CAPITULO 6
VERTIENTE
Como les había dicho anteriormente, se suponía que solo los grupos de Kara y Yako saldrían de caza, pero al llegar nos sorprendimos al ver a Una y Sono también presentes en el lugar. Esto indicaba que Hanz los había enviado y estaba sospechando de algo, pero ¿cómo? Solo se me ocurre que, al ser el dueño de la sangre de todos, tuvo algún presentimiento, el cual le hace dudar. Aun así, más allá de eso no puede saber nada ya que no es un clarividente.
Todo seguía según el protocolo, el objetivo esta vez sería un barrio al estilo suburbio que hay en los Estados Unidos, la hora del ataque sería a las 12 de la noche cuando todo es tranquilo.
El sistema organizado sería el de siempre, se invadiría casa por casa en silencio para evitar llamar la atención y alertar a la policía.
Nos dividimos en pequeños grupos y Yako conociéndome, ordenó que fuera con Kara y ella envió a varios de los suyos por separado.
Yo estaba feliz porque iría a su lado. Ambos esperamos hasta el último momento para salir. Luego recordé que Kara había prometido no asesinar inocentes y es por eso que Yako salió primero.
Las matanzas comenzaron, no importaban si eran niños o adultos, debíamos comer.
Ya conocíamos los sistemas de alarmas de esas casas así que era fácil desactivarlas, a veces había casas que no las tenían porque era un barrio seguro y eso facilitaba las cosas.
Evitábamos los hogares donde había perros y las dejábamos para el último, de las 200 viviendas solo atacábamos 10, para no levantar sospechas. No queríamos que el mundo sepa de nuestra existencia, eso era prioridad para la supervivencia.
Luego de haber enviado a todos, Kara y yo aún no habíamos salido, esperábamos que Una y Sono vayan primero, pero resulta que los muy hijos de puta tampoco salieron, sino que se quedaron detrás nuestro observándonos.
Con esto confirmábamos que Hanz los había enviado a vigilarnos, era evidente la situación así que Kara dijo
- Jazz, es nuestro turno, vamos a aquella – Señalando una que estaba al final de una calle…
Y Una dijo – nosotros iremos a la casa que esta junto a esa ¡Uy que emocionante! ¿No lo creen? –
Kara les respondió con frialdad - ¡Hagan lo que se les antoje! -
Yo por dentro –“¡maldición!”- si no matábamos a alguien sería nuestro fin. Así que no quedaba otra salida.
Nos metimos en la casa en silencio, vagamos por ella, parecía que estábamos de suerte puesto que aparentemente no había nadie. Las habitaciones de los niños estaban vacías, solo quedaba la de los padres y yo rogaba que tampoco estuvieran.
Kara y yo entramos a la habitación grande y para nuestra tranquilidad no había nadie.
Ver su rostro relajarse no tenía precio, nos miramos y sonreímos.
Pensé en sentarme en la cama un momento y al hacerlo sucedió lo que más temíamos. ¡Escuchamos un bebé! ¡Maldita sea! Pensaba yo mientras me llevaba las manos a la cara y un gesto de miedo y preocupación nos invadió.
Parece que los padres de la familia nos escucharon entrar y se escondieron con su bebé debajo de la cama. ¡No puede ser!
Kara se agachó a mirar y efectivamente ahí estaban. La mujer y el marido comenzaron a pedir que no les hagamos daño, que nos darían lo que pidiéramos, mientras salían de debajo. Yo de casualidad miré al costado por la ventana porque estaba preocupado por esos dos hijos de puta que nos vigilaban y pude ver a Yako en el techo de otra casa observándonos como si supiera lo que pasaba y con una mirada nos advirtió que Una y Sono venían hacia aquí ¿Qué íbamos a hacer? pensábamos, no podíamos matar a esa familia y mucho menos al bebé. Pero tampoco podíamos arriesgar la misión que teníamos.
La familia estaba en un rincón temblando con el bebé en los brazos y con Kara nos volvimos a mirar y ella les dijo - ¡Rápido! ¡Váyanse, ocúltense en algún lugar seguro de la casa! - Y estos se fueron.
Nosotros confiados de que harían eso nos tranquilizamos y yo trataba de alentarla diciéndole que había hecho lo correcto.
Pero en ese momento, Una entró a la habitación hablando y diciendo – Parece que se les escaparon un par de conejos– y Sono dijo –Pero por suerte los atrapamos por ustedes, eso les pasa por ser tan descuidados– Cuando nos dimos vuelta rápido vimos que la desgraciada tenía al bebé en sus manos aún vivo, pero la sangre en sus bocas nos decía que habían matado a sus padres “¡Mierda!”
- Miren este lindo bebé, tan inocente y tan delicioso – Decía la muy enferma, yo la aborrecía y Kara también, pero ella no podía hacer nada. Sono me miró y me dijo - ¡Es extraño que un simple neófito como tú tenga esas actitudes tan irreverentes con nosotros, hace bastante tiempo que lo notamos! –
Decía eso por la mirada que yo tenía y Una seguía hamacando al bebé cantándole, luego respondió a su compañero…
–Parece que no desea ser un simple soldadito, tal vez quiere ser jefe jajaja – Ambos se reían con risa de maniáticos enfermos de la cabeza, me daban nauseas.
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Editado: 02.09.2020