Presa: La Comunidad Roja

AMENAZAS y RELIQUIAS

Instintivamente retrocedí, la nieve disparaba reflejos que me permitieron ver cómo las fauces del animal se abrían, mostrado una hilera de filosos incisivos caninos; un amenazante gruñido brotó de su garganta y el miedo me paralizó de nuevo, en una posición incómoda que dejaba ver mi pánico. La sola idea de usar la reliquia para escapar era imposible, un leve movimiento y esa enorme bestia se lanzaría directo a mi yugular. Pálida como una hoja no pude hacer más que esperar a que saltará sobre mí y me despedazará.  

Por un corto segundo y de una manera bizarra, vi la belleza de la bestia: los reflejos de la luna llena en la nieve mostraban un pelaje a blanco y gris, un hocico contraído sobre unos amenazantes dientes filosos, una mirada asesina y llena de cólera en unos ojos azul grisáceo, ojos que eran como el hielo de los lagos al congelarse, iguales a una tormenta que amenaza con estallar entre truenos y rayos, grisácea espuma marina arremolinándose bajo un cielo de brillante tono azul.  

Es una mirada extraña en un animal, parece humana; el pensamiento llegó tan repentinamente que no pareció venir de mí. De súbito abrí los ojos de par en par y me puse rígida, más asustada que antes.  

      «Es un lobo» pensé. «Ese lobo... ¿Cómo es que no lo reconocí desde un principio?» 

El lobo continuó mirando hacia mí y yo solo le devolví la mirada, totalmente entumecida. Justo cuando me debatía entre correr o defenderme con mi cuchillo, un ruido sofocado a mis espaldas me hizo girarme, la sorpresa me hizo entreabrir los labios, ya nada podía ir peor.  

La bestia quedó olvidada ante el monstruo que me sonreía complacido, sentí la bilis subirme por la garganta, el frío pareció colarse en mis venas para sustituir al vital líquido carmesí. Demasiado aturdida y aterrada como para hablar, solo pude mirar tontamente a mi Cazador recostado con alarmante tranquilidad en el tronco de un pino, como si llevara ahí mucho tiempo.  El asesino, mi asesino, me observó con una mirada casi aburrida.  

Tragué saliva y reprimí un estremecimiento, no hice ningún movimiento porque estaba demasiado asustada para hacerlo. La intensa mirada negra del Cazador me traspasó, se coló bajo mi piel y congeló mi interior, cuando estuvo satisfecho miró sobre mi hombro y sus ojos cayeron en el lobo detrás de mí, quien al parecer estaba más interesado en el hombre que en mí, dado que ya no gruñía.  

Ningún pensamiento para Alan o mi familia pasó por mi cabeza, y aunque sabía de sobra que moriría a manos de alguno de los dos, ni siquiera pensé en escapar. Era consciente de que no tenía ninguna posibilidad contra un hombre sobrehumano y un lobo de dos metros.  

A pesar del pánico que me atenazaba, hablé tranquila.  

      —Me has encontrado —mi voz sonó hueca, después de todo solo era la confirmación de un hecho.  

Volvió su atención a mí, su boca se curvó en una sonrisa seca.  

      —Al parecer no eres muy buena ocultándote, niña —pareció disfrutar de mi estremecimiento— la verdad no fue difícil. Eres tonta y darte caza es un juego divertido, lástima que todo termine aquí. 

Aproveché para cerrar la mano alrededor de la empuñadura del cuchillo sin que se diera cuenta, de verdad que no me rendiría tan fácilmente. Mi Cazador dio un repaso al vestido que cubría mi pecho, y arqueó una tupida ceja negra. 

      —Es una pena que el último ejemplar de tu clan muera aquí, precisamente en este bosque —fruncí el ceño y él rio—. Es irónico.   

No dije nada, solo le lancé una mirada asesina, sus intrigas me tenían sin cuidado. Mi asesinó echó la cabeza hacia atrás y lanzó una cruda carcajada, ignoré la sensación de miedo que me produjo ese crudo sonido.  

      —De todos modos, el juego se acabó —todo humor sádico se esfumó—. Ahora me entregarás ese objeto de buena voluntad, y puede que no te corte en pedazos.  

Las últimas palabras de mamá pasaron por mi mente en un flash, junto con imágenes de mi familia y de Alan. Ese maldito objeto que él quería, ese por lo que me estaba jugando la vida, no me había traído más que desgracias, dolor y agonía, constituía una carga que yo no quería. Repentinamente me sentí cansada, agotada, exhausta, no me había dado cuenta de lo cansada que me sentía, solo quería cerrar los ojos y dormir. Dejé de sujetar el cuchillo con tanta fuerza ¿Creía que de verdad podría darle batalla a un hombre como mi Cazador? 

      «Puedes darle la reliquia y descansar» susurró mi subconsciente con extrema dulzura. «O puedes hacer lo necesario para salir de aquí».   

      «No importa, no puedo salir viva, no en estas circunstancias» le respondí, ella no contestó.  

Enojada miré desafiante a mi Cazador y negué con la cabeza, no me rendiría, aún no. El hombre lanzó un suspiro exasperado.  

      —Será de esa manera si así lo quieres, chica.  

Sacó un cuchillo de la capa y lo hizo girar entre sus dedos mientras avanzaba hacia mí, quise retroceder, pero sabía que el lobo seguía detrás de mí, me planté firme y rápidamente di un tirón a mi collar. La reliquia rodó y cayó en mi mano, su resplandor azulado brilló con intensidad y nos iluminó tanto que tuve que entrecerrar los ojos para mirar. Mi Cazador se detuvo en seco a unos cuantos pasos de mí, por un momento sus negros ojos viajaron al objeto en mi palma antes de mirarme de nuevo. La avaricia era una emoción que no podía ocultar, deseaba hacerse con la preciada reliquia.  

Volvió a sonreír, divertido.  

      —Sabes que te puedo matar desde esta distancia —dijo—, e incluso antes de que puedas escapar —señaló la reliquia con un gesto de cabeza—. Puedo matarte ahora mismo, antes que siquiera pienses en huir.  

Tragué saliva con fuerza, lo sabía y la ventaja de sorprenderlo no estaba de mi parte como las veces anteriores. Solo quedaba distraerlo hasta que se me ocurriera algo, porque ya había decidido, viviría, mejor dicho, sobreviviría a cualquier costo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.