CAPITULO 2
EL REGALO
Estaba acostado en el pasto en medio de la oscuridad de la noche, no me había dado cuenta de eso y cuando reaccioné, pude notar que no tenía miedo de estar ahí solo. Antes de este día no lo hubiera hecho ni loco, pero esta vez era distinto. Podía ver los bichos andar en la noche como si tuviera un zoom 4k en mis ojos, veía y escuchaba todo a mí alrededor, los diferentes tipos de vientos pasar por mi lado y por el cielo estrellado. ¡Esperen! Sigue siendo invierno, pero ¿Por qué no tengo frío? Estoy sin zapatos y solo llevo puesto la ropa que robé…
De a poco me llegaban los recuerdos de esa noche que quise hacer de héroe y me dejaron muerto ¿Cómo es que estoy aquí? ¿Con mi cuerpo sano y sin dolor? Las preguntas me inundaban y entonces comencé a dudar de esa idea de que era un fantasma.
Y ahí estaba mi subconsciente, mi otro yo para apoyarme como siempre - ¡Claro pedazo de tonto, si hubieras sido un fantasma, ese hombre de la morgue no te hubiese visto! -
Al rato de estar pensando tanto, me di cuenta de que mi boca estaba seca, pero seca de verdad, o sea nada de saliva normal que cualquier persona común tendría, ni siquiera para escupir, igual no me molestaba. Miré otra vez el cielo y era como si la posición de las estrellas, me dijeran que hora era y a qué hora aparecería el sol y por dónde.
¡Pero claro! Ahora recuerdo que tengo casa. Yo alquilaba un piso pequeño cerca del centro, así que me levanté y en eso que me iba escuché algo – Evidentemente mis sentidos estaban más alertas que nunca- Giré la cabeza y a lo lejos vi como una especie de conejo o liebre. Podía verla moverse en la oscuridad, con el pulso acelerado, estaba atenta y con miedo, su pequeño corazón latía sin descansar y yo podía saber por la posición de su cuerpo que estaba lista para correr si algún peligro se presentaba. Ese sonido que emitían sus vibraciones me atraía, me seducía, ese miedo, esa adrenalina me hipnotizaban. No sé porque, pero a pesar de que se encontraba a una distancia considerable, yo sentía que podía alcanzarla… Fue la inercia o el instinto, no lo sé, solo me lancé sobre ella, al parecer escuchó el mínimo ruido e intentó huir, pero sus movimientos para mí eran cómo si los hiciera en cámara lenta y en un instante ya la tenía en mis manos moviéndose, intentando liberarse…
Eso me provocaba, despertaba el hambre en mí, estaba perdiendo el control de mi fuerza y mi capacidad de razonar, solo pensaba en alimentarme… ¡¿Pero que estoy haciendo?! La solté inmediatamente y el estómago comenzó a dolerme ¿Qué me pasa? Me dolía mucho, me acordé de ese líquido que ese tal Yako me había dado a beber aquella noche… ¡Sangre! ¡Ese hijo de puta me dio sangre…!
Ahora estoy entendiendo que me sucede…
“¡No puede ser!” “¡Soy un maldito VAMPIRO!”
No sé cómo habrán reaccionado otros al darse cuenta de esto, pero yo… yo sí que me emocioné, y mucho. Me reí como nunca en aquel descampado, sentí que aquella asquerosa y puta vida que tenía antes, la dejé atrás y al fin tuve la revancha que siempre esperé. ¡Es más! Yo pensaba que la única manera de acabar con mi mala suerte era muriendo, y tuve razón, siempre la tuve y lo mejor de esto era poder comprobar que estaba en lo correcto, tenía que morir para que todo cambie.
“Y ahora que lo recuerdo, ese Yako me dijo que nos veríamos en mi nueva vida” ahora entiendo a lo que se refería… ¡Tengo una nueva vida!...
Bueno eso fue lo que inocentemente pensé, y como dice el dicho “No todo lo que brilla es oro” pues yo me estaba dejando engañar solo por ese brillo. Aun así, en ese momento solo se me ocurrió conocer mis habilidades como inmortal y usé ese campo para poner a prueba lo que podía hacer. Efectivamente el paquete de esta nueva vida venía completo, o casi completo. Súper fuerza, súper velocidad, todos los sentidos al máximo como ver, oler y escuchar. Era una sensación increíble de poder que solo en sueños o en comics se verían. Pero bueno, lo único que hice mal fue no leer bien las instrucciones y mucho menos la letra pequeña. Todo lo bueno siempre trae algo malo se podría decir, creo que es parte del equilibrio.
La parte mala era que me debilitaba rápido sin comer, el esfuerzo que hacía consumía demasiada energía y eso requería grandes cantidades de alimento para recuperarme, ¿Y cuál creen que es el alimento de un vampiro?...
¡Así es! ¡La Sangre! Entonces recordé lo que vi aquella noche fría en la rambla, ese sujeto estaba comiendo, o sea alguien debía morir para que yo viva. Me senté por ahí a pensar mucho, aunque era un vampiro yo no estaba dispuesto a matar personas para alimentarme ¡No soy así! ¡Tiene que haber otra manera! pero ya comenzaba a sentirme cansado y débil, me dolía el estómago y pensé que estos síntomas horribles obligaban a los de mi clase a matar, como si fuera algo natural dentro de la cadena alimenticia. Trataba de convencerme pensando que un león debe cazar para comer, pero luego mi subconsciente me contradecía
–“¡Un león no puede razonar, estúpido, tu sí!”- ¿Qué iba a hacer? ¡Tal vez si como conejos del monte y animales que no estén en peligro de extinción pueda servir! Pero si así fuera los vampiros no cazarían humanos… En verdad no sabía que iba a hacer, pero decidí aguantarme hasta tomar una decisión que sea acorde a mis principios. Yo no iba a cambiar solo porque mi vida cambió. ¡Buscaré otro camino, mí camino!
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Editado: 02.09.2020