Primavera Eterna

Prólogo

.

.

.

Hay recuerdos que se graban sin necesidad de verlos.

No todos los paisajes se aprecian con los ojos; algunos se sienten con la piel, con el corazón. Como la brisa tibia que anuncia la llegada de la primavera… o el crujido de las flores de cerezo cuando caen suavemente sobre el suelo.

Sakura siempre había amado esa estación, incluso después de que su mundo quedara envuelto en sombras. No por lo que mostraba, sino por lo que le hacía sentir: la promesa de algo nuevo, de un renacer, aun cuando todo parecía perdido.

Él, en cambio, no creía en renacimientos. Había aprendido a cerrar el corazón antes que dejarlo romper. Frío, distante… hasta que ella apareció.

Ella, con su voz suave.
Con su forma de sonreír aunque no pudiera ver.
Con su capacidad de tocar lo más profundo sin siquiera buscarlo.

No fue un encuentro cualquiera.
Fue uno de esos que marcan.
Que duelen.
Que transforman.

Y aunque ambos venían de mundos distintos —él lleno de expectativas y silencios, ella habitando la oscuridad con una fuerza que ni siquiera sabía que tenía—, el destino los empujó a compartir un pedazo de camino.

Primero fue el sonido de una risa.
Luego, una conversación que no querían terminar.
Y más tarde… la necesidad de quedarse, de no alejarse.

Pero el amor, cuando nace donde nadie lo esperaba, también despierta miedos.
Y hay primaveras que, aunque hermosas, no duran para siempre.

A veces, hace falta perderlo todo para volver a encontrarlo.
A veces, lo más puro florece en el lugar más improbable.
Y a veces… solo a veces, la vida les da una segunda oportunidad.

Esta es la historia de ella.
De él.

Y de lo que sucedió en aquella primavera donde todo comenzó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.