Presa: La Comunidad Roja

PRÓLOGO

Llena de ira me enfrasqué en mi propia lucha, concentrada en visualizar a Cam en el suelo; inmóvil, inconsciente… tal vez muerto. Apreté los dientes y clavé mis ojos fríos en los de mi Cazador, él hizo una mueca y lanzó un ataque contra mí, me agaché esquivando su puño por los pelos, al mismo tiempo en que acerté un corte en su pierna, gritó de frustración y cerró una mano alrededor de mi cuello, pero antes que tuviera tiempo de asfixiarme le asesté un codazo en el esternón quitándole el aire, su mano aflojó su agarre y pude liberarme, respirando entrecortadamente retrocedí fuera de su alcance.  

El hombre entrecerró los ojos y su daga voló entre nosotros, me hice a un lado justo a tiempo para que la hoja pasara rozando mi brazo, de inmediato el cálido líquido carmesí comenzó a emanar de la herida.  

En el suelo a mis pies, miré la daga con la que el Cazador había apuñalado a mi compañero, me incliné y la tomé sin pensar, no podía permitirme quedarme sin armas mientras el enemigo siguiera vivo. Cuando me enderecé sentí que el suelo se movía bajos mis pies, los oídos comenzaron a zumbarme y me tambaleé, estaba agotada. El hombre frente a mí sonrió al verme jadear, no parecía que le faltara el aire, su respiración era tan normal como al principio de la pelea.  

En ese momento me di cuenta de que no podría ganarle, aunque pudiera seguirle el ritmo por un tiempo, al final todo se resumía a lo mismo: 

Yo no tenía la fuerza suficiente para derrotarlo.  

Tenía que huir, salvar a Cam, por él tenía que escapar de nuevo. Fingí estar muy asustada y retrocedí despacio, mi Cazador no estaba impaciente, más bien, parecía estar divirtiéndose de lo lindo; necesitaba tiempo, un poco de tiempo. Aferré la reliquia con fuerza. 




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