra en su asistente a medida que se acercan a la frontera, lo hace ponerse alerta y agudiza aún más sus sentidos.

—Hemos llegado. —Anuncia Thorat mientras se detiene en la cerca que separa los territorios —. No podemos tomar la ruta oficial porque no estoy seguro de lo que les puedan hacer si se pone en peligro, así que pasaremos por aquí.

—Bien, pero primero. —Aprueba Jurat mientras saca el papel con las coordenadas del lugar al que tiene que ir y lo quema con su magia de luz, el cual deja una pequeña estela que quema un hilo invisible en el aire —. Tomaremos este camino.

—Señor, debo decirle que no voy a poder ir. —Interrumpe Thorat, enojando al príncipe Alfa —. No me malentiendan —alza las manos en son de tregua —no puedo ir porque no he sido invitado.

—¿Qué quieres decir? —Pregunta Genevive curiosa.

—Es más fácil mostrarles.

Thorat abre la puerta de la valla y camina para entrar en el territorio de los demonios, pero apenas se pierde en la niebla, este regresa por donde entró. Los acompañantes lo ven sorprendidos, y movida por su curiosidad, Genevive acerca la mano a esta niebla para ver qué ocurre, logrando que esta se aparte cómo si le estuviera abriendo un camino.

—Cuando tienes una invitación la neblina te permite entrar, cuando intentas forzar la entrada, esta te rebota o te guía hacia los salvajes. Y créanme cuando les digo que tengan cuidado, porque si los Nikols no están satisfechos, quién sabe qué harán para proteger su secreto. —Advierte asustado.

—¿Tan peligrosos son los Nikols? —Pregunta Waldred, realmente preocupado por la seguridad de su mate.

—Eso depende mucho de la persona que se les acerque.

—Gracias por toda la ayuda. —Consuela Genevive tocando su hombro y brindándole una sonrisa dulce —. Sé que no es sencillo seguir las órdenes y caprichos de una chica, pero admiro la dedicación que le pusiste para que todo saliera bien. Te prometo que serás recompensado cuando volvamos, porque puede que esté en contra de todo pronóstico, pero confío en que así será.

—Desearía tener su fe. —Dice Thorat con una sonrisa aliviada y pone una rodilla en tierra —. Mi misión es servirle alteza, y es un honor apoyarla. Si en el futuro me necesita, estaré a sus servicios.

Genevive sonríe llevando sus dedos sobre sus labios para dejar un beso en estos y después la pone sobre la cabeza de Thorat.

—Que el sol y la luna sigan bendiciendo tu camino, y que las estrellas te guíen en tu destino. —Bendice Genevive, y el joven guardia fronterizo se retira con paso suave.

Cuando se encuentra lejos ve a sus espaldas cómo los tres invitados se adentran en el bosque que sirve cómo frontera mientras la niebla los envuelve.

“En enserio espero estar haciendo lo correcto”. Piensa mientras retoma el camino de vuelta, deseándole una buena estadía a la princesa y a su grupo.

Genevive, Jurat y Waldred caminan por el bosque mientras ven a su alrededor sin ver nada en realidad por la neblina. Waldred y Jurat lo hacen para estar alertas ante cualquier peligro que se presente, pero Genevive lo hace porque el camino le parece familiar. No está segura, pero cree haberlo visto en sus sueños, en esos que no recuerda pero que tiene constantemente por alguna razón. Entonces ella se detiene de forma abrupta cuando escucha la suave voz de una niña y decide seguirla. Jurat y Waldred van tras ella, hasta que se detiene en un claro viendo a una niña rubia, vestida con un hermoso vestido azul rey con encaje blando, sentada sobre un alto montículo de piedras, tarareando una suave canción de cuna que se detiene cuando se percata de la presencia de los tres y les sonríe de forma tierna cuando nota que la luz se detiene sobre ella.

Los tres se tensan cuando ella se pone de pie, y de forma grácil, hace una reverencia sujetando su falda con delicadeza.

—Bienvenidos a las tierras oscuras de Drask. —Saluda Meli —. A partir de este punto seré su guía. Mi nombre es Meli Nikols, y es un honor conocer a la princesa heredera y al príncipe Alfa, junto con su guardia personal el señor Jurat.




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