Presa: La Comunidad Roja

SUFRIMIENTO ATEMPORAL

Aturdida descansé mi cabeza en el regazo de Cam, y cerré los ojos, sintiéndome más indefensa que nunca. La sangre pitaba en mis oídos, escuchaba mi nombre salir de su boca varias veces, pero sonaba tan lejano, muy lejos y distante.  

Poco más tarde sentí unos fuertes brazos rodear mi cintura, no me opuse y dejé que Cam me acostara en la cama.  

      «El 8 de diciembre del año… Cien años después».  «No era posible ¿Era posible? ¿Son posibles los saltos en el tiempo? ¿Puedes aparecer en una época distinta a la tuya?» 

 No sentía nada, no veía nada. Estaba demasiado aturdida como para hacer nada más que permanecer quieta. Un retazo de nuestra anterior conversación volvió a mi mente.     

      «Sacra no existe en ninguna época, ni tiempo…» Por fin lo comprendía, ahora lo entendía. Por fin entendía lo que quería decir Cam, pero saber la verdad resultaba peor que vivir en la mentira; así somos los humanos, nos bañamos en ilusiones y pintamos realidades a nuestra conveniencia, vivimos en estas fantasías hasta que la realidad tira nuestros juegos y las arroja fuera de nuestro alcance, donde jamás podremos recuperarlas. Respiré y un olor mezcla de pino, nieve y chico invadió mis fosas nasales, retrocedí abriendo los ojos. El pecho de Cam era lo que bloqueaba mi visión, me alejé tanto como me lo permitía la cama.  

Éste me miró sorprendido y preocupado, en vez de intentar acercarse se sentó con la espalda pegada a la pared y estudió mi rostro. No podía creer que hubiera dejado que ese chico desconocido y extraño me consolará. Debía estar loca, más que loca.   

      —Lo lamento.  

Sonó sincero, asentí, pero mantuve la boca cerrada. Los cálculos volaban por mi cabeza.  

      —¿Cuántos años tienes?  

Necesitaba saberlo y solo él podría decírmelo. Yo no tenía manera de calcular su edad sin una medida de tiempo concreta, el año que transcurría en Sacra no era de mi conocimiento y seguro no era mil novecientos diez, Sacra debía seguir su propia línea del tiempo. Sin posibilidad de saber el año actual, su edad me era imposible de calcular.   

      —Tenía dos años cuando llegué aquí —respondió de mala gana—. Tengo diecinueve.  

Respiré bruscamente, a pesar de haber nacido primero, de alguna manera Cam era mayor que yo.   

      —¿Qué año es?  

      —Ninguno.  

      —¿Eso es posible? —Quería saber si era una posibilidad vivir sin una medida de tiempo, el mundo se rige por los años para que los humanos podamos tener control y cuenta de nuestros progresos como especie ¿Acaso todo en Sacra rompía las leyes del hombre? 

Él me estudió con tristeza.  

      —Sí, Carol, es posible. Nosotros y Sacra no existimos en realidad. No estamos en tu época, ni en la mía. No existimos en ningún tiempo, pero a la vez estamos en todos.  

Eso era demasiado, me sobrepasaba, sentía mi cabeza dar vueltas, todo era tan confuso y ya no podía más, quería que se acabara.  

      —¿Te sientes mal? —Su voz era alarmada.  

Quería decir que no, quería decir que estaba bien.  

      —Sí —murmuré enterrando la cara en mi capa—. No puedo, es mucho para mí.  

Ahora sonaba más imposible que antes volver con Alan. Sí encontraba la manera de volver ¿Cómo rayos regresarían a la época correcta? ¿Siquiera existía alguna manera de regresar a mi vida?  

Sentí a Cam acostarse a mi lado y no hice nada cuando me estrechó contra él, como si yo fuese una niña desconsolada. Su consuelo me resultaba gratificante, sus brazos me recordaban a otros, y aunque era un sentimiento agridulce, no me importó y acomodé mi cabeza en el hueco de su garganta, dejé que unas cuantas lágrimas rodaran. Saber que estás lejos de lo que quieres es terrorífico, pero saber que te encuentras en ningún lado es más terrible. No entendía como Cam soportaba esa vida, yo apenas llevaba algunas semanas en Sacra y ya quería rendirme ¿Por qué él seguía en pie? 

Cam me dejó llorar en silencio, no dijo nada, permanecimos callados y solo se dedicó a abrazarme. Poco a poco fui haciendo a un lado mis inquietudes, no podía dejarme llevar por mis emociones y romperme de nuevo. Después de un rato dejé de llorar y me concentré en los latidos de su corazón, los cuáles eran más lentos que los míos, su corazón latía una vez cada tres latidos míos; no le presté demasiado interés, era extraño, pero ahí todo lo era, y yo ya me encontraba deshecha, la cabeza me dolía y pensar solo lo empeoraba. 

Me gustó saber que, a pesar de haberlo perdido todo, al final gané un amigo. Cam podía ser muy extraño y malhumorado, además de bipolar, pero era bueno y aunque no me conocía, se preocupaba por mí. Lamenté aún más las circunstancias de nuestro encuentro, debimos habernos conocido en una mejor situación.  

Después de un rato su respiración se volvió regular y sus brazos dejaron de estrecharme con tanta fuerza, estaba profundamente dormido. Me sentí mal al respecto, Cam aún seguía herido y yo estaba aprovechándome de él, no era justo, yo debería cuidarlo no al revés.  

Cam tenía la misma edad que Cris en mi mundo, pero en Sacra no sabía si yo era menor o mayor que él. Me dolía darme cuenta del hecho de que contar los días no había significado nada, nada en comparación con que tal vez en mi mundo yo llevaba horas, quizá días o posiblemente años en la clasificación «desaparecida». Era un duro golpe imaginar que cada segundo en Sacra suponía tal vez un año en mi mundo. Sentí formarse un nudo en mi estómago.  




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