Preludio al desastre

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Genevive abre los ojos viendo a su alrededor con mucha curiosidad, pues extrañamente se encuentra en un bosque acostada sobre un prado verdoso cerca de las raíces de un gran y grueso roble. Al sentarse para ver a su alrededor, se queda maravillada por ver a cientos de animales corriendo libres y sin la intención de dañarse unos a otros, es más, hasta parecen bebés que están conociendo al mundo y corren con curiosidad de un lado a otro. Ver tan hermosa escena hace que Genevive sonría, y en vez de sentirse en estado de alerta, se siente tan tranquila que vuelve a recostarse en el prado. Sin embargo, bajo su cabeza no siente la típica dureza del suelo, sino un par de muslos cubiertos por un platinado vestido.

Pequeña niña. —Dice Lunaria, diosa de la luna, con una amable sonrisa en su rostro mientras acaricia la cabeza de ella que reposa en sus piernas —. Tuviste un fuerte encuentro hoy.

Los ojos de Genevive se inundan con lágrimas cuando las imágenes de su duelo con Yaira llegan a su mente. No solo no pudo convencerla de ir con ella, tampoco pudo mantenerse firme en su contra y la aplastó por completo al dejar claro que ella no tiene madera de líder. Le dolió hasta lo más profundo de su alma saber que Yaira, con quien ya sentía una conexión de hermandad, rechazó estar con ella porque no cumplió con sus expectativas.

“Bien, empezaré diciendo que eres muy mal gobernante.”

“Nunca me ibas a convencer sino eras capaz de atraerme con un cebo lo suficientemente impresionante.”

“Pero eso no fue lo peor de todo, ¿qué clase de persona desacredita su propio título? Porque así sea un título de fantasía, la sola mención tiene un peso que juega con la mente de las personas. Sin embargo, ¿cuál fue el mejor plan de la princesa de segunda? Quitarle peso a su propuesta, desacreditar su propio título, insultarme en mi propia tierra, y para la cereza del pastel de la persona más inepta que pudo pisar mi hogar, provocarme en mi propio territorio donde tengo el mayor control.”

“¿Ahora que lo menciono es que te das cuenta? En serio te falta mucho para ser digna de tus habilidades de gobernante que te fueron dadas por Solel y Lunaria.”

“Especialmente porque no puedes ver frente a ti que cada decisión y palabra que digas puede llevar a una guerra o a la paz eterna.”

Cada una de sus palabras las recuerda como un puñal, uno que se clava sin compasión en su triste corazón.

Pequeña niña, está bien llorar y lamentarse. Además, cometer errores es parte de crecer… —Trata de consolar Lunaria, pero Genevive llora sin dar tregua, así que solo la deja ser, pues ya hablará cuando se sienta lista.

—¿Por qué…? —Genevive no termina de formular la pregunta debido a que no sabe que preguntar en realidad.

“¿Por qué me rechazó?”

“¿Por qué no soy observadora?”

“¿Por qué soy tan mal gobernante?”

“¿Por qué no entiendo las cosas como los demás?”

Y su cabeza no deja de formular una pregunta tras otra. Sintiéndose tan perdida que no sabe que es lo que quiere salir de su boca.

Pequeña, creo que la verdad es que ya sabes la respuesta a todas esas preguntas. —Intercede Solel, el dios del sol, al ver que Lunaria no esta segura de que decirle —. Te rechazó en ese momento porque notó tu falta de determinación, incluso el temor que hay en tu corazón por no saber que hacer. Pero, ella nunca dijo que no lo volvieras a intentar.

Genevive mira a su derecha para encontrarse con Solel sentado de forma digna con botones de oro en forma de corona que recibe de una pequeña semihumana que aún no nace, dejando una sonrisa cálida en el dios mientras la pequeña desaparece en una pequeña bolita de fuego azul que se evapora de repente.

—Pero, ¿Qué debía hacer?

Retirarse y volver a atacar es parte de las negociaciones, no debiste ser tan apresurada. Además de que a nadie le gusta que la obliguen a hacer algo que no quiere. —Responde Lunaria con dulzura sin dejar de acariciar su cabello —. La otra parte es que Yaira es muy fuerte…

—En eso si estamos de acuerdo. Es la única persona que podría resistirse a las habilidades de nuestra pequeña niña. —Apoya Solel palmando suavemente el hombro de Genevive.

—¡¿Por qué harían eso?! —Pregunta Genevive sentándose, sorprendida por lo que han dicho los dos —. Yo…

—No es ideal que un líder solo logre las sus metas confiando en los sentimientos, en especial porque esto cambian mucho.

—Tambien es importante que conocieras tus propias debilidades, y siendo sinceros, tú ya las sabias porque tus hermanos ya las habían señalado.

Solel estira una mano al frente, haciendo que frente a los tres aparezca una especie de espejo redondo. La imagen que refleja se distorsiona para dar paso a una pequeña Genevive que jugaba a la reina con sus peluches. Recuerda bien ese día. Estaba fingiendo ser una tirana y entonces apareció su hermano Igor con su fuerte e intimidante presencia mirándola con una seriedad que asustaría a cualquier niña de su edad. No necesitó decir nada, solo movió la cabeza de forma negativa y siguió su camino, dejando claro que no quería ver en ella una mala reina que tomara decisiones que no llevaran a futuro.




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