Presa: La Comunidad Roja

TRAICIÓN.

 «Ni sé bien qué es» me dije «No sé nada y aun así…» 

El cuchillo de la traición perforó mi pecho y se enterró profundo en mi corazón; ellos, Elizabeth, mis propios padres me traicionaron y condenaron a todo este sufrimiento y dolor, a la posible muerte, al exilio, al miedo ¿Y para qué? ¿Mi destino maldito era proteger esa antigüedad? ¿Acaso moriría a manos de mi Cazador por un objeto tan extraño como ese? Yo no conocía el valor de la reliquia, tampoco qué era exactamente y mucho menos los alcances de su poder. Entonces ¿Moriría protegiendo algo tan ajeno a mí? La única razón por la que no se le entregaba al Cazador era simple: Quería desentrañar todo lo relacionado conmigo, ese bosque y ese objeto maldito, encontrar qué clase de conexión teníamos y por qué; todo para algún día volver a casa, e intuía que el amuleto sería necesario para lograr mis objetivos. 

Después de permanecer tirada por un buen rato, mirando a la nada, aturdida y confundida, me senté entre temblores y terribles escalofríos. Para mi sorpresa, lo que la reliquia le había hecho al agua seguía allí, resplandeciendo en su tono dorado, aunque más pálido que antes. Me arrastré con cuidado a la orilla y miré al fondo, ahí reposaba la preciada reliquia de mi madre junto con el cuchillo que ella había ocultado en su interior. Sabía que no podía dejar la cosa en el fondo de ese lago, a pesar de lo que me había mostrado, seguía siendo mi pasaje para salir y volver a casa. Y algo me decía que necesitaría el cuchillo para sobrevivir. No había opción, tomé aire y entré al lago. Al primer contacto sentí mi piel protestar y ahogué un grito, el dolor fue instantáneo, y a pesar de querer salir de inmediato, dejé que el peso de mi vestido me arrastrará hasta el fondo. En cuanto mis pies tocaron el fango, obligué a mis brazos a moverse y sin dejar de contener la respiración, cerré una mano alrededor de la reliquia y con la otra tomé el cuchillo de mi madre. De inmediato me apresuré a salir, pero mientras nadaba a la superficie, comencé a sentir a mi sistema fallar, y los inconfundibles inicios de la hipotermia.  

      «No podía rendirme todavía». 

Hice un último esfuerzo y nadé con mayor rapidez, olvidándome del dolor y centrándome en vivir, llegué a la superficie. En cuanto emergí, respiré grandes bocanadas de aire y por un instante floté en medio del hielo, sin pensamientos, medio mareada. Después de recuperarme un poco y volver en mí, con sumo esfuerzo nadé hasta la orilla, me arrastré por la nieve hasta suelo firme y me tumbé boca arriba entre toses.  

A pesar de que mi mente ya empezaba a aturdirse, una pequeña sonrisa se formó en mi cara, lo había logrado. Ladeé la cabeza y miré la reliquia resguardada por mi puño, luego volteé al otro lado y observé el cuchillo de mi madre en mi palma; la empuñadura relucía, brillante, perfecta contra el sol.   

Tenía escalofríos, notaba el cuerpo mortalmente helado y sabía que pronto sería peor, dentro de poco vendría la somnolencia y posteriormente la falta de conocimiento. Si llegaba a desmayarme todo terminaría, así que antes de que mi situación empeorará todavía más, hice acopio de mis últimas fuerzas y después de levantarme torpemente, me lancé a través del bosque. No fue difícil encontrar mi propio rastro, había dejado un camino muy visible, lo complicado fue avanzar con un vestido empapado y el cuerpo helado. Pronto descubrí cuán doloroso y mortal puede ser estar calada hasta los huesos. Cada vez que mi piel desnuda tocaba la nieve, enviaba una descarga de frío dolor por mis huesos, y tenía que apretar los dientes para no gemir. En esos momentos, cerrar los ojos y visualizar la cara de Alan ayudaba un poco.  

      —Lo haré, por ti y por mí —jadeé, apoyándome en un pino; me sentía morir, estaba perdiendo parte de la sensibilidad en mis piernas, apenas las sentía ya. Ese era otro inconfundible síntoma de hipotermia, la falta de coordinación—. Volveré, esto valdrá la pena, valdrá el dolor.  

Me dejé arrastrar por mis pies y concentré mi mente en esos dispersos pensamientos, necesitaba llegar pronto a la cabaña o moriría. Luego de un rato, al fin la suerte me compadeció y mi refugio se reveló ante mí, hice un último esfuerzo y obligué a mis torpes piernas a seguir caminando, lo había logrado justo a tiempo, las piernas apenas me respondían y mi respiración se había vuelto alarmantemente lenta. Al llegar trastabillé en la puerta y estuve a punto de caer al suelo, sin embargo, logré sujetarme y sin perder un minuto me saqué el empapado vestido, también me arranqué las botas con los pies. Medio desorientada miré a mi alrededor, había suficiente leña en la cabaña y yo necesitaba hacer que mi cuerpo entrara en calor cuanto antes, de lo contrario, moriría de frío. Me olvidé de ser precavida y sin pensarlo me lancé hacia la chimenea, de inmediato mis manos se pusieron a encender un fuego con desesperación, y aunque no era muy buena en eso, media hora después pude sentarme frente a la chimenea y calentar mi frío cuerpo, y mi helada ropa.   

Permanecí quieta frente al fuego, mirando con ojos vidriosos a la nada y abrazándome a mí misma, mientras era víctima de leves escalofríos. Para cuando mis músculos al fin se relajaron y logré entrar en calor, ya era de noche. En cuanto me di cuenta, me paré de un salto, corrí afuera y tomé un pequeño puño de nieve, regresé a la chimenea y la arrojé contra el fuego, las llamas inmediatamente murieron con un sonidito de las brasas. No quería visitas inesperadas, como, por ejemplo, mi Cazador u otra cosa. De todas maneras, ya no necesitaba el fuego, la cabaña seguía caliente y mi vestido ya casi se había secado del todo, esa noche no moriría de frío.  

Ahora que ya estaba bien, miles de pensamientos empezaban a hablarme, a hacerme preguntas y cuestionarme. Por un momento solo estuve parada en medio de la estancia, mirando a la nada, luego acomodé de mala gana el vestido sobre las tablas de la cama y recogí mí... motín del suelo. Después de dejar los dos objetos sobre la mecedora, la arrastré hasta un lado de mi cama, a fin de tener mis armas a la mano en caso de una emergencia.  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.