Preludio al desastre

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—Oye, ¿ya escuchaste los nuevos rumores del palacio? —Dice un comerciante a su empleado que está descargando un camión lleno de productos.

—No señor, ¿hay algo nuevo? —Habla el empleado con voz forzada por el trabajo.

—Se dice que la hija del duque caído tiene talento para lo administrativo, y que en solo unos días se puso al corriente de todo y no hay nadie que pueda soportar trabajar con ella.

Mientras el comerciante y su empleado hablan, no muy lejos de ahí, una madre que cocina para su hija recién levantada que tiene a un bebé en brazos conversan de forma amena mientras el esposo de la hija lee el periódico con el ceño fruncido.

—No hay más que chismes sobre la hija del duque caído y su excelente trabajo en el palacio como principal secretaría de la princesa, ¿acaso todos olvidaron las cosas grandiosas que se lograron gracias a las habilidades de Jurat? Yo creo que ella solo se está aprovechando de él. —Habla el hombre mientras toma una taza de su café.

—¿Tan mal te ha ido desde que ella llegó al palacio? —Pregunta su esposa, preocupada por el estado de su esposo.

—En realidad, no. Como guardia del palacio he tenido la oportunidad de verla y sé que hace un buen trabajo, lo que me molesta, es que el joven capitán de la guardia personal de la princesa come de la palma de la chica. —Suspira mientras dobla el periódico para poder comer lo que su suegra pone en la mesa —. Es manipuladora, lo que la hace observadora; a veces incluso puede llegar mostrar una sonrisa amable, pero ten cuido si eso significa que estás haciendo un trato con ella y vendiéndole tu alma.

—Creo que lo que más te duele es que ella se convirtió en la segunda al mando de Jurat, cuando tu ya habías trabajado duro por ese puesto. —Señala su suegra hundiendo un cuchillo en el corazón de su yerno —. Por ahora solo has tu trabajo y no llores.

—Mamá, está siendo un poco cruel. —Regaña la hija mientras pone una mano en el hombro de su esposo.

Rumores sobre Yaira se habían estado extendiendo por todo el reino, ya fuera por lo medios o por el boca a boca de los rumores, ella siempre encabezaba la lista de nuevos chismes. Claro que esto emocionaba de cierta manera a Jurat porque lo mantenían informado de lo que estaba haciendo, y como él puede leerle la mente, conocer cada paso que ella da lo ayuda a mantenerla bajo control y no preocupar a la princesa.

Si hay algo a destacar es que después de su bienvenida al palacio, a cuyo banquete faltó, pero asistió el resto de la familia, ella ha demostrado que, a pesar de no tener estudios, ni una reputación de renombre entre los de la alta sociedad, ni una cuantiosa fortuna que presumir; es la más apropiada para el trabajo al que se le ha asignado y mucho se ha logrado hacer gracias a su ayuda. Por eso, cuando la nombro su segunda al mando, lo encontró apropiado a pesar de la quejas y las formas en que este evento fue desarrollado.

Todo empezó el día después de la bienvenida.

Como parte de la educación de Yaira, Jurat le estaba haciendo una visita guiada por el palacio hasta que terminaron en el campo de entrenamientos para los caballeros. Al principio, todos estaban alegres por ver al capitán más joven, hasta que se dieron cuenta de la presencia de la chica junto él que portaba el mismo uniforme, lo que daba la impresión de que fueran pareja.

No lo hacían a propósito, pero era imposible no ver a la chica de brillantes ojos rojos que sonreía con amabilidad y propiedad. Obviamente el hecho de que la detallaran tanto no le gustó al joven zorro, y cuando su mano derecha tomó la palabra no dudo en dejar claro que no quería que la molestaran.

—Bienvenido señor Minet, lo estábamos esperando. —Saludo el hombre con educación y ve con curiosidad a la joven —. Disculpe, ¿quién es la joven dama que lo acompaña?

—Ella es la vizcondesa Yaira Nikols, quien a partir de ahora ejercerá como secretaría de la princesa. —Responde Jurat, logrando que sus hombres no vuelvan a ver con otros ojos a Yaira —. También, debido a su posición, será como mi segunda al mando a partir de ahora. —Recalca con autoridad, pero obviamente a nadie le gustó.

—Señor Jurat, debió decir las cosas con más cuidado. —Habló Yaira con un tono de voz sublime que puso a todos los presentes en una especie de hechizo que grita como advertencia alejarse de ella —. Estoy segura de que hay alguien más capacitado que yo para tomar el puesto, aunque sea más débil, está claro que esa persona tiene más tiempo aquí y sabrá ayudarte como te mereces.

Sus palabras hicieron que los guardias del palacio salieran de su ensoñación y en su lugar un sentido de orgullo se instalara en sus corazones. Las palabras de ella fueron recibidas como un reto con la intención de humillarlos, y eso es algo que no van a permitir. Mientras tanto, el único que no cayó en la obvia provocación fue la mano derecha de Jurat, pues a sus ojos era obvia la fuerza y el talento de la chica, pero sus hombre inexpertos no supieron ver más allá de lo que ella planeaba y cayeron en su trampa. Sin embargo, no hay nada que ella logre obtener de retar a los guardias de esta manera, ¿entonces porque está permitiendo esto?

—¡No puedes hablar así de Sir Edmond! —Grita un subordinado con evidente molestia.

—¡Tú eres la que está invadiendo un territorio sin tener conocimiento, ¿cómo te atreves?!

Y más gritos de este tipo fueron llenando el patio instigando una pelea entre la joven y el caballero.




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